Después de la inmersión en la historia romana que le supuso la novela Tiberi Cèsar (Proa, 2023), Núria Cadenes (Barcelona, 1970) no abandona los hechos reales, sino que profundiza pero repartidos en los relatos de En carn i ossos (Ara Llibres), trece narraciones basadas en “hechos reales o casi”: “Recogía fragmentos de realidad y los guardaba en el ordenador en una carpeta con ese nombre, o en un cajón con fotografías o recortes de prensa sobre fragmentos de historias o personas reales que por algún motivo reclamaban un poquito de literatura”, cuenta la autora.
Así, el lector entra en un momento del siglo XV en contacto con Margarida de Prades –esposa del rey Martí l’ Humà y reina de la Corona de Aragón durante unos meses– y su hijo secreto, Joan-Jeroni de Vilaragut, pero también encontramos la ejecución de Bernat Rigaldia en la epidemia de peste en Barcelona de 1589, la historia abreviada de la pintora renacentista Artemisia Gentileschi, episodios de la época de los bandoleros o, más cerca, el terrible bombardeo de Xàtiva en 1939 o una que remite directamente a sus padres, hasta llegar al 29 de octubre del 2024: la riada que destrozó la Horta de València.
Todos los cuentos tienen en común la disidencia y la confrontación con el poder que oprime
“También me ha impulsado la necesidad de contribuir a hacer que esas vidas tengan continuidad, porque todo es tan efímero y duramos tan poco que es bonito intentar ayudar a constatar que esas personas existieron”, asegura, refiriéndose a todos los personajes pero también a los 228 muertos por la dana: “No son un número muerto, tienen nombre y hay que saber qué pasó. Fue espantoso”. “He llorado mucho escribiendo este libro, y si alguien llora leyéndolo, me alegraré”, subraya.
Cadenes los ha ido escribiendo a lo largo de los años, porque “no puedes hacer un cuento distraídamente mientras tienes medio cerebro pensando en otra cosa, piden concentración y son muy exigentes. No he pensado en hacer cuentos históricos, sino que aquellos hechos me pedían literatura, como ya había hecho en Guillem, o en El banquer con Joan March”.
Hay uno, sin embargo, que es totalmente ficción: “Casi casi, porque se me coló un personaje, Esmeralda, que nació durante una estancia en la Residència Finestres leyendo Víctor Català, con el contraste entre el entorno precioso, el cielo y el agua, las julívies, la arena y los pinos, con la dureza de lo que leía. Es deudor de un momento, es decir, hay una realidad detrás, o casi, y también la propia literatura”. “Ya tenía 12 cuentos, cifra que me gustaba, pero entonces vino la barrancada. El editor Joan Carles Girbés me pidió un cuento para el libro colectivo Renàixer del fang, para ayudar a las librerías destrozadas, pero yo no podía hacer nada, fueron semanas de mucha tristeza y rabia, sentía una gran incapacidad de hacer nada que no fuera quitar barro. Pero lo hice, y aquí lo he reescrito, y como soy un poco supersticiosa, son doce cuentos reales y un disidente que explicita el casi”.
Los relatos tienen un elemento común: “La disidencia y la confrontación con el poder que oprime, que puede ser el poder egoísta de un individuo, o el de alguien que hace daño a un ser que ama, o un poder abrumador que destruye a una persona y a toda la humanidad”. Al mismo tiempo, está escrito sin juicio, porque “los actos humanos tienen muchas aristas, me gusta ver esas contradicciones y como escritora he intentado no otorgarme la posición de juez”.