Albert Om desnuda emocionalmente a Marina Rossell en un libro

Novedad editorial

El periodista traza un retrato íntimo de la cantante y compositora en ‘No faré cap més llibre’

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Marina Rossell, fotografiada este lunes en el Hotel H10 Casa Mimosa

Andrea Martínez

Como un matrimonio bien avenido, Albert Om (Taradell, 1966) y Marina Rossell (La Gornal, 1954) puntúan el uno la conversación del otro, poniendo los puntos sobre las íes y abriéndola en otros caminos. Como si discutieran, pero sin discutir ni contradecirse abiertamente, al menos en ningún momento de la conversación para hablar de No faré cap més llibre. Retrat íntim de Marina Rossell (Univers), en que el periodista ha escrito un volumen que se parece bastante a la biografía de la cantante, pero han evitado un recorrido cronológico lleno de datos y fechas que se pueden encontrar fácilmente en internet.

La premisa: Marina Rossell ha tenido un tumor –se lo han sacado y está bien–, ha sufrido una separación, cumplió los 70 años y decide que quiere contar su vida. Libro y conversación dejan constancia de que está recuperada, como se podrá ver el jueves en el concierto que dará en Luz de Gas dentro del festival Barnasants, que reivindica la canción de autor y en el que ha participado unas cuantas veces. “Ahora doy pocos conciertos, porque quiero saborearlos más”, dice Rossell, y Om recuerda que en su concierto del retorno después de ocho meses de inactividad, hace unos meses en Palol de Revardit, “lo primero que me dijo fue: ‘yo soy una cantante de pueblo, aquí es donde me gano la vida’, es en los pueblos donde da más conciertos”, y ella hace que sí, que es de pueblo, pero apunta que también ha tocado mucho en el extranjero, ya sea en París o en Luxemburgo, Buenos Aires o Nueva York.

La artista actúa el jueves en Luz de Gas dentro del festival Barnasants, que reivindica la canción de autor

Hablan de música, pero sobre todo de la vida, “un poco de todo”, como canta en la canción Mare de Déu del Món. De la vida en el campo y de cómo llegó a Barcelona, perdida y trabajando de lo que encontraba –leyendo los anuncios en La Vanguardia–, cuando se “sentía muy sola y muy triste”, dice, hasta que hizo carrera con la música. “También es un agradecimiento a la vida tras haber ido contra el destino, que quizá habría sido hacer de dependienta, pero cogí un arado y me labré otro camino”, dice ella, y recuerda como de pequeña un profesor de música le dijo que darle clases sería tirar el dinero, que no servía. “Su relato nos dice que la vida hay que vivirla, los momentos buenos y los malos, que los tienes que transitar pero no te puedes quedar a vivir en ellos. Ella dice que la felicidad es de necios”, interviene Om, y ella responde que “la felicidad hay que vivirla, no explicarla”.

En el libro, Rossell no se priva de decir unas cuantas cosas sobre el amor y sobre el sexo, algunas de las cuales hace unos cuantos años habrían sido escandalosas, como cuando habla de su primer contacto con el sexo, atravesado por tocamientos y abusos, o de sus relaciones con hombres y mujeres con nombres y algunos apellidos. Podría haberse entretenido en la queja o en el exhibicionismo, y no. Un poco de todo. E incluso habla de su religiosidad, heterodoxa –de joven llegó a entrar en un convento porque quería ser misionera–, porque “he conocido gente como Vicky Molins, que me han enseñado a que hay un espíritu religioso muy diferente de la ortodoxia y de la tortura y el pecado, porque nos enseñaron una religión muy opresiva”. También hay lecciones, algunas que pasan de madres a hermanas, como que hay que devolver bien por mal”. “Es un libro que no pasa cuentas con nadie, pero que tampoco le hace la pelota a nadie, habla con libertad y naturalidad”, dice el periodista.

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Albert Om y Marina Rossell, fotografiados este lunes en el Hotel H10 Casa Mimosa

Andrea Martínez

“Entre otras razones, vamos a explicarlo nosotros antes de que yo me muera y lo explique alguien que vete a saber qué contará... He leído unas cuantas biografías que dicen cosas que no son ciertas...”, asegura Rossell. Y para hacerlo, Om ha querido que el libro se pareciera a ella, “que tuviera su punto desparramado, es decir, no intentar ordenarla en exceso”, y por eso lo estructura como un tipo de making of, con crónicas de sus encuentros y de cómo iban avanzando, sin un guion estricto. 

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“¿Sabes qué pasa? En los conciertos, como en la vida, tú estás ahí y piensas si haré eso o aquello, si diré unas palabras porque ha pasado vete a saber qué, pero luego estás in situ y dices lo que sientes, no lo que has pensado. Haciendo el libro, hablando con Albert, me he ido soltando”, dice la protagonista, que cree que solo podía haber hecho este libro con Om: “Me parece que lo conozco de siempre, de hace muchos años, aunque nos enamoramos cuando hace 13 participé en el programa El convidat y fuimos a ver a Georges Moustaki, en la última entrevista que se le hizo antes de que muriera –recuerda–. Con el Albert hay un vínculo invisible, con muchas cosas paralelas, y es una persona que tiene buen corazón”. “Marina tenía muchas ganas de explicarse y lo hace de una manera muy libre, porque es una mujer libre que no le debe nada a nadie, no va en contra de nadie y que ya está en un momento en que se puede permitir no tener ni falsa modestia. Sabe que es una gran cantante y asume que no es la número uno, y tiene chispas de genialidad”, remacha él.

En el libro, la artista asume su edad, y sabe que encara la etapa final de su vida, y lo hace sin temor: “Morir no me preocupa, ya sé que va así, toda la vida lo he visto. Jo creo que la muerte va incorporada a la vida, ya escribió Joan Salvat-Papasseit que para volver a nacer necesitamos morir”. 

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