Cuando una persona empieza a priorizar su bienestar emocional, su manera de vincularse con los demás cambia de forma evidente. Aprender a escucharse, poner límites y reconocer las propias necesidades modifica las dinámicas cotidianas y redefine qué se espera de una relación sana.
La psicóloga Beatriz Titos ha reflexionado sobre ello, aportando un frase que suele escuchar en su consulta: “Desde que voy a terapia, no soporto a la gente”, explica. A simple vista puede parecer un simple rechazo hacia los demás, pero la experta afirma que se trata de una señal de crecimiento personal.
Discusión entre amigos
“Tu comodidad era el resultado de ser manipulable, de no tener voz ni voto”
Hartazgo. La experta explica que una de sus pacientes afirmó sentirse harta de personas que le decían que era muy egoísta. Titos le contó que es una consecuencia natural después de haber aprendido a cuidarse: “Cariño, no es que no soportes a la gente, sino que te has dado cuenta de que antes te sentías muy a gusto con ellos porque no ponías límites”, le dijo.
Mujer triste
Límites. Titos afirma que es normal que los entornos se molesten cuando alguien empieza a establecer sus propios límites: “Ahora que sí, que estás empezando a mirar por ti y a poner tus propios límites, se enfadan, se molestan y ya no se pueden aprovechar tanto de ti. Tu comodidad era el resultado de ser manipulable, de no tener voz ni voto”, señala.
Reacciones. Este tipo de reacciones, aunque incómodas, no deben tomarse como un castigo, sino como un indicador de que tus límites están funcionando. Aprender a sostenerlos es parte del proceso de construir relaciones más equilibradas y respetuosas, donde el cuidado propio deja de ser negociable.
Diversos tipos de relaciones. Esta incomodidad inicial no implica que te vuelvas asocial o que no tengas empatía. Simplemente estás empezando a distinguir entre relaciones sanas y relaciones basadas en el desequilibrio: “Eso no es cariño, ni amistad ni amor”, termina diciendo.

