Aiora Larrañaga, psicóloga: “Estas son las frases cotidianas que los padres dicen a los niños y que podrían causar ansiedad y heridas invisibles”

EDUCACIÓN

La experta señala que pronunciar estas frases puede tener consecuencias en el desarrollo de los más pequeños 

Un niño escondiéndose entre cojines

Un niño escondiéndose entre cojines

Pixabay

En la crianza, las palabras importan tanto como los gestos. Frases y expresiones que a menudo se pronuncian de manera automática pueden convertirse en detonantes de ansiedad o miedo en los hijos. Advertencias exageradas, amenazas veladas o comparaciones con otros niños, aunque parezcan inofensivas, terminan por sembrar inseguridad y desconfianza en quienes las escuchan.

Aiora Larrañaga es una psicóloga general sanitaria con presencia en redes. En uno de sus vídeos más recientes ha reflexionado sobre las frases que no deberíamos decir a nuestros hijos: “Le crearás ansiedad y miedo”, empieza diciendo. 

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Niño triste

Niño triste

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Frases que nunca deberías decir a tus hijos

No llores por tonterías. Utilizar esta expresión lleva al menor a evitar mostrar lo que siente y dificulta que exprese sus emociones a los adultos.

¿Ya vas a empezar otra vez? Puede provocar que el niño viva con la sensación de conflicto permanente y crea que sus problemas no tienen legitimidad.

Siempre me estás molestando. Este tipo de mensajes provoca que el niño se perciba a sí mismo como una carga para los demás. Esto puede afectar directamente a la autoestima del menor.

Foto de archivo

Niño triste 

Pixabay

No exageres. Esto le enseñará que su percepción es incorrecta y genera bloqueos emocionales en los niños.

Eres un pesado. Puede generar dificultad para pedir ayuda por sentirse una carga. 

Nunca haces nada bien. Esto hace que tu hijo se sienta inútil e incapaz de hacer cosas nuevas. 

Haz lo que quieras, ya me da igual. Utilizar esta frase hace sentir a tu hijo que ya no le importas. Pierde conexión con la figura paterna. 

Déjame en paz. Esto hace que sienta que el prestarle atención es una carga y le costará pedir cariño. 

Si sigues así me vas a matar de un disgusto. Esto hace que  sientas responsabilidad sobre tu salud generando culpa, ansiedad y miedo a fallarte, llevándolo a pensamientos oscuros. Es la frase más peligrosa.

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