En la práctica médica moderna, la resonancia magnética se ha convertido casi en un símbolo de certeza diagnóstica. Sin embargo, solicitar este estudio sin una justificación clínica sólida no solo resulta innecesario, sino que puede tener efectos contraproducentes.
El médico de familia Víctor Espuig ha hablado sobre ello en uno de los últimos vídeos de su canal de TikTok: “La gran parte de las resonancias que solicitamos los médicos responden más a la insistencia del paciente que a una necesidad clínica”, empieza diciendo.

Una máquina de resonancia magnética
“Lo que empieza siendo un dolor molesto puede convertirse en un problema mayor si la persona cae en la trampa del miedo y la medicalización excesiva”
Ejemplo. El experto pone el ejemplo de un teórico paciente de 40 años con dolor lumbar de dos o tres meses de evolución. El paciente suele presionar hasta conseguir una resonancia: “Lo más probable es que aparezcan dos protrusiones discales o signos de desgaste que, muchas veces, no guardan relación con el dolor que padece la persona”, señala.

Dolor lumbar
Círculo vicioso. Estos resultados pueden generar en el paciente un miedo y una ansiedad injustificadas: “A partir de cierta edad es muy común que cualquier prueba de imagen muestre cambios degenerativos, aunque no sean responsables del dolor. El paciente, al verlos, piensa que tiene una lesión grave, empieza a evitar actividades, se medica más de lo necesario y pide nuevos tratamientos que no aportan beneficios”, explica Espuig.

La lumbalgia, también conocida como dolor lumbar, puede impedir realizar diversas actividades diarias.
Sobrediagnóstico y sobretratamiento. El especialista explica que son dos fenómeno que están cada vez más presentes en la práctica clínica y que terminan derivando en consultas innecesarias, pruebas repetidas y una carga para los pacientes: “Lo que empieza siendo un dolor molesto puede convertirse en un problema mayor si la persona cae en la trampa del miedo y la medicalización excesiva”, comenta.
Recomendación. Víctor recomienda mantener la actividad física, cuidar la higiene postural, realizar ejercicio físico adaptado, y si es preciso, acudir a rehabilitación: “En algunos casos se puede recurrir a medicación puntual, pero lo fundamental es no caer en la inactividad ni en la búsqueda compulsiva de pruebas”, termina diciendo.