La fidelidad hoy no es solo cuestión de lealtad romántica. Es también un compromiso con la coherencia, con la responsabilidad afectiva, con la constancia en medio del vértigo. En un mundo que premia la novedad y desprecia la paciencia, ser fiel implica profundidad, atención y un tipo de amor que no se rinde al primer signo de aburrimiento o conflicto.
El psicólogo Antonio Porcelli defiende que hay que la fidelidad en pareja tiene más valor que nunca: “Las aplicaciones de citas y las redes sociales demuestran que la fidelidad es más importante que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad”, empieza diciendo.

Imagen ilustrativa de una infidelidad
“Puede poner en riesgo años de matrimonio y todo lo que has construido con mucho esfuerzo”
Cuidar la lealtad. El experto señala la necesidad de cuidar la lealtad y valorarla más que nunca: “Debemos atesorar conceptos como la honestidad, la transparencia, la verdad”, explica.
Bombardeo de estímulos. La facilidad de las aplicaciones de citas y las redes sociales pueden crear tentaciones en muchas personas: “Puede poner en riesgo años de matrimonio y todo lo que has construido con mucho esfuerzo. Por poner un 'Me Gusta' y tontear vas a lastimar a la persona que más te apoyó en toda ti vida”, termina diciendo Porcelli.

Una mujer quitándose el anillo de casada
Redes sociales. La exposición constante y la necesidad de validación externa tensionan aún más los vínculos. La intimidad se mezcla con lo público, y las comparaciones son inevitables. En medio de ese ruido digital, la fidelidad se convierte en un acto de contracorriente
Reflexión. Valorar la fidelidad hoy no significa cerrar los ojos al cambio, sino reivindicar la estabilidad emocional como un ancla en medio de la incertidumbre. Es reconocer que los vínculos sólidos no se construyen en un instante ni se cultivan con emojis, sino con tiempo, presencia y cuidado mutuo.