¿Son mejores los huevos de esturión que los de gallina?
Opinión
Inventamos el dinero para objetivar el valor de las cosas y ha acabado siendo la medida que lo subjetiva
¡Pues claro que hay productos nobles! Pero en la acepción moral del término, no en la aristocrática, pues ha quedado definitivamente abolida aquella ley no escrita que los distinguía por el prestigio de su categoría, condicionando que solo algunas especies escogidas tuvieran derecho a ser reconocidas como gastronómicas y, en consecuencia, a estar presentes en determinadas mesas.
Por fin, además de ser mejor una buena sardina que una mala langosta; el pequeño pescado puede apetecernos más que cualquier marisco excelente sin ningún problema. Es comprensible, eso sí, el argumento de la excepcionalidad como elemento festivo, puesto que hoy, con un sueldo apañadito, podríamos comer sardina, boquerón, jurel o caballa a diario, pero solo en fechas señaladas nos permitiremos grandes crustáceos.
“Por fin, además de ser mejor una buena sardina que una mala langosta; el pequeño pescado puede apetecernos más que cualquier marisco excelente ”
Bien diferente era el caso de los antiguos emigrantes pobres en Norteamérica, cuando aborrecían por frecuente aquel bogavante que abarrotaba las costas de Nueva Inglaterra. Y es que, aunque indudablemente aumentaría la ratio de felicidad, es difícil de abstraerse al mecanismo psicológico que correlaciona el valor monetario con el valor percibido.
La neurociencia ha demostrado lo que ya intuíamos, nuestra tendencia a apreciar los alimentos que sabemos más caros. Inventamos el dinero para objetivar el valor de las cosas y ha acabado siendo la medida que lo subjetiva.
“La neurociencia ha demostrado lo que ya intuíamos, nuestra tendencia a apreciar los alimentos que sabemos más caros”
Por suerte también hay evidencia científica de que nos gustan más, encontramos más sabrosos, aquellos productos que nos parecen nobles en el sentido moral del termino al que antes me refería.
Así pues, sugiero que para celebrar el verano n os demos un homenaje de sabiduría gastronómica tomando un par de huevos camperos de gallinas bien criadas, cebolla picada y un calabacín inmediato de confianza. Con un buen chorro de aceite virgen extra, un poco sal y algo de maña prepararemos una tortilla babosa y la saborearemos a la fresca mientras brindamos contra los esnobs.
“Inventamos el dinero para objetivar el valor de las cosas y ha acabado siendo la medida que lo subjetiva”