Es uno de los últimos grandes exponentes de la pianística rusa y la tradición romántica. Premiado intérprete e ilustre pedagogo, a sus 89 años vive en Nueva York después de haber dejado el Conservatorio de Moscú y emigrado a Estados Unidos en el 2022, al comenzar la invasión de Ucrania, su país de nacimiento. “Todavía estoy en shock por la cantidad de colegas que tenía en Moscú que apoyaban la guerra, un crimen contra hermanos”, dice Mijail Voskresensky (Berdiansk, 1935) en entrevista con La Vanguardia , desde Friburgo, donde imparte clase antes de seguir una gira de conciertos por Alemania. Este lunes hace su debut barcelonés en el Auditori del Conservatori del Liceu (19 h), donde el día 30 de enero impartirá una masterclass.
Hoy hay muchos pianistas que tocan demasiado rápido, demasiado fuerte y sin ningún sentido”
Lleva usted casi un siglo en la pianística clásica. ¿Hay diferencias profundas entre aquellas generaciones de pianistas y las del siglo XXI?
La diferencia es enorme. En mi época de estudiante, todos y cada uno amábamos la música, buscábamos las partituras, las orquestas... Ahora lo que quieren es participar en los concursos y llevarse el premio y el dinero. Desafortunadamente, hay muchísimos pianistas que tocan demasiado rápido, demasiado fuerte y sin ningún sentido. Claro que también nacen genios, y espero encontrarlos en Barcelona.
¿Cuál es el consejo que más necesitan ahora los estudiantes?
Muchas cosas son importantes, pero antes que nada para estudiar y ser un profesional tienes que amar la música. Y lo segundo es que busquen una combinación en su interpretación que exprese sus emociones, sus pensamientos y sentimientos, y también la comprensión de la imagen que va incluida en la música. Porque la música es un lenguaje internacional: tocamos el piano y todo el mundo entiende qué estás haciendo. Pero a veces los jóvenes tocan sin sentido y nadie les entiende. Para mí es vital que sientan el sonido en los dedos, para incluir su comprensión y, con ella, sus sentimientos y su alma más sincera.
Me alegro de haber estado en esta ribera del romanticismo, es un estado de tu alma"
¿Es compatible con los tiempos que corren el romanticismo de la pianística rusa de la que usted es uno de los últimos representantes?
No es verdad que yo sea el último representante, eso es algo que escriben los críticos sobre mí. Pero me alegro de haber estado en esta ribera del romanticismo porque el romanticismo siempre está ahí, no es solo un estilo artístico, existe desde Shakespeare y está en Webern o Schönberg. Es un estado de tu alma, es una imagen de tu vida. Porque uno no sólo come, trabaja y lee libros, también sueña y trata de organizar y expresar sus sentimientos, sentir una vida completa: eso es el romanticismo. Claro que, en pocos años, con la Inteligencia Artificial ya no lo necesitaremos, aunque creo que permanecerá siempre.
¿Cree que logrará la IA expresarse en este sentido romántico?
No he conocido muchas, pero no lo creo. Ya veo que es inevitable usarla, pero hay que mantenerse humano: ser alguien que sueña, sufre y puede responsabilizarse de sus actos.
Mijail Voskresensky
Dejó Rusia por América a los 87 años. ¿Espero demasiado?
Durante la URSS no pensé en desertar, era imposible irse. Y era mi país, esperaba que mejorara y tuviera una democracia. Recuperamos la libertad en 1990 o 1991, pero desgraciadamente la situación volvió al stalinismo o el putinismo, que es básicamente lo mismo. Yo viví de muy pequeño los terribles bombardeos sobre Sebastopol, un puerto militar durante la segunda guerra mundial, cuando Ucrania era parte de la URSS. Mi madre nos devolvió a mí y a mi pequeña hermana a la localidad de Berdiansk, con mis abuelos. Así que cuando en febrero del 2022 comenzó la guerra de mi país contra mi otro país, para mí eso fue un paso criminal.
Y no podía salir a la calle y manifestarse.
No, ni escribir contra la guerra, no quería acabar en la cárcel. Pero sí pude decidir no participar en eso, no seguir dando conciertos en Rusia. Tenía que irme. Y no podía ser a Europa porque yo ya tengo casi cien años y allí te retiran a los 65, así que decidí ir a Estados Unidos, donde oficialmente no hay discriminación por edad. Fue una decisión muy difícil. Ahora tengo la ciudadanía y me gusta América porque tienen todas las nacionalidades y todas están mezcladas. Y desde allí sí puedo expresar mi protesta contra la guerra. Doy conciertos, doy entrevistas...
Usted conoció a Shostakóvich.
¡Fui discípulo suyo! No de composición, claro, pero en 1957 tuve la oportunidad de aprender su Concierto de piano núm. 2 y pedí si podía tocar para él. Así que recibí sus lecciones.
Con Shostakóvich vimos en Praga la prohibida 'El gran dictador' y habló muy positivamente del genio de Chaplin"
¿Hablaron solo de música?
No. Pero Shostakóvich era muy especial, muy nervioso, siempre parecía temer algo. Eso sí, era muy amable y solo me dijo cosas bonitas. “Tocas muy bien, es fantástico, pero quizás en este pasaje podrías ir más rápido o tal vez ser más preciso”, cosas así. El suyo es un concierto muy poético y romántico, como la música romántica de mediados del XIX, si bien él lo compuso en el XX. Y mi maestro, un gran pianista, me dijo que Shostakóvich no quería sentimentalismo, que tenía que tocarla de forma muy directa, seca. Y así lo hice. Pero de repente Shostakóvich me preguntó por qué la tocaba tan árida, “si es una música es como Chopin”, dijo, jajaja. Cuando lo interpreté en el Festival de Primavera de Praga, Shostakóvich vino a escucharlo, y pasamos un tiempo juntos. Y recuerdo que vimos El gran dictador, de Chaplin, una película que estaba prohibido en la URSS, porque hablaba de un dictador como Stalin. Pero la vimos, él y yo, y Shostakóvich habló muy positivamente del genio de Chaplin. Yo no le pregunté si apoyaba el régimen, porque obviamente habría dicho que ‘por supuesto’.
No podían hablarlo ni en privado.
No, pero en nuestros corazones y mentes, nos entendíamos, sabíamos que íbamos en la misma dirección.
Le resultó chocante que algunos colegas en Moscú apoyaran la guerra...
Todavía estoy en shock de que hubiera tantos colegas y tanta gente apoyaran ese crimen. No creo que sean la mayoría, porque mucha gente tiene miedo y no tiene posibilidad de hablar ni de emigrar, para eso has de tener dinero, vender tu dacha. Nosotros tuvimos que vender el apartamento de mi mujer. Pero sí que muchos la apoyan, son fascistas, estúpidos.
¿Sigue grabando discos?
La verdad es que en Internet se pueden escuchar mis últimos conciertos en Estados Unidos y también antes, como los de México. En verano estuve en Perugia, en Italia, tocando Beethoven y pienso volver de nuevo. Y Barcelona me encanta, la he visitado mucho pero todavía no había tocado. Pero si se refiere a discos de estudio... en Rusia grababa mucho, pero en Estados Unidos no es tan fácil. Lo haría con placer.


