Muere Dag Solstad, el “escritor rojo” que marcó la literatura noruega

Obituario

El autor tiene una obra intensa, que evoluciona desde el modernismo, el realismo social y las influencias marxistas-leninistas, los rasgos utópicos y existencialistas hasta una última etapa de novelas experimentales

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Dag Solstad, en una fotografía tomada en Oslo en agosto de 2019 

Vidar Ruud / Afp

“Uno de los mayores escritores de la historia noruega murió el viernes a los 83 años”, escribió el sábado Aftenposten, uno de los principales periódicos del país. “El novelista más importante de Noruega de los últimos cuarenta años”, escribió otro. Los titulares en la prensa noruega en los últimos días han estado llenos de referencias a Dag Solstad, este respetado y querido escritor, que falleció el pasado sábado por una parada cardiorespiratoria: “Solstad ha renovado constantemente las premisas de su obra literaria”, “Solstad brillaba en el límite entre sus planteamientos existencialistas y los episodios surrealistas”, era “una mezcla atípica entre intelectual y populista”.

Dag Solstad nació en 1941 en una pequeña ciudad al sur de la capital, y estudió literatura y filosofía en la universidad de Oslo. Debutó en 1965 con una colección de relatos, Spiraler. Desde entonces, no paró de escribir novelas y nunca dejó de evolucionar. Durante los años sesenta, sus obras tenían marcados rasgos modernistas. En los años setenta, sus obras estuvieron próximas al realismo social y estuvieron marcadas por una fuerte tendencia marxista-leninista y su adhesión a un movimiento de jóvenes intelectuales próximos al maoísmo. En la década de los ochenta, hubo un cierto abandono de la utopía y una revisión del radicalismo político que había caracterizado la década anterior. Durante los noventa, sus obras derivaron hacia un fuerte existencialismo y, a partir del año 2000, fueron muy experimentales. Solstad nunca renegó de sus posiciones políticas, pero fue mucho más que un “escritor rojo”. Siempre supo tomarle el pulso a su propio tiempo y su obra evolucionó siempre en paralelo a la sociedad en la que vivía, que sabía penetrar con una mirada particularmente lúcida.

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Una foto del autor, en la presentación de “Hjemlandet og andre fortellingen” en Oslo. 

Lise Aserud /Afp

Durante sesenta años, Solstad ha marcado la vida cultural y literaria de Noruega. Aunque su reconocimiento se debe especialmente a sus novelas, su extensa producción incluye también ensayos y artículos de prensa, además de cinco libros escritos en colaboración con Jon Michelet, que documentan los mundiales de fútbol de 1982 a 1998 y han sido verdaderos éxitos de ventas. Solstad supo ganarse el cariño y el respeto de grupos muy variados de la población y, desde 2011, recibía el llamado “Sueldo Honorífico” del Estado noruego. Sus libros han sido traducidos a cuarenta idiomas y ha recibido numerosos premios tanto dentro como fuera de Noruega. Es uno de los autores noruegos que han obtenido más reconocimiento internacional. En 2021, el periódico The New Yorker eligió su libro Novela once, libro dieciocho como uno de los mejores libros del año.

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Solstad destaca sobre todo por su gran capacidad de renovación y evolución. En toda su obra trata el desarrollo social de Noruega a partir de la década de 1960: por un lado, la situación sociopolítica, en las distintas décadas y, por otro, los problemas existenciales y patológicos de sus protagonistas. Su obra se caracteriza por una mezcla entre lo sublime y lo popular, entre la seriedad y la sátira, lo cual se refleja también en su original lenguaje literario, unas veces muy “elevado” y otras veces muy “sencillo”. Los personajes de Solstad (y algunos reaparecen en varias de sus novelas) son complejos y compuestos, están cargados de problemas psicológicos y con frecuencia teñidos del especial sentido del humor de Solstad, por lo cual presentan una mezcla de rasgos cómicos y trágicos.

La desaparición de Solstad ha llenado las páginas de los medios de comunicación noruegos en los últimos días. El primer ministro, Jonas Gahr Støre, ha definido a Solstad como “uno de nuestros escritores más importantes de todos los tiempos” y ha añadido que contribuyó a formar el modo en el que el pueblo noruego se comprende a sí mismo, marcando el debate social durante muchas décadas: “Tenía un estilo propio y característico, y una mirada aguda que nos desafiaba, nos conmovía y nos permitía ver tanto a Noruega como al mundo de maneras nuevas”.

El mundo literario noruego será más pobre sin la presencia de Dag Solstad, pero su obra permanecerá como la de uno de los grandes de nuestra literatura.

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