El verano trae consigo días más largos, noches cálidas y la promesa de descanso. Pero también trae un invitado que nadie espera y que casi todos detestan: el mosquito. Pequeño, persistente y molesto, este insecto se ha convertido en uno de los principales inconvenientes de la temporada estival, especialmente en zonas húmedas o costeras.
Protegerse de los mosquitos requiere una combinación de barreras físicas, repelentes y estrategias ambientales. La prevención es clave, especialmente para niños, personas alérgicas o quienes viajan a zonas con riesgo sanitario. En el mercado hay múltiples productos pero durante los últimos años se ha popularizado un método japonés conocido como Katori Senko.

Picaduras de mosquito
Su presencia sigue siendo símbolo de verano, calma y memoria colectiva
Origen. Fue desarrollado a finales del siglo XIX por Eiichiro Ueyama, un comerciante japonés que buscaba una forma más efectiva de combatir los mosquitos. Su esposa, Yuki, tuvo la idea de transformar las varillas de incienso en forma de espiral para que duraran más. El resultado fue una combustión de hasta 7 u 8 horas por espiral. Hoy, a pesar de la proliferación de repelentes modernos, sigue siendo un clásico, especialmente en casas de campo, terrazas y templos. Su fragancia, una mezcla de hierba, humo y verano, evoca tranquilidad, tradición y una conexión con la naturaleza.

Picada de mosquito
Composición. El ingrediente activo original es la piretrina, un compuesto natural extraído de flores del crisantemo (Chrysanthemum cinerariifolium), originarias de África pero cultivadas también en Asia. Las piretrinas atacan el sistema nervioso de los insectos, pero son de baja toxicidad para humanos y animales domésticos en las concentraciones utilizadas.

Picaduras de mosquito.
Una tradición que cruza fronteras. En los últimos años, el katori senkō ha ganado popularidad fuera de Japón, especialmente entre amantes de lo natural, coleccionistas de objetos japoneses y quienes buscan métodos antimosquitos sin enchufes ni productos químicos líquidos. También se ha vuelto común en terrazas, jardines y campings en Europa y América, como alternativa visual y aromáticamente agradable.