El paisaje mosaico alumbra viña con valor añadido

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Un colectivo de viticultores analiza los beneficios de potenciar enclaves rurales heterogéneos para fomentar la biodiversidad y encarar mejor potenciales incendios

La viticultora Anna Espelt en la viña de Mas Marès ubicada en Roses dentro del Parc Natural del Cap de Creus, donde y que crean un mosaico que favorece el control de los incendios forestales y son de gran ayuda para favorecer la biodiversidad. Pere Duran/Nord Media

Las viñas de Mas Marès, en el parque natural del Cap de Creus, promueven un paisaje diverso 

Pere Duran / Nord Media

Ante un auditorio de viticultores interesados en profundizar en los valores del paisaje mosaico, el testimonio de un pastor emocionó a los presentes. El monasterio de Sant Pere de Rodes albergó el domingo la primera jornada del taller Volver al mosaico , organizado por el colectivo Futuro Viñador, con la participación de viticultores, ambientólogos, políticos, especialistas en la prevención de incendios, en la gestión forestal..., y Jordi Font, un vecino de Sant Andreu Salou (Gironès) al frente de una pequeña explotación ganadera, quien tras 27 años dedicándose a lo que más le gusta ha decidido bajar la persiana, cansado de la laberíntica burocracia.

Su intervención conmovió a bodegueros llegados de diferentes zonas vitivinícolas de España. Font habló del vínculo emocional que le une a su finca de 24 hectáreas en la que crecen plantas forrajeras; de la satisfacción que le produce presenciar la diversidad de pájaros que cantan en su terreno, muchos más que en el del vecino, gracias a las prácticas agrícolas respetuosas con la tierra; de la necesidad de que cale la conciencia de que a veces producir más es a costa de dañar el medio ambiente. Recordó a la bióloga Rachel Carson y su célebre libro Primavera silenciosa , en el que documentaba ya hace más de 60 años los efectos devastadores de los pesticidas en las aves. “Cuando era niño en mi pueblo (173 empadronados) había tres rebaños con 1.500 ovejas, ahora solo quedan las 200 mías y pronto lo dejaré”, anunció. Sus palabras inquietaron a los presentes pues aprecian el rol de los rebaños para desbrozar espacios y para fertilizar las viñas.

Jordi Font

Jordi Font pastoreando sus ovejas 

Cedida Jordi Font

El testimonio de un pastor que tras 27 años cuidando su rebaño decide abandonar conmueve al público

“No llego a todo, es una sensación agotadora, de que siempre estoy en falso, permanentemente fiscalizado por la administración, sufrimos la presunción de culpabilidad, tengo que demostrar constantemente que hago las cosas bien”, lamenta, a la vez que manifiesta no sentirse cómodo con la dependencia de los subsidios para sobrevivir. A su juicio las subvenciones “desvirtúan” el sentido de su actividad aunque sabe que sin esta ayuda el precio de la carne sería inasumible para el consumidor. La experiencia de Font ejemplifica el hartazgo de un sector que sucumbe ante escollos insalvables.

Anna Espelt

Anna Espelt, en Mas Marès 

Pere Duran / Nord Media

Su parcela de plantas forrajeras y de pastos junto al bosque delimita un escenario con valor añadido, igual que Mas Marès, en el Alt Empordà. “Teníamos una finca en el cabo de Creus y no sabíamos si podíamos plantar viña, yo deseaba hacer vinos de terruño, vinos complejos. Aunque estaba dentro del parque natural, nos dieron un sí entusiasta porque querían dibujar un mosaico para aumentar la biodiversidad y la resiliencia ante incendios”, relataba el domingo la artífice de este proyecto, Anna Espelt, integrante de Futuro Viñador y organizadora del taller. Este colectivo reúne a 17 viñadores, de Jerez al Empordà, que comparten las mismas inquietudes: fomentar la formación, la investigación y las prácticas que minimicen los impactos en el medio ambiente.

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Los viñedos, pastos y estepas asomados al Mediterráneo de Mas Marès conforman un bastión que reduce el potencial de las llamas, tal como se demostró en el fuego del 2022. Espelt recordaba que cuando se produjo el incendio se dio cuenta de que el trabajo que habían hecho durante 17 años de gestión forestal y de mimar este paisaje había funcionado.

En tiempos que no son fáciles para este sector por el impacto del cambio climático y la caída del consumo, divulgar los beneficios de las buenas prácticas es alentador.

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“El paisaje tiene que ser mosaico sí o sí, sino no podremos atacar los incendios”, dejó claro Edgar Nebot, bombero del GRAF (Grup d’Actuacions Forestals). Nebot argumentó de manera muy didáctica el porqué de esta afirmación. La continuidad de la floresta ha aumentado de tal manera que ya roza las ciudades debido al proceso de extinción de un mundo rural que antaño ejercía de barrera. Además, la escasa gestión del bosque aumenta la biomasa, el combustible disponible. Recuperar diferentes capas, que el bosque conecte con viñedos, olivos, avellanos, cereales o pastos amortigua la voracidad de las llamas y da más margen de maniobra a los bomberos. Hay siniestros en los que por su dimensión es imposible actuar. Más que invertir mucho en extinción hay que hacerlo en prevención, en una estrategia en la que la agricultura y la ganadería desempeñen un papel a tener muy en cuenta.

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¿Y cómo encaja todo esto con la proliferación de plantas fotovoltaicas y de más parque eólicos?, preguntaron desde el público. Pere Sala, director del Observatori del Paisatge de Catalunya, abogó por buscar consensos entre las partes para evitar que prosiga el abandono del campo, sin renunciar a estas instalaciones, “pero en su justa medida” para no limitar el paisaje mosaico. Marc Vilahur, director general de Polítiques Ambientals, respondió que el sector agrario” es responsable del 12% de las emisiones de CO2 en Europa. “Hay un impacto y la transición energética pasa porque todos asuman su parte”, declaró.

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