Moeder Courage
★★★✩✩
Autoría: Bertolt Brecht
Dirección: Lisaboa Houbrechts
Intérpretes: Lubna Azabal, Koen De Sutter, Joeri Happel, Aydin Ìşleyen, Alain Franco, Laura De Geest, Lisi Estaras, Pietro Quadrino
Lugar y fecha: Teatre Lliure, Grec (26/VII/2025)
Brecht parece un expulsado de los escenarios. Su teatro épico no está de moda, su discurso político finiquitado por los jueces de la historia, su vida privada-artística cuestionada. Incluso cuando alguien, como Lisaboa Houbrechts, abre esa tumba, se percibe una fuerte resistencia al abrazo y la resurrección. La directora belga intenta –y quizá no logra– la cuadratura del círculo de hacer Brecht sin elementos brechtianos y sin soliviantar a los draconianos vigilantes de su herencia.
Fidelidad casi absoluta al texto, recuperación de las canciones del Paul Dessau y una puesta en escena que sustituye la alienación por la emoción. La brutalidad franca de la guerra por una estética minimalista. Como si Houbrechts optara por dar la razón a aquel público que eligió empatizar con la desgracia de la cantinera Anna Fierling desde el estreno absoluto de Madre Coraje y sus hijos en 1941.
Interpretació
Lisaboa Houbrechts fija la función solo en las paradojas íntimas de la protagonista
La tragedia de un parásito que se nutre de la guerra y al mismo tiempo es fagocitado por una contienda que le arrebata sus tres hijos. Un ser sin moral que recorre con su colmado ambulante los paisajes de la contienda. En este montaje el carro es una gigantesca esfera; una bala de cañón, un orbis mundi o la piedra de Sísifo para quien quiera ver en las vicisitudes de Fierling un trasunto del mito en femenino, reflejada en el agua. Laguna negra sutilmente iluminada por Fabiana Piccioli. Negrura que se hace cristalino espejo para reflejar –como en el Narciso de Caravaggio– el cuerpo muerto de la hija muda, final de una gran interpretación de Laura De Geest.
Con la guerra reelaborada en conceptual sombra y babel multilingüe, la función se fija solo en las paradojas íntimas de la protagonista. Una aproximación a la psique del personaje que asimila y reproduce el ideario individualista del siglo XXI frente a la perspectiva colectiva imperante en la primera mitad del siglo XX. Para Houbrechts, el contexto sociopolítico es una anécdota. Aquí importa el conflicto interior, pero con elegante distancia emocional. Otra paradoja sin buena resolución y que se traslada a la interpretación de Lubna Azabal, más imprecisa y áspera que ambigua. Un espectáculo centrado en las brutales tensiones que se vuelcan sobre una mujer sin que esas violencias traspasen el escenario.