Ser profesor hoy es enfrentarse a una profesión cada vez más compleja. La docencia ya no se limita a transmitir conocimientos, sino que exige gestionar la diversidad en las aulas, adaptarse a la irrupción de nuevas tecnologías, atender problemas emocionales y sociales de los alumnos y, además, lidiar con la presión de familias y administraciones.
Natalia Velilla es una magistrada que ha reflexionado sobre la tensión que experimentan los docentes que viven en una encrucijada por la tensión entre las demandas de las familias y las carencias educativas de los alumnos: “Es muy complicado ser profesor hoy en día, casi una heroicidad”, empieza diciendo.
Niños en un aula realizando un exámen
“Hay padres que mandan a los niños al colegio sin saber comer solos”
Denuncia. Velilla afirma que muchos padre delegan en los centros educativos funciones que deberían ser enseñadas en casa: “Hay padres que mandan a los niños al colegio sin saber comer solos, sin quitarles el pañal o con comportamientos que han aprendido en casa”, comenta. Este vacío formativo obliga a los profesores a cubrir mucho más que el simple contenido académico y termina siendo una fuente de estrés.
Las pizarras virtuales son una herramienta más en el aula desde hace tiempo.
Quejas. Por otro lado existen padres que cuestionan la labor educativa de los docentes: “Cuando se les educa en el colegio, muchas veces los padres vienen a rendir cuentas a los profesores por determinadas cuestiones”, afirma.
Misión casi imposible. En su intervención, la magistrada denuncia que ser docente hoy en día es realmente difícil. A la exigencia de formar a nuevas generaciones se suma la crítica permanente y la escasa colaboración de muchas familias, un escenario que, según los propios maestros, convierte la docencia en una labor desgastante y de enorme resistencia, más cercana a una prueba de fortaleza que a un ejercicio de vocación.

