Su hijo fue diagnosticado con 7 años de dislexia y ella pensó que nunca podría aprender a leer. Así que no sólo ha dedicado años a desmentirse a sí misma, sino que ha allanado el camino para que ningún niño se quede en los márgenes hacia la lectura. Y lo ha hecho creando un universo de criaturas traviesas con una fórmula que combina humor, accesibilidad y rima. “Divertido y un poco tonto”, resume la australiana Sally Rippin (Darwin, 1970) de su Escuela de monstruos (Montena), una serie para prelectores escrita en letras mayúsculas con la que junto al ilustrador Chris Kennet ha seducido a miles de niños pequeños en todo el mundo. La autora suma ya diez millones de libros vendidos y logró marcar en su día una tendencia muy transitada por autores de otros muchos países. Incluso son material en las escuelas de idiomas para comenzar a aprender inglés.
Su visita a España coincide con la publicación del título 19 de la serie, Aperitivos explosivos, en la que el pequeño zorro zombi se lleva a la escuela unos snacks que le causan alguna que otra ruidosa y olorosa indiscreción. “En la literatura infantil decimos que trabajamos muy duro para que parezca muy fácil”, comenta la autora, quien ha sido nombrada por su país Laureada 2024-2025, una especie de embajadora de la literatura infantil con una misión por cumplir durante su mandato. Hablamos con esta poderosa mujer de esta misión, de su compromiso con la literatura, de escuelas y padres, y de cómo no poder leer afecta a los niños.

Algunos de las criaturas que asisten a la 'Escuela de Monstruos'
“En la literatura infantil decimos que trabajamos muy duro para que parezca muy fácil”
¿Cómo nace 'Escuela de Monstruos'?
Mi hijo más joven es disléxico y realmente nunca consiguió aprender a leer correctamente. Así que desde que tenía unos siete años, he estado trabajando para escribir libros para chicos como él. En Australia hay bastante investigación reciente respecto a la neurociencia sobre lo que sucede en nuestro cerebro cuando aprendemos a leer. Durante mucho tiempo había como una guerra entre educadores que se dedicaban a la alfabetización respecto a la mejor manera para enseñar a los chavales a leer. Un método es con mucha inmersión en la literatura, y mucha gente pensaba que con eso bastaba. Pero ahora sabemos que hay que enseñar a leer de una manera explícita. Cuando yo quise escribir esta serie, leí mucho sobre las mejores prácticas para enseñar a leer. Por tanto, cada libro está escrito con las palabras más fácilmente descodificables para los niños. Así es que mi primera intención era escribir una serie para que los niños y niñas pudieran aprender a leer, pero el éxito viene porque es que es divertido y bastante tonto. Es como un aprendizaje secreto.

La rima, la sencillez y el humor son las grandes bazas de la serie
¿De qué manera le ha influido la dislexia de su hijo en el resto de sus otras?
Yo pensaba que los chavales disléxicos nunca podrían aprender a leer. Y lo que sabemos es que si un niño no aprende a leer, no solo afecta a su capacidad para aprender, sino también a su autoestima, autoexpresión, capacidad de expresión y a su salud mental. Así que cuando con siete años diagnosticaron a mi hijo de dislexia, empecé a escribir libros utilizando ese lenguaje del primer lector pero realmente era para niños un poco más mayores. Me estoy refiriendo a la serie Billie B. Brown. Pero ahora, que hablo con muchos educadores y muchos padres de la importancia de enseñar a leer, me di cuenta de que incluso los Billy Books son demasiado sofisticados para este propósito. Así que Escuela de Monstruos es para los lectores más pequeños de todos.
Recientemente ha sido nombrada Laureada e Australia 2024-2025. ¿Qué significa?
Es una posición que tienes durante dos años, por tanto es 2024-2025, y te hace representante del libro para la industria Infantil y juvenil. Cada galardonado decide si propósito, su misión… Una especie de declaración. En mi caso, la frase es: “Todos los niños pueden ser lectores”. Por tanto, lo primero es actuar en la alfabetización desde las edades más tempranas. Pero siempre hay niños que caen un poco por las grietas del sistema. Y para estos niños necesitamos entender que también pueden acceder a las historias a través del audio, audiolibros o a través de los cómics. Y, por tanto, la idea es que todos los niños deben ser capaces de poder leer por sí mismos libros. Pero si se pierden esta oportunidad, tenemos que ser capaces de crear otras historias a las que puedan acceder.
Yo pensaba que los chavales disléxicos nunca podrían aprender a leer
¿Qué pasa cuando no todos los niños quieren ser lectores?
Este es mi desafío, precisamente, como escritora. Yo quiero crear libros que los niños quieran leer pero también; como galardonada, hablo con los niños, con familias, con libreros, sobre cómo los niños pueden tener acceso a los libros, sobre cómo los padres también tienen que ser modelos y que sus hijos los vean leer. Es decir, crear una cultura en la que los libros tengan valor.

Sally Rippin ha vendido más de diez millones de libros, sobre todo de su serie 'Escuela de Monstruos'
Diez millones de libros vendidos es un gran logro pero supongo que también añaden mayor responsabilidad.
Me siento como con más confianza respecto a lo que hago. Cuando empecé a escribir, como cualquier autor, quería un poco poner a prueba mi voz. Pero como ahora entiendo hasta qué punto es difícil para ciertos niños y niñas aprender a leer. Y en cada libro que escribo, pienso en mi hijo. Porque hay muchos niños a los que leer les resulta difícil. En Australia, el 30% de los niños acaban la escuela primaria sin ser capaces de leer correctamente.
¿Qué responsabilidad tiene en eso la escuela?
En Australia, disponemos de tres años para enseñar a leer. Después, tenemos que leer para aprender. Es decir, si los niños no alcanzan esta capacidad de leer en estos tres años, van a tener que ir recuperando. Uno de los mensajes más importantes para mí, para los padres, es que no es su responsabilidad enseñar a los niños a leer. Es una habilidad pedagógica. Pero sí que podemos hacer muchas cosas en casa para que los niños tengan ganas de leer. Por ejemplo, leer en voz alta a los bebés. Eso ya para empezar. Hablar de leer, de la lectura. Tal vez incluso cocinar con niños, e invitarlos a leer la receta. Pasear por la ciudad leyendo los paneles, los letreros. Y tener libros también en casa. Eso también es importante siempre que sea posible. Así que para mí y para mi editorial o las editoriales que me publican, es muy importante que los libros sean asequibles.

La serie está escrita en letras mayúsculas, las primeras que aprenden los niños cuando comienzan su aprendizaje
Es importante respetar los gustos de los niños, porque la lectura nunca debería ser un castigo o una tarea
¿Cómo se escoge un buen libro?
Primero hay que observar al niño, que escoja él. Es importante respetar sus gustos, porque la lectura nunca debería ser un castigo o una tarea. Cuando mi hijo era pequeño, venía de la escuela a casa con libros que le parecían tremendamente aburridos, y decía: “Yo no quiero leer esto”. Por eso mis libros deben parecer divertidos y atractivos. De ahí que el ilustrador, en mi caso Chris Kenneth, sea una parte muy importante.
Usted quería ser pintora, ¿qué pasó?
Estudié Bellas Artes en Australia y China, y volví de China hablando mandarín. Me puse a enseñar a niños chinos en Australia, tanto en inglés como en mandarín, pero no podía encontrar ningún libro sobre hijos chino-australianos. Así que empecé a escribirlos. Siempre pienso en alguien con cada libro que escribo: bien un estudiante chino-mandarín, inglés o en mi hijo.
El trabajo de su padre como ingeniero civil le llevó de joven a vivir en varios países del sudeste asiático. ¿Qué le ha aportado a su forma de ver el mundo?
Creo que me hizo muy observadora, lo cual es una habilidad importante para cualquier autor. Soy buena a la hora de observar a la gente, de escuchar cuando alguien habla. Y, todavía más importante, entiendo que los niños son niños en todo el mundo. Es decir, un niño de 1970, pongamos por caso, no es tan distinto de un niño de hoy. Cuando escribo para niños recuerdo lo que era ser niña, en cómo yo me sentía pensando en que los adultos no me entendían a mi. Así que yo creo que cuando los niños leen mis libros, ellos saben que yo les entiendo.

La escritora valenciana Mar Benegas, experta en rimas, es la traductora de la serie
¿Cuánto hay de usted en sus libros?
Todo. Mira, este pequeño monstruo –señala a una de las criaturas de la Escuela de Monstruos- igual está dentro del espectro autista, porque le gustan las cosas en un orden determinado. Mi hijo también es neurodivergente. Y este otro monstruo tiene unos sentimientos exacerbados, ¿no? Y yo también los tengo. Así que todos los personajes representan diversos aspectos de mi persona. Pero son más que yo: son más valientes que yo, hablan más fuerte que yo, tienen un poco más miedo que yo…
Si un niño accede a la educación y, sin embargo, no consigue llegar a la lectura, quien discapacita al niño es el sistema educativo
¿Qué opina de los libros que sobreeducan?
Creo que hay necesidad y espacio para todo tipo de libros. Como para los adultos, cuando leemos porque sencillamente queremos escapar o porque queremos aprender. Pero la gente olvida que tanto se aprende de los libros que enseñan como de los libros que despiertan la imaginación. Se aprende con la imaginación, con la empatía… Y también nos vemos reflejados en los libros. Por ejemplo, Chris y yo hemos intentado crear la máxima diversidad posible en todos nuestros monstruos: tenemos una monstrua que es ciega, pero su superpoder es que tiene tentáculos; tenemos un monstruo que utiliza silla de ruedas, pero su superpoder es que tiene mucha inventiva. Porque lo que sabemos es que cada niño, cada niña, es perfecta como es y si cambias el entorno, entonces es cuando pueden realmente crecer. Es lo que llamamos el modelo social de la discapacidad y no el modelo médico de la discapacidad.
Explíqueme.
Yo también escribo libros con una amiga que conoce mucho el mundo de la discapacidad porque va en silla de ruedas. Ella dice que si no hay una rampa para acceder a un lugar, a un entorno, entonces es el entorno el que la discapacita. Por tanto, si un niño accede a la educación y, sin embargo, no consigue llegar a la lectura, entonces, quien discapacita al niño es el sistema educativo.

La australiana Sally Rippin durante su visita a Barcelona
'Escuela de Monstruos' va a ser una serie televisiva. ¿Cómo está ese proyecto?
Se está haciendo. Estamos en proceso. Todavía no hay nada firmado, pero podemos decir que está al caer. Australia es muy famosa por la serie Bluey; este va a ser como el nuevo Bluey.
Pregunta obligada: tema pantallas.
Tengo dos perspectivas. Mis dos hijos mayores son grandes lectores y yo estaba muy orgullosa de decir: “Mis hijos leen libros, soy una madre estupendísima”. Pero el pequeño no lee, y esto te da un baño de humildad. Tengo que aceptar que hay un lugar para la tecnología para niños como él. Cuando estuvimos encerrados por la pandemia, gracias a internet y a todo lo que podía acceder, pudo autoenseñarse en las cosas que realmente le interesaban. Es decir, no iba bien en la escuela porque no podía escribir un ensayo sobre Shakespeare, pero en cambio se está autoenseñando cálculo a nivel universitario. Así que tengo que aceptar que siempre habrá niños para los cuales la tecnología es una buena manera de acceder a cosas que les interesa. Yo estaba en una postura un poco antipantallas, sobre todo pensando más en los mayores, porque incluso yo tengo que ir con cuidado con el uso el teléfono. Pero es una herramienta que también utilizo como investigación y para conectar con otros creadores. Así que estas son las dos caras de la moneda. Idealmente, sobre todo para los más pequeños, cuanto más tiempo puedan jugar con objetos y con cosas, mejor. Porque cuando entran en esto ya no hay marcha atrás.
¿En qué está trabajando actualmente?
Estoy escribiendo el guion para una trilogía que se va a presentar aquí con Planeta. Creo que en español se va a llamar La amistad monstruosa.
Series para aprender a leer
El camino abierto en 2021 por la autora australiana ha sido explorado por muchos otros autores con más o menos éxito, con propuestas visualmente muy similares y apostando por las grandes y cortas frases en letra de palo que facilitan el aprendizaje. Ahí tenemos la serie Pequeño Camelot de Sabrina Catdoor y Alicia Warhola (ilustraciones) que publica en castellano Anaya y Barcanova en catalán, y que ya va por su quinto título. La serie se desarrolla en el Camelot del rey Arturo pero cuando este era pequeño y formaba pandilla con Merlín y Ginebra. Cada número arranca de igual forma, de manera que cada libro puede leerse de forma individual sin necesidad de leer los anteriores. La rima es la forma elegida por Catdoor, como también lo es en la propuesta de Laura Vila en la serie Las fantasticotas (Destino), que ilustra David Pavón. Esta serie, que ya lleva entregadas una docena de títulos, también tiene a las mascotas (nada convencionales) como coprotagonistas.
Begoña Oro, junto con la ilustradora Keila Elm, también tienen series dedicadas a aprender a leer en letra mayúscula. Concretamente dos, El dragon de las letras y El unicornio de las letras, ambas publicadas con Beascoa. En ellas no sólo juegan con la rima, sino que también dedican cada número a jugar con una letra en concreto. Las primeras entregas de El dragón de las letras se dedicó a las letras A, E, D, S y M, mientras que la L, la O y la B han sido de momento protagonistas de El unicornio de las letras.
Juega con los monstruos (Edelvives/Baula) de Flavia Z. Drago es otra propuesta en formato serie para que los más pequeños lean en letra de palo a través de la rima, pero en esta ocasión les sirve también para comenzar a aprender a contar.
Ada, Ulú, Oto, Isi o Pelusa son los mostruos protagonistas de una propuesta diferente que Raquel Díaz también brinda a los más pequeños para aprender a leer, con la ayuda de la ilustradora Tamara Durán. Ellas nos regalan una caja con tantos monstruos como letras tiene el abecedario y un libro donde nos cuentan quienes son y dónde viven. Se trata de Los gumins (Loqueleo), un universo de letras y monstruos donde no solo se rima en letra de palo, sino también en letra ligada, para que a los recién estrenados lectores puedan entretenerse con estos achuchables monstruos un poco más de tiempo.
Finalmente, la editorial Emonauta y su directora, Eva Clemente, acaban de sacar otra colección, Los zoobots, donde los protagonistas son una mezcla de robots y animales. Elena y Enzo han querido trastear en el laboratorio de sus padres y con la ayuda de la Inteligencia Artificial han salido estos seres: 3Pies (mezcla de gato y masajeador), Fantasía (mezcla de elefante y aspirador) y Colidrón (mezcla de colibrí y dron). De momento hay tres entregas, también con texto rimado, pero a diferencia de las anteriores, esta colección está escrita en letra de imprenta.