Una de las caras más duras de la muerte es ver cómo la enfermedad roba la autonomía de quien la padece. La conciencia de que el tiempo es limitado, combinada con la pérdida de la capacidad de valerse por sí mismo, convierte cada día en un desafío silencioso y doloroso. No se trata solo del final de la vida, sino del desgaste que sufren cuerpo y mente mientras se intenta mantener la dignidad y la rutina en un contexto de fragilidad.
El escritor y divulgador de salud Thomas Blake ha publicado un artículo en el que recoge la sobrecogedora experiencia de Laura, una enfermera que estuvo a cargo de pacientes a los que les quedaba poco tiempo de vida. Concretamente Laura presenció más de 300 muertes y tuvo la oportunidad de recopilar y anotar los últimos testimonios de estos pacientes.
Cuidados paliativos.
Siete lecciones sobre lo que importa en la vida de personas a punto de morir
Debería haber amado más... y de forma diferente. Se trata de una frase pronunciada por un hombre de 92 años llamado George, que se arrepentía de llevar un total de cuarenta años sin hablar con su hermano: “Tratamos el amor como un proyecto secundario. Pero al final, es el único proyecto que importa. Envía el mensaje. Haz la llamada. No esperes al funeral para decir lo que el amor exige ahora”, afirma Laura a modo de conclusiones.
Guardé mi alegría para más tarde... y más tarde nunca llegó. Laura habla del caso de un ingeniero que, por miedo a la pobreza, vivió toda su vida acumulando ahorros sin disfrutar de ellos: “La alegría retrasada es la alegría negada. 'Algún día' es un espejismo. Usa los platos bonitos esta noche. Reserva ese pequeño viaje. Deja que la alegría se convierta en tu defecto, no en tu recompensa”, recuerda como lección de vida.
El perdón me liberó más que el oxígeno. La enfermera explica que una mujer parecía aferrarse a la vida por un dolor que necesitaba terminar de sanar. Murió media hora después de hablar con su hijo cuando fue a visitarla: “La falta de perdón no castiga a los demás: te envenena a ti. Escribe la carta que nunca enviarás. Perdona en papel si no puedes hacerlo en persona. La paz no es un premio. Es una liberación”, recuerda.
Una doctora sujetando las manos de un familiar
Las mejores cosas de la vida eran gratis, y yo estaba demasiado ocupado para darme cuenta. Según la enfermera, muchos reconocieron que no iban a echar de menos las cosas materiales, sino las cosas cotidianas como el olor de la lluvia o el canto de los pájaros: “La sencillez no es una carencia, es un lujo. Cuanto más pequeño sea tu mundo, más agudo será tu sentido de la maravilla. Desconecta durante un día. Cuenta cuántos momentos te hacen sonreír sin pantallas ni dinero”, cuenta,
El remordimiento es la carga más pesada de llevar. Uno de los testimonios más comunes a las puertas de la muerte es el arrepentimiento: “Perdemos décadas intentando parecer competentes, no valientes. Pero el fracaso se desvanece. El arrepentimiento endurece. Haz una lista de las tres cosas que más lamentarías no haber hecho. Empieza la primera antes de que acabe la semana”, recomienda.
La presencia es el mayor regalo que puedes hacer. Laura explica que lo más doloroso de todo era ver una silla vacía y notar la ausencia de los familiares de las personas enfermas: “La distracción es la enfermedad moderna de los vivos. Pasamos por la vida como si fuera un ensayo. Cuando comas, sólo come. Cuando hables, escucha de verdad. Un día, alguien dará lo que sea por recordar ese momento en el que estuviste medio ausente”, afirma con tristeza.
La paz llega cuando dejas de fingir. Una de las pacientes de la enfermera solo logró la paz cuando sintió la confianza para quitarse una peluca y dejar de fingir: “La autenticidad parece aterradora, hasta que te das cuenta de que es oxígeno. Di lo que quieres decir. Deja que alguien vea la versión de ti que no está editada para su aprobación. La paz que buscas se esconde tras tu honestidad”, comentó.
Apoyo emocional desde la cama de un hospital
Estudio. Un análisis titulado 'Regrets become a lasting source of pain’: A qualitative study on family caregivers' experiences leading up to a relative's death (2023)' entrevistó a 22 cuidadores principales tras la muerte de un familiar en cuidados paliativos, y encontró que el tema central era “hacer todo lo posible para mantener sin arrepentimientos la relación entre vivientes y fallecido”.
Reflexión. Laura cerró su testimonio con una interesante reflexión sobre el enfoque con el que deberíamos observar la vida: “Todos perseguimos algo, el éxito, el control, la atención; pero toda persecución acaba en quietud. Lo que importa es a quién amamos y cómo nos comportamos mientras seguíamos en marcha”, termina diciendo. Cada gesto de cariño, cada acto de respeto y cada decisión ética construyen la huella que dejamos en los demás y en nosotros mismos. La vida no se mide solo por el tiempo que pasa, sino por la manera en que vivimos y conectamos con quienes nos rodean.

