Un calor húmedo invadía este viernes el parque de Can Zam, clima propicio para que una banda como Lynyrd Skynyrd se sienta como en su casa, las pantanosas tierras de Alabama, aunque sea a la orilla del Mediterráneo y rodeados por el mar de camisetas negras que poblaba el parque de Can Zam en la segunda jornada del Rockfest, donde se rindió homenaje a una banda tan aparentemente alejada del heavy metal como unida a él por una época, los años 70, en que el género se definió mientras los Judas Priest, protagonistas mañana domingo, lucían todavía pantalones de campana.
La inclusión de guitarras eléctricas y ritmos galopantes en melodías folk que bebían de la tradición sureña de los EE.UU. hermanó anoche al público ante una formación que nada (literalmente) tiene que ver con la creada en Jacksonville en 1964, aunque no han dejado de tocar desde su reunificación, en 1987. Johnny Van Zant, vocalista y hermano menor de Ronnie, primer cantante del grupo fallecido en el accidente que segó la vida de la banda 1977, ha sido desde entonces el pilar principal junto al guitarrista Rickey Medlocke, quien formó parte de los Skynyrd del 69 al 72 para regresar en 1997. Ambos son el referente más próximo al grupo original tras el fallecimiento, en el 2023, de Gary Rossington, el último de los fundadores que seguía en activo.
Toda esta historia ardió anoche en torno a una hoguera con tragos de whisky y cerveza desde el clásico arranque con What’s your name, rock clásico setentero precedido por imágenes de los primeros años de la banda, antes de la catástrofe aérea. Reclamaban así legitimidad para una velada que, en todo caso, nunca superó el año 1976 con el gancho fuertementr asido en Freebird y la legendaria Sweet home Alabama.
“Skynyrd is in the house”, proclamó un parlanchín Van Zandt antes de encarar Working for MCA con el piano clásico de la banda, que contaba con tres guitarras y dos coristas para sumar 9 músicos sobre el escenario. El sonido más denso adquirido con los años respecto a sus antecesores legitimos envolvió la actuación de anoche, desde la soulera That smell a Saturday night special u otro clásico como la nostálgica Tuesday gone, dedicada al difunto Rossington y donde no faltaron móviles al aire a modo de mecheros. Por el contrario, el toque sureño a la guitarra de Medlocke logró meter al público en la máquina del tiempo en You got that right, mostrando un buen hacer musical más allá de la ansiada legitimidad, cada vez más discutible a medida que las formaciones clásicas pierden a sus miembros pero no a sus aficionados, que desean seguir escuchando las canciones.
Los de Alabama cerraron el escenario principal en una jornada que contó con sorpresas como la presencia de Deborah Bonham, cantante bluesera y hermana del mismísimo Jon Bonham. Mientras tanto, en la Rock Tent. Esta representante de la realeza rockera, que hizo sus primeros pinitos en la mansión de Robert Plant, fue la nota discordante en un escenario de acento claramente español con Ciclonautas, Pólvora y El reno Renardo.
También hubo bandas locales en los escenarios principales, como el folk-metal de Lèpoka o los bilbaínos La gripe y tú, dedicados a recuperar los temas de Platero y tú. Ambas formaciones precedieron a los garajeros Hellacopters, más vivos que nunca con nuevo disco publicado en enero, Overdriver, y Nicke Andersson en plena forma tocando la guitarra, cantando y contorneándose por el escenario. Los reyes del rock escandinavo llegaron a las 21 horas, acompañados por el primer aire fresco de la jornada mientras sonaba Token apologies, nuevo tema y misma caña de siempre.
Así lo demostraba la comparación con la efectiva Sometimes I don’t know mientras el catalán LG Vareta, guitarrista de circunstancia del quinteto en reemplazo del ex Backyard Babies Dregen, se contorneaba alzando el mástil al aire y Anders Lindström se retorcía a los teclados. Los suecos dieron una lección de cómo torear a miles de personas con clásicos de la como la colorida Carry me home, Toys & flavors, rítmica y vacilona, una Baby borderline tan cargada de electricidad como I’m in the band o la sucia y garajera (Gotta get some action) Now! con que cerraron la actuación.
La brújula se dirigió al sur, más allá de Escandinavia, para recibir a Running Wild, veteranos bucaneros del power metal alemán capitaneados por Rolf Kasparek desde su creación, en 1976. La implacable batería de Fistful of dynamite anunció desde el primer momento por dónde irían los cañonazos de esta banda, anclada a la simbología pirata que tiñe sus directos con historias de abordajes, calaveras, anclas y demás parafernalia mezclada con cuero y las reglamentarias tachuelas en esta versión metalera de La isla del tesoro. Poco existencialismo, muchos riffs de guitarra y pirotecnia esculpieron temas como Riding the storm, con doble bombo, guitarras cosquilleantes y todo el aroma del metal épico alemán que también rezumaban Lead or Gold o Treasure island con la que se despidieron. Un auténtico subidón de energía para galvanizar a los asistentes que, por segunda jornada, llenaron la explanada de Can Zam.