En los últimos años, el sistema Nutriscore se ha convertido en un elemento clave del debate sobre alimentación saludable en Europa. Este etiquetado frontal clasifica los alimentos mediante un esquema de colores y letras, que van desde la A en verde oscuro, reservada para las opciones más saludables, hasta la E en rojo oscuro, destinada a las menos recomendables.
Su funcionamiento se basa en analizar la composición nutricional de cada producto por cada 100 gramos o mililitros, ponderando tanto elementos beneficiosos como frutas, verduras, fibra y proteínas, como factores menos saludables, como azúcares, grasas saturadas, sal y calorías. Este análisis se sintetiza en una letra y un color, ofreciendo al consumidor una guía a priori rápida y visual para comparar alimentos de forma sencilla.
El sistema en el que se fundamenta Nutriscore fue creado en 2005 por investigadores de la Universidad de Oxford, con la intención inicial de regular la publicidad dirigida a los niños. La Food Standards Agency (FSA) del Reino Unido lo aprobó en 2017 y, poco después, Francia se convirtió en el primer país de la Unión Europea en adoptarlo. Posteriormente se sumaron Bélgica, Alemania y España, que lo implementó en 2021.
Desde sus inicios, este semáforo nutricional ha estado rodeado de controversia, dando lugar a contradicciones como que un aceite de oliva virgen extra llevase una etiqueta C y unos cereales de desayuno pudiesen tener una A.

Valoraciones de Nutriscore
Esto se debe, en el caso de ultraprocesados como cereales o galletas, a que Nutriscore se aplica a familias de alimentos, de manera que estos, pese a no ser saludables, podrían ser los mejores en su categoría (otro tema es cómo la industria juega con la composición de determinados alimentos para adaptarla a las exigencias de este sistema). En cuanto al aceite de oliva virgen extra, Nutriscore lo penaliza por su contenido en grasas saturadas, sin tener en cuenta otros nutrientes de gran valor.
Otro contrasentido de este sistema europeo de etiquetado es que, siendo voluntario, muchos productos que encontramos en el mercado ostentan la etiqueta E, la que peor valora a los alimentos. Cabe preguntarse por qué algunas marcas escogen voluntariamente presentar sus productos con una etiqueta desfavorable teniendo en cuenta que, siendo opcional, a priori podrían perfectamente prescindir de ella. Lo explica Rafael Urrialde, experto en seguridad alimentaria y profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Otro contrasentido de este sistema europeo de etiquetado
Muchos productos que encontramos en el mercado ostentan la etiqueta E, la que peor valora a los alimentos
“Un aspecto singular de Nutriscore es que, una vez que una marca decide implementarlo, debe aplicarlo a todos sus productos. Si se tienen productos de una misma marca que son una A y otros que son una E, una vez se asume que se va a emplear Nutriscore se tienen que etiquetar todos”, explica el profesor. Esto significa que muchas empresas tienen que hacer balance antes de decidir implementar este etiquetado, ya que por muy buenas puntuaciones que tengan algunos de sus productos, en ocasiones tienen que pagar el precio de tener en el mercado algunos otros con una E.
Hay quien asume el riesgo y hay marcas, sin embargo, que deciden abandonar Nutriscore precisamente por este motivo. Un caso paradigmático es el de Danone, cuyos productos líquidos ya no se etiquetan con este sistema. “El motivo es que las leches y bebidas líquidas han pasado de ser consideradas alimentos a clasificarse como bebidas, y estas están peor valoradas nutricionalmente".

Detalle del semáforo nutricional Nutriscore en el etiquetado de un yogur
"Por ello algunas marcas de bebidas vegetales o lácteos han decidido abandonar este sistema”, explica Urrialde, quien insiste en que, tanto en el caso de Danone como de otras compañías que han seguido la misma línea, “esto se aplica siempre a una marca al completo y en ningún caso puede utilizarse selectivamente solo para algunos productos de una misma marca”.
Pero no es la única polémica que ha rodeado a Nutriscore desde su implementación. Otro punto controvertido es la modificación del algoritmo en diciembre de 2023. Desde entonces, se penalizan los edulcorantes en las bebidas, pero por algún motivo no en los sólidos. Así, “un producto líquido que antes era una A ahora puede ser una B o una C”, advierte Urrialde. El experto alerta, sin embargo, de que como han dado un margen de dos años para implementar el cambio muchas marcas apuran el plazo y mantienen el etiquetado antiguo con una A, cosa que puede generar confusión en los consumidores.
Otro punto controvertido
Desde diciembre de 2023 se penalizan los edulcorantes en las bebidas, pero por algún motivo no en los sólidos
El aceite de oliva virgen extra también ha sido objeto de polémica. “Nutriscore lo penaliza por las grasas saturadas, pero no se valoran las monoinsaturadas o poliinsaturadas. Esto ha llevado a que en algún momento se posicionara mejor el aceite de girasol que el virgen extra”, continúa el profesor de la UCM. Lo mismo ocurre con la leche, ya que la entera está peor valorada que la desnatada según los criterios de Nutriscore. "No se consideran nutrientes como el calcio, fósforo, magnesio, yodo, zinc o los ácidos grasos de larga cadena en la leche”, reflexiona Urrialde.
A diferencia de otros países, la situación legal de este sistema en España es compleja. “En 2025, el gobierno aún no ha aprobado el real decreto que regule Nutriscore”, explica Urrialde. “Se tendría que aprobar un proyecto de real decreto, mandarlo a la Comisión Europea y luego ratificarlo. Esto es lo que hicieron países como Francia o Bélgica para ponerlo en vigor, aunque sea de carácter voluntario”, concluye el experto.