La soledad no deseada es ya una cuestión de salud pública en España. Así lo sostiene Matilde Fernández, exministra de Asuntos Sociales y actual presidenta del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, promovido por Fundación ONCE. En una reciente entrevista en el canal de YouTube Maginset, Fernández ha hecho un profundo repaso a los últimos datos sobre el fenómeno, con especial atención a cómo afecta a jóvenes, mujeres y personas con discapacidad.
“Una de cada cinco personas en España sufre soledad no deseada. Y dos de cada tres llevan más de dos años en esa situación, lo que los investigadores ya consideran soledad crónica”, explica Fernández. Un dato alarmante que pone de relieve que este no es un malestar puntual, sino una realidad estructural que requiere intervención urgente.
La juventud, el grupo más afectado
Uno de los datos más sorprendentes del último informe del Observatorio es que la soledad afecta más a los jóvenes que a los mayores. “Un 34,6% de los jóvenes entre 18 y 24 años reconoce sentirse solo. Y si sumamos los que alguna vez en su vida se han sentido así, la cifra asciende al 69%”, apunta la presidenta. Esta revelación rompió con la hipótesis inicial del equipo de investigación, que centraba el foco en la tercera edad. Sin embargo, fueron los propios jóvenes quienes, a través de encuestas, verbalizaron abiertamente su malestar.

La soledad es un problema mundial
Fernández señala que los motivos son múltiples: “La ruptura de redes sociales por estudios o trabajo, la competitividad impuesta desde la infancia, las dificultades económicas y la precariedad laboral generan una acumulación de frustraciones”. En muchos casos, los jóvenes sienten que no están a la altura de las expectativas sociales o familiares, lo que impacta directamente en su bienestar emocional.

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Las mujeres y la soledad invisible. El fenómeno también tiene rostro de mujer. Según el barómetro, el 21,8% de las mujeres experimenta soledad no deseada frente al 18% de los hombres. Una brecha que se acentúa entre la población joven, donde un 30% de las chicas se sienten solas frente a un 20% de chicos.
“Históricamente, las mujeres hemos sido las cuidadoras. Hemos dado mucho y esperamos recibir lo mismo. Pero eso ya no ocurre. Ahora trabajamos, tenemos menos hijos y hay menos nietos. Esa red afectiva se ha reducido”, explica Fernández, que insiste en que la solución pasa por reconstruir comunidad.

Los sentimientos de soledad se han disparado
¿Hay una soledad deseada? La exministra hace una importante distinción entre la soledad elegida y la no deseada. “A veces necesitamos estar solos para cargar pilas, leer, escuchar música o incluso estar con alguien en silencio. Eso también es saludable. Pero cuando esa situación se prolonga en el tiempo y no es elegida, puede derivar en problemas graves”, advierte.
Además, recuerda que la soledad no es simplemente un sentimiento individual, sino un fenómeno social alimentado por cambios estructurales como el envejecimiento de la población, la digitalización o la fragmentación de las redes familiares y vecinales.

Mujer mayor en la cama
Tecnología: ¿herramienta o barrera? Fernández aborda también el papel ambivalente de la tecnología. “Depende de cómo se use. Si tras tres horas en redes apagas el móvil y sales a tomar algo con amigos, no hay problema. Pero si no tienes interacción humana, sí puedes sentirte más solo”, explica. Este patrón es especialmente preocupante entre los jóvenes, cuyo uso del móvil ya supera las cinco horas diarias según los últimos estudios.
“La tecnología puede ser una gran aliada, sobre todo para las personas con discapacidad o mayores. Pero debe estar al servicio de la inclusión y no sustituir el contacto humano”, matiza.
“Hay que recuperar el barrio”
Como recomendación clave, Fernández propone volver a la vida comunitaria: “Hagamos barrio. Recuperemos los espacios comunes. Coordinemos farmacias, centros culturales, colegios, asociaciones vecinales... La soledad se combate desde lo colectivo”. También anima a pedir ayuda sin miedo: “Decir que te sientes solo no te hace débil, te hace inteligente. La mayoría de las veces, cuando se pide ayuda, se recibe”.
Finalmente, recuerda que construir una sociedad más inclusiva es tarea de todos: “La soledad se agrava cuando hay discriminación. Personas migrantes, con discapacidad, de colectivos LGTBI o minorías étnicas reportan mayores niveles de aislamiento. No estamos entendiendo que los espacios educativos, laborales y sociales deben ser lugares de integración”.