Entre los aspectos que más llaman la atención en una investigación criminal está la precisión con la que los forenses son capaces de determinar la hora de la muerte. Para el ciudadano común, resulta casi asombroso que un cuerpo sin vida pueda “hablar” con tanta claridad, revelando detalles que parecen reservados al terreno de la ficción.
Jessica Prado es una criminóloga con presencia en redes que ha querido aclarar cómo se determina la hora de la muerte de una persona: “El cuerpo cambia de una forma bastante predecible”, empieza diciendo.
Un equipo forense investiga la escena del crimen en Solingen, Alemania
¿Cómo se calcula la hora de la muerte?
Algor mortis. Tras la muerte, el organismo deja de producir calor y la temperatura corporal comienza a descender hasta igualarse con la del entorno. La velocidad depende de factores como la ropa, el clima, la edad o el lugar donde se halle el cadáver.
Rigor mortis. Entre dos y cuatro horas después del deceso, los músculos se tensan debido a la falta de oxígeno y la acumulación de ácido láctico. Suele empezar en la mandíbula y el cuello, extendiéndose al resto del cuerpo, para luego desaparecer pasadas unas 24–48 horas.
Escena de un crimen
Livideces cadavéricas. Son manchas violáceas que aparecen en las zonas del cuerpo donde la sangre se acumula por gravedad al dejar de circular. Su patrón ayuda a determinar la posición en que murió la persona o si el cadáver fue movido.
Entomología forense. En los casos donde el cuerpo lleva más tiempo sin vida se calcula la llegada de insectos necrófagos como moscas, que suelen aparecer entre minutos y horas después del fallecimiento. Las hembras depositan huevos que terminan transformándose en larvas de tres estadios. El tipo de insecto hallado y el estado de su desarrollo permiten determinar el tiempo mínimo transcurrido desde la muerte.

