Cuando Gabrielle Zevin (Nueva York, 1977) escribió Las mil y una historias de A.J. Fikry (AdN / Periscopi), no podía imaginar la gran comunidad de lectores que sus novelas crearían. El citado libro, que se publicó en 2014 en inglés, su lengua original, marco un antes y un después, poniéndola en el foco de editores de todo el mundo después de que se convirtiera en un superventas. Se centra en la vida de A.J. Fikry, que regenta la única librería de Alice Island, en Maine. A sus cuarenta años, se ha quedado viudo y, para colmo, su negocio hace aguas por todos lados. Es el año 2012 y los lectores parece que decrecen. Su mal humor tampoco ayuda y, por si fuera poco, le han robado uno de sus tesoros más preciados: un ejemplar de coleccionista de poemas de Edgar Allan Poe. De un día para otro, aparece una niña en la sección infantil que dará un vuelco a su vida.
Casi una década más tarde, Zevin repetiría éxito con Mañana, y mañana, y mañana (AdN/ Periscopi). Ambas historias tienen en común el amor que profesan al arte de contar historias, ya sea mediante los videojuegos o los libros.
A.J. Fikry, el protagonista de esta novela, dirige una librería en crisis. Usted publicó el libro en 2014, ¿siente que el mundo editorial ha cambiado?
La verdad es que sí. Se publicó en 2014 pero yo lo escribí en 2012, en un momento en el que se creía que la gente iba a empezar a comprar más online, lo que supondría el fin de las librerías. Entonces me pregunté, ¿cuál es el valor de estos templos?
¿Sabría responder hoy a esa pregunta?
Es incalculable. Yo lo sabía ya entonces, pero quería saber si la sociedad tenía en cuenta o no estos establecimientos. Hoy puedo decir que somos más conscientes del valor de comprar de forma local y de tener experiencias presenciales que te conecten con tu comunidad.
En la pandemia dimos al fin valor a la prescripción de los libreros”
Para sorpresa de muchos, salieron con fuerza de la pandemia.
Dimos al fin valor a la prescripción de los libreros. Pienso que la covid no alteró demasiado los patrones de compra, pero sí que nos hizo anhelar las conexiones que surgen en persona.
En sus páginas, el protagonista, el librero A.J. Fikry, adopta a una niña, Maya. Su madre biológica considera que podrá ser más feliz si crece en un lugar en el que abundan los libros.
Los niños que leen se convierten en adultos que todo el mundo quiere conocer. Saben de todo y más, porque han viajado a miles de mundos que han nutrido su mente y les ha abierto fronteras. También han llegado a lugares incómodos que les han obligado a reflexionar. En definitiva, si damos un libro a un niño, crecerá su ingenio, su imaginación y, también, su empatía.

La escritora Gabrielle Zevin
¿Sus padres son buenos lectores? ¿Le brindaron lecturas cuando era niña?
Ir a la librería y a la biblioteca siempre ha sido un ritual en casa. Algo así como la iglesia de los domingos. Ese hábito hizo que me enamorara de la lectura. Mi primera identificación oficial fue el carnet de biblioteca, con eso lo digo todo. Ni mi padre ni mi madre eran escritores, pero ambos eran personas muy creativas. Mi padre es programador informático y, según como se mire, se puede considerar una forma de escritura.
¿De él le vino la idea de escribir su anterior libro, Mañana, y mañana, y mañana, relacionado con las tecnologías y los videojuegos?
Fue parte de la inspiración, claramente. Pero, en realidad, este libro también tuvo que ver. Aquí me planteo, entre otras cosas, cómo crece alguien rodeado de libros. Y en Mañana, y mañana, y mañana, me interesaba analizar cómo se hizo mayor la primera generación que creció jugando a los videojuegos. Es decir, las personas que nacieron entre finales de los setenta y principios de los ochenta, y que ahora tienen entre cuarenta y cincuenta años.
r a la librería y a la biblioteca siempre ha sido un ritual en casa. Algo así como la iglesia de los domingos. Mi primera identificación oficial fue el carnet de biblioteca”
Usted creció tanto con consolas como con libros.
Es compatible crecer con ambas cosas y traté de sacar lo mejor de todo. Hoy aprovecho estas experiencias en mis novelas,
Aunque de entrada pueda no parecerlo, Las mil y una historias de A.J. Fikry es también una novela dedicada a los que no leen de forma habitual.
Desde luego, pero no deben tomar las recomendaciones de lectura que hace A.J. Fikry como una obligación o como esenciales para ser un erudito. No creo en lecturas más inteligentes que otras. Son lecturas, nada más, y, si obligamos al resto a leer lo que a nosotros nos gusta o a seguir un supuesto canon, en el que no creo, solo conseguiremos desmotivar a los no lectores. Creo en la conexión que causan los libros. Con unos, lo consiguen con la trama. Con otros, con la cubierta. ¡Y eso está bien! Los jóvenes están rompiendo tabús como este, que llevan generaciones existiendo. Han entendido que no importa lo que diga la gente, sino que, de un modo u otro, te acerques a la lectura. Si lo que te ha atraído es la estética, pues bienvenida sea.
¿Y si los clásicos no les llaman la atención, no deberían leerlos?
Si le das a un joven un libro equivocado, pensará que no le gusta leer. Moby Dick es un clásico que me encanta, pero, sinceramente, no es una buena opción como primer libro. Hay que saber encontrar el momento adecuado para cada libro.
Al principio de cada capítulo de su novela hay una recomendación de libro.
Las hace A.J. Fikry. Recopila títulos para que su hija lea. Los seres humanos tendemos a las listas. Nos encantan, y esta resume bien su trayectoria como librero.
¿Y qué libros liderarían su lista?
Soy muy mala respondiendo a esta pregunta. Siempre me piden que elija mis libros favoritos y nunca tengo buenas respuestas. Al parecer, los libros que lees de joven tienden a ser tus favoritos porque acostumbran a generar en ti un mayor impacto. Pero podría darte libros favoritos de diferentes épocas de mi vida. Mi historial de lectura está constantemente cambiando porque me resisto a encerrarlo de otro modo. No sería capaz de decir el libro de este momento. Lo tengo más claro cuando cambio de etapa. Dentro de unos diez años, vuélvamelo a preguntar.