Cómo el humor y las risas ayudan a luchar contra el cambio climático
Crisis climática
Investigadores y divulgadores en ciencias ambientales sostienen que la concienciación es más eficaz cuando se incluyen elementos cómicos y satíricos: “La gente necesita relajarse. Por eso la comedia climática funciona”
Las viñetas satíricos sobre la crisis climática no polarizan ni generan tanta confrontación como otros contenidos
Con gestos de dolor y una lágrima que cae de uno de sus ojos, la Tierra está recostada en la camilla de un hospital. Una médica y un enfermero dialogan sobre el diagnóstico del paciente. “Ha cruzado otro límite: la acidificación de los océanos. Si no actuamos ya, sus órganos empezarán a fallar”, afirma la doctora. La viñeta, publicada semanas atrás en Climática, una web especializada en medio ambiente, logra en un simple golpe de vista y mediante un escena en la que todos nos sentimos identificados (una consulta médica) comunicar el trasfondo de una compleja investigación científica sobre la pérdida de estabilidad y resiliencia del planeta: la Tierra agoniza y necesita un tratamiento urgente -la acción climática- para recuperarse.
humor y cambio climatico
La pieza de la artista Iratxe Fernández de las Heras -conocida como Atxe- es un ejemplo de cómo el humor está ganando cada vez más terreno en la divulgación del cambio climático, el mayor reto de la humanidad en este siglo y, paradójicamente, uno de los temas que más crispación y polarización generan en la opinión pública. El diagnóstico de quienes apuestan por esta herramienta, por “reírse” de un asunto tan complejo y delicado, es que la contundente evidencia científica que hay sobre la mesa respecto a las consecuencias del calentamiento global no alcanza, por sí sola, para movilizar y concienciar a la ciudadanía. La mente relajada, explican, es más receptiva a un asunto serio. La motivación a actuar está mucho más en el terreno emocional que en el cognitivo.
El humor es una herramienta ideal para comunicar temas que, como el cambio climático, a nadie le apetece tocar, que generan rechazo e incomodidad
“El humor es una herramienta ideal para comunicar temas que, como el cambio climático, a nadie le apetece tocar, que generan rechazo e incomodidad. El humor ayuda a golpear por abajo, con mucha sutileza, sin que la persona se dé cuenta de que le estás metiendo al final la chapa”, resume Atxe, que lleva más de seis años dibujando y publicando viñetas sobre la crisis climática.
La humorista cuenta su experiencia familiar respecto al abordaje del cambio climático. Las charlas con sus padres son, por lo general, infructíferas. Salvo cuando aparece el humor. “Les cuento de la gravedad de lo que está pasando, de los escenarios a futuro, y es como si no me escucharan, como si se pusieran dedos en los oídos. Sin embargo, con mis viñetas sí logro acceder a ellos, si capto su atención. Es como si el humor fuera la vaselina para la información farragosa o incómoda”, explica.
Daniel Rodrigo Cano, licenciado en Pedagogía (Universidad de Valencia) y doctor en Comunicación (Universidad de Huelva), dirige un podcast sobre cambio climático en el que el humor es protagonista. Ha investigado junto a Alex Fernández Muerza, profesor en el Departamento de Periodismo de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), el impacto del humor gráfico en la divulgación ambiental.
Han publicado sus conclusiones en abril en un artículo titulado ‘El uso del humor gráfico en español e inglés para comunicar los relatos del cambio climático y cómo aparece en Google Imágenes’. A través de una análisis cuantitativo y cualitativo de cientos de viñetas, explican que esta estrategia “utiliza todos los relatos de la comunicación del cambio climático, demostrando su diversidad de registros para llegar a la opinión pública”.
Sostienen que una vía para una divulgación y concienciación “más eficaz” es, justamente, la incorporación de “elementos cómicos y satíricos”, debido a que contribuyen a afrontar “el temor y la inquietud por los desafíos climáticos y acercarse a un gran número de personas aumentando su compromiso y promoviendo comportamientos ecológicos”.
Estos comunicadores sugieren a los viñetistas no limitarse a mensajes “pesimistas” que pueden fallar en la concienciación y movilización climática. Proponen, de ser posible, “incorporar la esperanza y las soluciones”. “Este punto es clave. Llevamos décadas con la alarma encendida por el cambio climático. Esta alarma resuena cada vez más en círculos muy cerrados, no ha llegado a las grandes mayorías. Un humor que diagnostica y que a la vez muestra soluciones es una excelente vía de entrada para entender lo que está pasando”, reflexiona Atxe.
Beth Osnes, experta en expresiones artísticas y Max Boykoff, especialista en Estudios Ambientales, catedráticos de la Universidad de Colorado-Boulder
Los pioneros
Max Boykoff, especialista en Estudios Ambientales, y Beth Osnes, experta en expresiones artísticas, dos catedráticos de la Universidad de Colorado-Boulder, Estados Unidos, comenzaron en 2015 a experimentar con la comedia y el cambio climático en una clase sobre Comunicación Climática Creativa. Durante tres años, organizaron un espectáculo de sketches estudiantiles en vivo para celebrar el Día de la Tierra.
En 2018, sumaron al proyecto al comediante neoyorquino Chuck Nice, amante de la ciencia y activista climático. Con la pandemia, llevaron su comedia climática en línea y reclutaron a comediantes profesionales de todo el país. En 2022, se asociaron con una fundación y lanzaron una web para conectar a toda la comunidad internacional que usa la comedia para contar historias sobre la crisis climática.
El año pasado, BoyKoff y Osnes viajaron al Foro de Davos, la cumbre que reúne a las élites empresariales, para contar cómo se puede combinar el humor y el calentamiento global. “Rompe las defensas y ayuda a unirnos”, explicaron. Boykoff, quien ha participado en los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), señaló que divulgar las evidencias científicas es “esencial, pero no suficiente”. “La comedia puede aumentar la conciencia, puede aumentar la sensación de eficacia”, dijo durante su intervención.
Osnes agregó que “la risa es un aflojamiento, es como una vibración, por eso es tan extraña y mágica”. Por lo general, sus comedias climáticas suelen girar sobre el diálogo entre un personaje serio y otro cómico, un contraste que capta la atención de los espectadores . “El mundo no solo necesita calmarse, sino también relajarse. Como profesores que estudiamos la comedia climática podemos decir que la necesidad de ligereza es una de las razones por las que la comedia climática funciona”, agregaron ambos catedráticos.
¿Por qué estas comedias climáticas tienen cada vez más audiencias?, preguntaron los empresarios en Davos. BoyKoff y Osnes respondieron que la comedia tiene la capacidad de “trascender el lenguaje científico y abrir conversaciones con nuevos públicos al tiempo que ayuda a mantener la realidad e identificar soluciones”. Y también porque proporciona “alivio emocional”, lo que permite visualizar “transformaciones positivas” dentro de un diagnóstico tan sombrío.
En España, el humor gráfico
Rodrigo explica que a diferencia de Estados Unidos, España no tiene tradición de utilizar monólogos para comunicar temas de actualidad. Sí, en cambio, hay mucha cultura de humor gráfico en los medios de comunicación, viñetas que en los últimos años han incorporado la crisis climática y han saltado al mundo digital, con las redes sociales como gran difusor.
Su análisis revela que estas piezas “no polarizan”, no generan la confrontación de otros contenidos. “El arte siempre tiene esa virtud de alcanzar a mucha gente, de ser mucho más transversal, por lo cual podemos llegar a gente que al principio no esté nada sensibilizada con el cambio climático. El humor puede generar que estas personas vayan a buscar luego más información sobre el tema. Es decir, una viñeta hace de aviso o llamada”, subraya.
Rodrigo y Fernández están trabajando en una segunda investigación sobre este cruce con entrevistas a los mayores expertos en la comunicación del cambio climático. La mayoría coincide que el humor es el principal contenido a apostar, por delante de lo divulgativo, informativo y del ensayo.
Por tanto, la apuesta, agrega, también tiene que ser institucional. “Es evidente que podríamos incorporar el humor en campañas de difusión y divulgación de administraciones públicas. Sketch, viñetas y monólogos nos ayudarán a ampliar audiencias y que el mensaje tenga más receptividad”.
Una vía para llegar a las audiencias jóvenes
Atxe aclara que el trabajo de quien hace humor con el cambio climático requiere de mucho análisis y comprensión de la realidad para poder traducir esa información en un lenguaje universal y llano. Este resultado “mascado” es ideal para los tiempos que corren, con narrativas efímeras y volátiles, y con audiencias digitales acostumbradas a prestar muy poco tiempo a los contenidos.
Por lo general, analiza, el público joven no accede hoy a la viñeta de un periódico o de un medio digital. ¿Pero qué pasaría si las piezas de humor, ya sean en un formato gráfico o audiovisual, tuvieran más presencia en Instagram, Tiktok o Youtube? “Se abrirían muchas más defensas, interpelaríamos a otro público”, piensa la artista.
En Instagram, donde suele publicar muchas de sus viñetas, Atxe recibe muchos comentarios de agradecimiento por su labor divulgativa. “Las redes sociales tienen esa doble cara, que por un lado pueden ser perjudiciales, pero al mismo tiempo pueden ayudar mucho en visibilizar la problemática del cambio climático”, explica.
Rodrigo también ve un enorme potencial del humor climático para llegar a las audiencias que siguen consumiendo contenidos tradicionales como programas de televisión. Emulando la experiencia de Estados Unidos, estos shows podrían incorporar monólogos humorísticos. “Podríamos también llegar a una audiencia más mayor, cansada del aluvión de información densa sobre la crisis climática”, señala.
Atxe pone de ejemplo una viñeta llamada “Próxima estación” que cada tanto suele republicar en sus redes sociales. El invierno, la primavera, el verano y el otoño viajan juntas en el metro. El verano es una figura de un tío corpulento, muy cachas, que está ocupando el espacio de la primavera y del otoño, ensanchándose cada vez más, tal como señalan los científicos: “A la gente le gusta mucho porque se identifica con veranos cada vez más largos e intensos”.