Montserrat Caballé: el desprestigio de un legado único

Análisis

¿Puede o debe la memoria de la última gran diva del canto sostenerse sobre unos mimbres tan débiles?

La sede de la Fundación de la artista es también la vivienda de su hermano y está amenazada de desahucio

Pretty Yende y Ji Yonug Jo, cantantes de opera saludan a Monserrat Caballé tras el concierto

La Superba con dos de sus pupilas, Pretty Yende y Ji Yonug Jo, en los camerinos del Liceu 

Propias

La Fundación Montserrat Caballé nació una vez fallecida la artista y por iniciativa de su hermano, Carlos Caballé, quien junto con su hija, Montserrat Caballé, apeló a la ilusión y el cariño que instituciones de la lírica y no pocas personalidades sienten por la diva y su legado. Se constituyó en diciembre del 2019, un año después de fallecer la artista y cumpliendo con un sueño que había tenido: ayudar a jóvenes talentos mediante becas y estudios impartidos por personas vinculadas a la trayectoria artística de la soprano y mantener vivo su Concurso Internacional de Canto, que había sido trampolín de jóvenes talentos como Pretty Yende o la actual novia del Liceu, Nadine Sierra. Pero solo se han celebrado dos ediciones: una en el Liceu en el 2021, que ganó la rutilante Serena Sáenz, y otra en el Real de Madrid, al año siguiente.

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Apenas cinco años después salta a los titulares la noticia del desahucio que pesa sobre la sede de la fundación en la barcelonesa calle Muntaner, que es a su vez la vivienda de Carlos Caballé. Se acumulan impagos de alquileres por valor de 41.000 euros, y en octubre se haría efectivo el desahucio. La entidad emitió esta semana un comunicado alegando que “se trata de un proceso administrativo que no afecta a la actividad ni a los objetivos fundacionales”, pero sin duda es un desprestigio sin precedentes para el ente que ha de velar por la memoria y el legado de la Superba, cuya dimensión trasciende la historia del siglo XX, comparable solo a la de Maria Callas. Un desprestigio que reverbera en los estamentos de la ópera presentes en el patronato de honor de esta fundación, léase Liceu y Real, y que se extiende a la ciudad de Barcelona, a la que tanto amó. “Escribe lo que quieras, pero dedícalo a mi ciudad”, le pidió a Freddie Mercury cuando este le propuso colaborar.

Un desprestigio que reverbera en los estamentos de la ópera presentes en el patronato de honor de esta fundación, léase Liceu y Real, y que se extiende a la ciudad de Barcelona, a la que tanto amó

La fundación dice seguir “comprometida con la divulgación del legado artístico y humano de Montserrat Caballé con responsabilidad y respeto” y alega que sigue en contacto con los propietarios del edificio de la vivienda “para resolver la situación lo antes posible”. La cuestión es si la memoria de la última gran diva del canto puede o debe sostenerse sobre unos mimbres tan débiles. Mimbres que no tienen tanto que ver con ser o no una fundación privada, pues otras, como la de Victoria de los Ángeles, hacen un gran trabajo engrandeciendo la memoria de la artista.

La fundación, sin ánimo de lucro, tiene como objetivo la promoción de actividades culturales y musicales de varias índoles.

El director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch; la sobrina de la artista, Montse Caballé; el presidente del Liceu, Salvador Alemany, y el director artístico del Liceu, Víctor Garcia de Gomar, durante la presentación del Concurso de Canto 

Fundación Montserrat Caballé

Como recordaba esta semana Valentí Oviedo, director general del Liceu, la Fundación Montserrat Caballé es una de las iniciativas que “se hacen con gran amor y todo el corazón, pero necesitamos repensarlas, saber el apoyo que precisan, pues ha de haber estructura y capacidad de gestión. Y es algo de lo que todos somos responsables”.

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