El Dr. José Luis Marín López, referente en psiquiatría y psicoterapia con más de cuatro décadas de experiencia clínica, ha abordado en una intervención en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid una de las realidades más silenciadas dentro del ámbito familiar: el maltrato emocional que sufren muchos niños cuando se les convierte en instrumentos para satisfacer las necesidades no resueltas de sus padres.
“Los hijos vienen al mundo solo para satisfacer las necesidades de los padres. Es una experiencia traumática muy intensa, pero además repetida en el tiempo”, advierte el especialista, quien dirige el Foro Internacional para la Formación en Psicoterapia y ha sido una figura clave en el desarrollo de la medicina psicosomática en España.
El trauma de la negligencia emocional
Marín subraya que el maltrato emocional no siempre viene acompañado de violencia física. De hecho, muchas veces se manifiesta en gestos sutiles pero profundamente lesivos: “La negligencia, el abandono… son formas de maltrato en los que no necesariamente hay palizas”. Entre los ejemplos más frecuentes, señala la falta de sintonía emocional entre padres e hijos como un patrón recurrente en consulta.
José Luis Marín, psiquiatra,
“La falta de sintonía. El bebé necesita una manzana y mamá le da un iPhone 16”, expone con una metáfora ilustrativa. Esta desconexión entre lo que el niño necesita y lo que el adulto ofrece genera experiencias reiteradas de frustración, incomprensión y pérdida. “Si yo solo quería un abrazo, pero como no tengo tiempo para darte abrazos, ni tengo capacidad afectiva... eso es muy traumático”, añade.
Un niño en el sofá frente a una pantalla
El origen está en las historias no resueltas de los adultos. El psiquiatra no emite juicios hacia los padres, sino que invita a mirar con compasión y conciencia las raíces del problema. “No es un juicio de valor, es que no la tengo [la capacidad afectiva] porque tengo a su vez mi propia historia, también como madre o como padre”. En su experiencia, muchas de estas dinámicas se heredan inconscientemente de generación en generación, reproduciendo ciclos de carencia emocional no resueltos.
Muchos padres no son conscientes del riesgo que implica exponer a sus hijos en las redes sociales.
La clave está en la gestión de las necesidades
La raíz del trauma, explica Marín, reside en el conflicto entre lo que el niño siente y expresa y lo que el adulto está dispuesto (o puede) ofrecer. “En esas discrepancias aparece la experiencia traumática, la experiencia de pérdida, de no ser comprendido, de no ser validado”. Y es en esa brecha donde se instala el dolor emocional que arrastrará muchas veces hasta la vida adulta.
“Lo que yo quiero, que es un abrazo, no es válido”, concluye el especialista, reflejando el sentimiento de invalidez que tantos adultos arrastran desde la infancia y que condiciona sus relaciones y su autoestima.
