El duelo no se vive solo en el alma: también deja huellas en el cuerpo. La pérdida puede traducirse en insomnio, fatiga persistente, falta de concentración y un torbellino de desajustes emocionales que afectan la vida diaria. De pronto, las rutinas más simples como poner la mesa, preparar un café, abrir un armario, se convierten en recordatorios dolorosos de la ausencia.
Liza Barros-Lane es investigadora y profesora de trabajo social. Desde una vivencia personal, después de haber perdido a su marido, ha explicado en The Conversation cómo afrontar el dolor es un proceso de resistencia y cuidado personal que requiere paciencia y apoyo constante.
Una mujer llorando
La pérdida provoca desregulación emocional. Es normal tener cambios bruscos en cuestión de minutos. También podemos tener lagunas de memoria, ataques de pánico, opresión en el pecho o agotamiento.
Descansa. La experta propone tomarnos el duelo como si acabásemos de salir de una cirugía. Descansa con frecuencia, céntrate en las pequeñas tareas de casa y haz pausas intencionadas.
Una lágrima cayendo por el rostro de una mujer
Cinco herramientas que no borrarán el dolor, pero pueden ofrecer un alivio rápido
Un gesto de autocompasión mediante el contacto físico propio. El contacto físico propio no borra la ausencia, pero recuerda al cuerpo y a la mente que aún hay cuidado y presencia. Practicar la autocompasión en pequeños gestos es una forma silenciosa de empezar a sanar.
Dejar que las emociones fluyan como las olas. Dejar que las emociones fluyan como las olas no elimina el dolor, pero permite que la mente y el cuerpo encuentren alivio en el movimiento natural de sentir. Aceptar ese vaivén, sin resistencia ni juicio, es un acto de autocompasión que abre espacio para que dejemos de sentir dolor.
El duelo por la muerte de un ser querido
Recurrir a la suavidad de una manta o una mascota. Encontrar consuelo en esas pequeñas caricias cotidianas es también una forma silenciosa de sostenerse.
Aplica técnicas de respiración o frío para regular el cuerpo y valorar el dolor en una escala del 1 al 10. Ayuda al cuerpo y a la mente a encontrar un punto de equilibrio y devuelve una sensación de control en medio del desajuste emocional.

