Es la tercera vez que Kleber Mendonca Filho se postula a la Palma de Oro del festival de Cannes. Primero fue con Doña Clara en el 2016 y la segunda con la fábula distópica Bacurau -su obra más conocida hasta la fecha-, tres años más tarde. Ahora, el realizador brasileño pisa de nuevo la Croisette con Agente secreto, un potente thriller político ambientado en 1977, en plena dictadura militar en su país, con el que ha cosechado numerosos elogios entre la crítica.
En la proyección de gala los aplausos no acabaron hasta pasados los diez minutos y el paso del equipo por la alfombra roja se convirtió en todo un carnaval, con música, bailarines y una comparsa con disfraces. La idea del filme era explorar los recuerdos de infancia de Mendonça Filho bajo la dictadura militar y cómo esa época resuena en el presente. De hecho, la película comienza diciendo: Nuestra historia tiene lugar en 1977, una época llena de problemas. “Mi país tiene un problema de amnesia autoinfligida sobre lo que ocurrió en el pasado“, ha asegurado a la prensa el realizador de 56 años, cuyo objetivo era recuperar una memoria histórica que parece haber caído en el olvido.

Alice Carvalho, Maria Fernanda Candido, Wagner Moura, Kleber Mendonca Filho y Gabriel Leone posan en el festival de Cannes
“En 1977 yo tenía nueve años y por una serie de razones familiares fue un año que me marcó, así que cuanto más escribía, más entraba en ese universo y el proceso de escritura del guion fue como abrir un portal y sumergirme en el pasado de Brasil y de Pernambuco”. Los militares gobernaron Brasil entre 1964 y 1985 tras un golpe de estado, durante el cual miles de personas fueron detenidas y torturadas, y cientos desaparecieron forzosamente, siendo muchos exiliados y perseguidos.
Agente secreto sigue a Marcelo, un misterioso profesor universitario que se dirige con su escarabajo amarillo a un edificio de apartamentos en la ciudad costera de Recife para pasar desapercibido durante la temporada de Carnaval. Allí se encuentra con otros refugiados con identidades falsas, como la suya, bajo el amparo de una simpática septuagenaria que los trata con cariño, mientras esperan ser ayudados.
Mi país tiene un problema de amnesia autoinfligida sobre lo que ocurrió en el pasado
Marcelo, interpretado por un extraordinario Wagner Moura (Narcos, Civil war) que está de premio, solo quiere recuperar a su hijo Fernando, que vive con sus abuelos maternos, pero le persigue la policía y unos sicarios porque en su día plantó cara a un corrupto empresario. “Mi personaje es alguien fiel a sus valores de dignidad en un momento en el que ser correcto se convierte en algo peligroso, por lo que recibe amenazas que vienen del poder”, admite el actor, quien ensalza que en un momento distópico “lo más bello es el sentido de lo colectivo”.

Kleber Mendonca Filho y Wagner Moura
Según el director, “durante la dictadura militar de Brasil era normal cometer todo tipo de violencia y luego continuar y mirar hacia adelante porque no era agradable hablar de ciertas cosas”. El filme muestra cómo era normal encontrarse cadáveres en los bares o en las gasolineras en plena época de carnaval, donde el número de muertos subía como la espuma y era la comidilla de la prensa. De ahí que el realizador se lanza a recrear una escena surrealista de body horror con una pierna amputada que golpea a varias personas de noche.
La obra también contiene numerosos guiños cinéfilos, como la fascinación del hijo del protagonista por el Tiburón de Spielberg o la proyección de una escena mítica de La profecía, de Richard Donner. Agente secreto compite en Cannes en un año en el que Brasil es el protagonista del Marché du film y el ganador del Oscar a la mejor película internacional. Una hazaña que logró Walter Salles con Aún estoy aquí. “Cuando vi el filme de Salles, me di cuenta que eran como dos hermanos que no conocían la existencia del otro, dos hermanos diferentes que emiten en una frecuencia común y hablan de temas y sentimientos de nuestro país”.