No se ofendan si rotundamente me niego a aceptar el regalo, pues tengo el firme propósito de morirme sin poseer ni un palmo de terreno en Barcelona”. Francesc Rius i Taulet (1833- 1889), el alcalde que había logrado transformar la ciudad y la puso en el punto de mira internacional gracias a la Exposición Universal de 1888, respondía así al ofrecimiento de un solar por parte de unos propietarios de Rambla de Catalunya agradecidos por la apertura y urbanización de una avenida en lo que había sido “un malecón inmundo”. Efectivamente, pese a la creencia popular de que había atesorado una gran fortuna durante sus cuatro mandatos, Rius i Taulet fue un político honrado y murió pobre, dejando a su familia en una situación tan precaria que el Ayuntamiento encabezó una suscripción popular para la construcción de una casa en la calle de Anglí para su viuda, Dorotea Rius, y sus tres hijos.

Casa del Marquès o Casa del Sepulcro en Olèrdola, donde murió Rius i Taulet y cuyo cuerpo fue expuesto en la capilla románica del siglo XI adosada a la vivienda
Al Marqués de Olèrdola, el título que le había concedido solo unos meses antes la reina regente María Cristina, la muerte le sorprendió con 57 años en la masía de su familia política en Olèrdola, también conocida como la Casa del Marqués o Casa del Sepulcro por sus primeros propietarios, una comunidad de caballeros de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén establecida allí en tiempos de las cruzadas. Mientras Barcelona celebraba las fiestas de la Mercè, el cuerpo del alcalde que las había creado se exponía en la capilla románica adosada a la vivienda que aún conserva pinturas del siglo XI.

Cristina Giner y José G. Perpiñá, en su casa de Olèrdola
La finca, rodeada de viñedos y árboles centenarios, pasó años después a su hijo Manuel Rius i Rius, un dandi que también fue alcalde de Barcelona por un breve periodo de tiempo (1916-1917), y más tarde a los sobrinos de su esposa (la pareja no tuvo hijos), hasta llegar, hace catorce años, a Cristina Giner Leal, su actual propietaria. Giner, periodista de información internacional que vivía en aquel momento con su pareja arquitecto en un piso compartido del Born. “De repente, recibir esta casa fue como un entre un ‘qué guay’ y un ‘madre mía’. ¿Qué hacemos con todo esto?”, recuerda. “Yo estaba en Lyon y estábamos pensando en irnos a vivir al Líbano, y de pronto la herencia lo cambió todo”. Con unos pequeños ahorros rehabilitaron la planta baja para destinarla a alquiler turístico. Los ingresos les han servido para preservar el conjunto (ellos siguen viviendo en su apartamento de 60 metros cuadrados en el Raval) pero faltaba por resolver qué hacer con la planta noble, la residencia de los marqueses, presidida por un retrato de Rius i Taulet con su frondoso bigote y una barba diseñada como prolongación de las patillas.

Retrato conmemorativo de Rius i Taulet con motivo de la Exposición Universal
Como si no hubiera pasado el tiempo, ahí estaba, todavía intacto, buena parte del legado del “alcalde más relevante, junto a Pasqual Maragall, de la historia contemporánea de Barcelona”, en palabras del historiador Daniel Venteo. Merecía, por tanto, ser preservado para el futuro y que todo aquel material que era personal pero que habla de un episodio clave en la historia de la ciudad fuera accesible para los investigadores.
“De repente, recibir esta casa fue como un entre un ‘qué guay’ y un ‘madre mía’. ¿Qué hacemos con todo esto?”, recuerda Cristina Giner
Un conjunto de una cincuentena de objetos y documentos, relacionados con la Exposición Universal de 1888, abandonaron el pasado lunes la casa del Alt Penedès para un último viaje hasta el Museu d’Història de Catalunya, donde Giner los ha depositado en régimen de cesión. Repartidas por las diferentes estancias de la vivienda, los herederos fueron encontrando los recuerdos con los que el alcalde quiso rodearse, desde las medallas con el lema “Barcelona 1888” obsequio de la monarquía española a una espada ceremonial regalo de los emperadores japoneses.

Zapatillas de terciopelo con la inscripción 1888 y el escudo municipal. Las guardaba en el interior de una caja fuerte
Tras la mesa del despacho, el alcalde se sentaba en la silla monumental que la reina regente ocupó en las estancias que el Ayuntamiento habilitó en su edificio de la plaza de Sant Jaume como residencia real y luego le regaló finalizado el evento. Muchos estaban a la vista, pero también había abundante documentación acumulada en cajas e incluso en la caja fuerte. Allí, después de años de búsqueda de unas llaves esquivas, hallaron las zapatillas de terciopelo con el lema de 1888 y el escudo municipal que pertenecieron a su esposa y que ahora han entrado a formar parte de los fondos del museo junto a las acreditaciones personales para acceder al recinto de la Ciutadella o abundante material fotográfico.

Acreditaciones del acceso al recinto de la Exposición Universal
Venteo, autor de un informe elaborado por encargo del Museu d’Història de Catalunya, destaca el hallazgo de una serie de documentos inéditos “que arrojará nueva luz sobre el personaje”. Se trata de los numerosos diplomas y condecoraciones que recibió por parte de diferentes mandatarios y que “demuestran el extraordinario reconocimiento que obtuvo a nivel internacional, algo de lo que aquí no se era demasiado consciente”. Entre ellos, destaca el del zar Alejandro III de Rusia, un gran aficionado al arte, que lo nombró caballero de la Órden Imperial de San Estanislao, la máxima distinción de la monarquía de los Romanov.
Transformó Barcelona, pero murió pobre en su masía de Olèrdola, donde se conservaban sus recuerdos
Desde el Museu d’Història de Catalunya, su director, Jordi Principal, considera que tiene todo el sentido la incorporación de la colección personal de Rius i Taulet por “su interés y significación”, y en concreto todo lo que tiene que ver con la Exposición Universal, “un proyecto que propició, desde Barcelona, el desarrollo económico de Catalunya, así como su proyección internacional”.
Un político de ideas modernas y formas antiguas
Francesc de Paula Rius i Taulet fue un político de ideas y tendencias modernas pero de formas anticuadas, “un político del siglo XX con traje a la moda de mediados del XIX”, en palabras de Frederic Schwarz que recoge Daniel Venteo. Para el historiador, el alcalde que organizó la primera gran Exposición Universal celebrada en España y transformó urbanísticamente Barcelona, no ocupa en el imaginario popular el lugar que le correspondería por la trascendencia de su legado. “Era monárquico, un hombre de orden, pero su idea era la de una Barcelona que tenía que ser cosmopolita, potente, emprendedora”, precisa Venteo. “Nació en el Gòtic y era un enamorado de Ciutat Vella, pero al mismo tiempo era consciente de la nueva dimensión metropolitana que iba a tener la ciudad con el avance del Eixample. Y por tanto imagina una ciudad nueva que es la que 100 años después se encuentra Pasqual Maragall para reinventar democráticamente después de la dictadura”, asegura.