El vino de la semana: Inaraja 2016 de Bodegas Monte la Reina
Beber
El vino más icónico de este proyecto vitivinícola zamorano que ha apostado muy especialmente por el enoturismo lleva el apellido de su fundador. Es una tinta de Toro redonda y compleja elaborada con uvas de viñas centenarias
Inaraja 2016 de Bodegas Monte la Reina
Monte la Reina debe su nombre a una concesión real del siglo XI por la que la Corona de Castilla otorgó al pueblo de Toro el privilegio de la explotación del Monte en agradecimiento a “su fidelidad y apoyo”. En el siglo XIX, el I Conde de Villapadierna construyó en esta finca un palacio neogótico que alberga su actual posada. En 1983, Jose Miguel Inaraja de la Calle, un agricultor vallisoletano que falleció en febrero del año pasado, adquirió la finca en su totalidad y rehabilitó lo que hoy se conoce como ‘El Castillo de Monte la Reina’. Inicialmente fue ideada como la residencia veraniega familiar, hasta que unos 20 años más tarde decidió construir el actual complejo enoturístico: un hotel-boutique de ocho habitaciones, cada una de ellas con un nombre diferente de casta de uva.
En Monte la Reina también cuentan con un restaurante sólo abierto actualmente para eventos desde donde se divisa el interior de la bodega. Ofrecen, con vistas a la Vega del Duero, desde la posibilidad de celebrar bodas, comuniones, bautizos o cumpleaños a convenciones de empresa. Tienen capacidad para más de 500 comensales. Su hotel-boutique es el punto de partida de rutas de senderismo. Es una Posada Real, la marca de calidad de los alojamientos de turismo rural en Castilla y León.
Cada uno de estos alojamientos está ubicado en localidades con valor histórico-monumental o en parajes naturales de gran belleza, y su arquitectura se integra en su entorno. Cada alojamiento está ubicado en edificios singulares, como palacios, molinos, castillos, monasterios o casas tradicionales.
Carolina Inaraja Cortés ante el alojamiento enoturístico de El Castillo de Monte la Reina
Fue unos años después de adquirir la gran finca de Monte la Reina cuando la familia Inaraja decidió dedicarse también a la viticultura. Hasta entonces, cultivos como el maíz, las patatas o la remolacha habían sido la fuente principal de ingresos. Pero afirman que “gracias al auge de la DO Toro y a la proyección de estos vinos en el mercado internacional, se plantaron las primeras viñas en la finca de Monte la Reina”.
En sus viñedos se apuesta por una agricultura ecológica y “libre de contaminación”. Suman una extensión de 1.400 hectáreas. Es una de las mayores fincas de Castilla y León. Entienden la tierra como “el origen de todo”. Sus viñedos propios ocupan unas 300 hectáreas, entre Monte la Reina y las fincas de San Román de Hornija y de Morales de Toro. Dos terceras partes están plantadas con la variedad tinta de Toro (tempranillo).
Apostamos de forma decidida por la exportación, el mundo es muy grande”
Años más tarde, después de vender regularmente las uvas a otras bodegas de la denominación, apostaron por su propio proyecto, no solo al construir una bodega para la elaboración de sus propios vinos, sino que además se embarcaron en el negocio enoturístico. Para ello construyeron también un restaurante, uno de los más grandes de la provincia de Zamora. El objetivo principal con este restaurante con jardines era “ofrecer un paraíso hasta entonces nunca visto en la zona”. Fue en este momento cuando la casa familiar dejó de serlo para convertirse en una posada donde alojarse.
Los viñedos rodean El Castillo de Monte La Reina
Monte La Reina es un legado familiar que engloba vino, campo y ocio. Manifiestan que “es un lugar mágico, un espacio que te atrapa por su belleza, un enclave donde realizar cualquier evento se convierte en algo irrepetible”. Y añaden que “es ya un referente de elegancia, modernidad y versatilidad”. También aseguran que el suyo “es un lugar perfecto para rodearte de viñedos, saborear una copa de vino al atardecer, disfrutar del jardín de olivos centenarios, deleitar a vuestra familia y amigos con las creaciones de nuestra jefa de cocina y terminar la fiesta durmiendo en un castillo neogótico”.
Monte La Reina es una bodega cuyos vinos se estrenaron en el mercado con la añada del 2004. El arquitecto Jesús Juárez fue el encargado de proyectar este edificio “en diálogo con el paisaje que le rodea”. Fue construido con materiales nobles y presentes en la naturaleza, y reforzando la idea de integrar la arquitectura en su entorno. Juárez concibió esta construcción como una gran cámara de fotos, ya que él sentía que el espectáculo visual que ofrece el paisaje que rodea a la bodega “es tan mágico que merece la pena sacarle una foto diaria”.
Así, en la fachada del edificio se pueden distinguir el visor, el flash y el disparador de una cámara fotográfica. La bodega se encuentra semienterrada en la colina, “con el objetivo de conjugar los fines estéticos con los técnicos y lograr una buena temperatura dentro de las diferentes naves”.
Vinedos de Bodegas Monte la Reina
Disponen de dos salas de elaboración, ambas con sistemas de control de la temperatura (capaces de gestionarse desde el teléfono móvil), tanto dentro como fuera de los depósitos, para garantizar el perfecto seguimiento de la fermentación y la elaboración de sus vinos. El parque de barricas está formado principalmente por unidades de roble francés, aunque también hay algunas de roble de Transilvania y otras tostadas con piedra volcánica jade para la elaboración de vinos especiales.
Cuentan con unas 750 barricas en las que los vinos descansan a una temperatura de entre los 14ºC y los 18ºC, y a una humedad del 83%. Además, en Monte La Reina disponen de una sala de fermentación maloláctica con su propia temperatura y humedad para favorecer este proceso que, en algunos casos, el director técnico, el enólogo José Nuño Gutiérrez, decide realizar en barrica.
Sala de barricas de Bodegas Monte la Reina
Bodegas Monte La Reina, con laboratorio propio y sala de catas, ha alcanzado los certificados internacionales de calidad y seguridad alimentaria BRC y IFS (nivel A). La bodega, que dirige Carolina Inaraja Cortés, cuenta con placas solares que la abastecen de la energía necesaria para su funcionamiento.
Desde la agencia Acción y Comunicación se afirma que la vallisoletana Carolina Inaraja es la bodeguera que ha “redescubierto” esta zona vitivinícola “tan ligada a la tradición”. También la describen como “una mujer única y disruptiva” que ha encarnado la primera generación de su familia dedicada al mundo del vino. Es la bodeguera más joven de la DO Toro. Es licenciada en Administración y Dirección de Empresas e Investigación en Técnicas de Mercado, y ha obtenido el WSET nivel 3. Se incorporó al proyecto en 2010, y en 2012 ya se hizo con las riendas de la dirección general “apostando de forma decidida por la exportación”. No tiene dudas de que “el mundo es muy grande”. Su hermano José Miguel es ingeniero agrícola y su hermana Sandra María dirige el restaurante y los eventos.
Definen a Carolina Inaraja, la bodeguera más joven de la DO Toro, como “una mujer única y disruptiva”
Su producción se sitúa en torno a un millón de botellas anuales. Exportan un 85% de su producción a 42 países. Países Bajos, Polonia y Taiwán son sus tres principales internacionales. Elaboran tintos, blancos (fueron pioneros en la apuesta por la verdejo en la zona), espumosos y sangrías con la marca Carolina. Su vino más icónico lleva el apellido del fundador. Se estrenó en el mercado con la añada del 2004 e inicialmente sólo se destinaba como regalo del propio fundador. Solo se elabora en las mejores añadas. De la del 2016 hay 4.906 botellas.
Inaraja es un 100% tinta de Toro con uvas que provienen de viñas centenarias (prefiloxéricas). Cosechan a mano en cajas de 20 kilos, y pasan las bayas por una mesa de selección. Durante los meses de octubre y noviembre de 2015 las temperaturas fueron más altas de lo usual y las precipitaciones caídas durante ambos meses fueron un poco más bajas de lo habitual. Hasta mediados de diciembre el tiempo fue cálido y seco, y no es hasta comienzo del mes de enero de 2016 cuando las precipitaciones llegaron a superar los 120 l/m2. El período que va desde los meses de febrero a marzo transcurrió dentro de la normalidad, con lluvias y temperaturas frías. Abril fue un mes muy lluvioso tanto en cantidad como en días de lluvia. Durante el mes de mayo las temperaturas fueron bajas y el desarrollo vegetativo lento.
La última semana de mayo se registraron temperaturas de 10 a 22º C. A lo largo de la última semana de junio se elevaron las temperaturas por encima de los 34º C. El mes de julio alternó temperaturas medias-bajas, con temperaturas de hasta 38º C. Agosto se caracterizó por tener temperaturas máximas medias y temperaturas mínimas bajas. Fueron los 10 primeros días del mes de septiembre cuando se produjeron temperaturas más elevadas de lo normal para esas fechas. Un hecho significativo es que entorno al periodo de los días 12 y 14 de septiembre llegó un frente frío con precipitaciones de 12 mm y una bajada de las máximas de en torno a 10ºC la máxima y 5º C la mínima. Otra característica propia de la vendimia del 2016 es que fue más larga por las bajas temperaturas.
En Bodegas Monte la Reina elaboran en torno a un millón de botellas anuales
Inaraja fermenta en depósitos de cemento con resina epoxi y con levaduras seleccionadas. Se cría por espacio de 16 meses en barricas nuevas de roble francés de 225 litros. Parte del vino envejece en un fudre de 1.700 litros.
Inaraja 2016 es de capa alta y color cereza picota, con lágrimas muy ligeramente tintadas. En fase olfativa muestra fruta negra e incluso una fragante rosa. Pone el acento en la expresión de la fruta, con notas de regaliz, de monte bajo y de cedro y vainillas.
En fase gustativa destaca por una fruta madura y por una gran redondez, con interesante carácter balsámico. Los taninos están muy bien polimerizados, y presenta un final refrescante con una buena sensación de acidez pese a sus cerca de 15º de alcohol. Es largo y no evidencia tan larga crianza. Es complejo pero muy melodioso, con todos los componentes perfectamente orquestados. Alta costura, sin máculas, poniendo al día el vino más clásico de Toro.
Desde la bodega afirman que este tinto “es una elección perfecta” para maridar con carnes rojas, guisos, caza mayor, quesos curados y pescados azules
El director técnico de la bodega afirma que “a este vino le va perfectamente la guarda”. La próxima añada (2017) presenta un carácter más láctico. Desde la bodega afirman que “es una elección perfecta” para maridar con carnes rojas, guisos, caza mayor, quesos curados y pescados azules. A Carolina Inaraja le gusta disfrutar este vino con platos de caza mayor, de corzo, ciervo o jabalí. El enólogo José Nuño lo prefiere con la perdiz escabechada con puré tapenade del restaurante Doña Negra de Toro.
Inaraja 2016, de Bodegas Monte la Reina
DO Toro
Uvas: tinta de Toro
Precio: 63 €.