Dormir tarde no es un simple hábito, sino una decisión que repercute directamente en el organismo. Diversos estudios advierten que alterar los ciclos de sueño afecta la concentración, el rendimiento y el equilibrio hormonal. Lo que a menudo comienza como una costumbre aparentemente inofensiva puede derivar en fatiga crónica, alteraciones metabólicas e incluso problemas cardiovasculares.
La médica y divulgadora Alejandra Stivaletta ha explicado, en uno de los vídeos más recientes de su canal de TikTok, que el cuerpo empieza a resentirse cuando se va a dormir pasadas las once de la noche: “Aunque no lo sepas, tu cuerpo ya lo está pagando”, empieza diciendo.
El estrés puede provocar insomnio
“Dormirse tarde no es una costumbre, es un hábito que acelera el envejecimiento”
Desajuste. La experta afirma que a la primera semana con ese cambio de rutina ya podremos sentir como nuestro reloj biológico se desajusta. La energía disminuye al despertar y aparecen los típicos bajones de media mañana acompañados de antojos de comida.
Dormir poco tiene graves consecuencias para la salud
Piel. Pasadas dos semanas los efectos se intensifican en la piel. Alejandra explica que baja la producción de colágeno, se incremente la deshidratación y el rostro empieza a lucir más apagado. A nivel emocional se muestra una menor tolerancia al estrés que genera irritabilidad ante situaciones cotidianas.
Metabolismo. Si pasamos tres semanas acostándonos tarde el problema se trasladará al metabolismo. Los niveles de cortisol aumentarán, la insulina se desregulará y tendremos una acumulación de grasa en la zona abdominal: “Aunque comas bien, perder peso se vuelve más difícil”, advierte. A la cuarta semana se activarán genes relacionados con procesos inflamatorios crónicos y se silencian otros que protegen frente al envejecimiento celular: “Dormirse tarde no es una costumbre, es un hábito que acelera el envejecimiento”, termina diciendo.

