Robert Waldinger, psiquiatra: “Las personas más satisfechas con sus relaciones a los 50 años son las más sanas a los 80”

BIENESTAR

Quienes nos rodean pueden mejorar nuestro ánimo, pero también pueden regalarnos más salud

De entre todas las hormonas que rigen nuestro cuerpo, hay cuatro que son conocidas como las hormonas de la felicidad: la dopamina, la oxitocina, la serotonina y la endorfina

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El Estudio de Desarrollo Adulto de Harvard, uno de los más prolongados del mundo, ha confirmado una conclusión que cuestiona muchas prioridades actuales: más allá del dinero, el éxito profesional o el estatus, lo que realmente define una vida plena son las conexiones humanas profundas. La calidad de las relaciones personales, desde amistades sólidas hasta vínculos familiares estables, se presenta como el factor que mejor predice la salud, la felicidad y la longevidad.

El psiquiatra Robert Waldinger ha compartido algunos de los datos más fascinantes de este estudio: “No eran sus niveles de colesterol los que predecían cómo iban a envejecer. Era lo satisfechos que estaban con sus relaciones. Las personas que estaban más satisfechas con sus relaciones a los 50 años eran las más sanas a los 80”, empieza diciendo. 

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Tener buenas relaciones puede darte vida

Escudo antiestrés. Tener alguien en quién confiar proporciona una sensación de seguridad emocional que actúa como un escudo contra el estrés, lo que nos lleva a tener una buena salud mental y física. 

Fuente de bienestar. El entorno más cercano actúa como una fuente de bienestar y cuando nos hacen reír, obtenemos muchos beneficios para la salud mientras rebajamos la tensión.

Mejora el sistema inmunológico. Las relaciones tienen la capacidad de rebajar los niveles de cortisol elevados de manera crónica, lo que mejora nuestro descanso y ayuda a fortalecer el sistema inmunológico: “Las personas que se sienten solas tienen más probabilidades de experimentar problemas de salud”, advierte Waldinger en sus publicaciones. 

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Vínculos profundos y significativos

Trampa. Teniendo estos factores en cuenta, cualquiera podría caer en la trampa de rodearse de mucha gente, pero no es un sinónimo de calidad de vida: “No se trata de cuántas relaciones tenemos, sino de la calidad de esas relaciones”, puntualiza.

Comunicación y empatía. Escuchar activamente, compartir momentos significativos y resolver conflictos de manera constructiva hace que tengamos lazos afectivos más profundos y fuertes: “La intimidad se construye mediante la vulnerabilidad y y la confianza”, afirma recordando que abrirse a los demás es fundamental para forjar conexiones reales y duraderas. 

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Madurez. Con la llegada de la madurez, es más fácil saber discernir entre los vínculos que suman y los que restan. La investigación de Robert Waldinger muestra que la verdadera felicidad y bienestar provienen de las relaciones que cultivamos a lo largo de nuestra vida y no todas tienen el mismo tiempo de vida ni coexisten a la vez. “No olvides que lo que realmente importa son las conexiones que estableces”, explica Robert Waldinger.

Reflexión. Detenerse a reflexionar sobre con quién realmente merece la pena invertir tiempo y energía se convierte en un ejercicio de salud más que de conveniencia. Resulta esencial dedicar un espacio a analizar qué personas aportan apoyo, calma o crecimiento y cuáles, por el contrario, drenan recursos vitales. Elegir bien los vínculos no es un gesto egoísta, sino una decisión consciente que puede transformar la manera en que vivimos.

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