Christopher Monks: “El éxito de la música antigua está en dejar de tocar con cuidado”

Dos conciertos en uno

Bajo su parecido de oficinista, subyace un músico desmelenado y ajeno a las exigencias historicistas. Este sábado llega a Torroella con su Armonico Consort en el 'Stabat Mater' de Pergolesi y 'Dido & Aeneas' de Purcell

Christopher Monks y el Armonico Consort

Christopher Monks y el Armonico Consort acuden hoy a Torroella

David Gómez

Si hay un conjunto de música antigua que destaque por su enfoque teatral y poco convencional, ese puede ser el Armonico Consort. Fundado en 2001 por el clavecinista y organista británico Christopher Monks, llega hoy a Torroella (Espai Ter, 20.30 h) con un doble programa de highlights: el Stabat Matter de Pergolesi, uno de los ejemplos más famosos de música sacra del barroco tardío, y la ópera Dido et Aeneas (1688) de Purcell.

Dos ‘highlights’ en una

Buscamos el contraste de emociones, de ahí que en un concierto haya ‘Stabat Mater’ y ‘Dido & Aeneas’”

Un programa generoso. ¿Con qué objetivo une dos productos estrella, uno religioso y el otro profano?

Es como dar dos conciertos, ¿verdad? Una de las características de la literatura, la música y la ópera inglesas de los siglos XV, XVI y XVII es el contraste de emociones. El propio Shakespeare dice que a un episodio de gran tristeza, rabia o terror le ha de seguir algo divertido y ligeramente disparatado. Es así como se mantiene la atención del público. Es algo muy inglés llevar al escenario ese contraste de emociones, combinar un gran éxito melancólico con otro que trae la alegría de salir a la naturaleza. La ópera de Purcell llevamos veinte años haciéndola en concierto, con una versión algo escénica en la que los cantantes actúan, para sacar a la luz ciertos elementos. Y la precede ese Pergolesi profundo y conmovedor sobre el dolor de María al pie de la cruz durante la crucifixión de Jesucristo, que hacemos de manera respetuosa, sencilla, como oratorio. Pero lo interesante de mezclar lo religioso y lo profano es que Pergolesi murió muy joven, a los 26, y si bien los textos son de dolor, la música es casi optimista. Aunque también existe la teoría de que tal vez la tenía hecha para otra cosa.

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¿Usted qué opina?

Que él en su fe creía en el optimismo. Su mensaje es de dicha.

Su grabación de Dido & Aeneas obtuvo críticas excelentes. ¿Cuál es el secreto?

Lo que importa es que no atendemos a las convenciones tradicionales sobre cómo hay que hacer la música barroca. Esta obra se escribió para ser cómica, algo tontorrona. Y yo perseguía eso. La escena de los borrachos, por ejemplo, que la gente suele grabar con acento del oeste de Inglaterra, yo pensé que en la época probablemente la hacía un actor y no un cantante. Así que cogí al peor cantante que tengo, que resulta ser el violinista, y efectivamente, lo hizo fatal. Fue fantástico, somo si se creyera  Pavarotti. También el momento de las brujas tontinas y shakespeareanas dejé que se grabaran con humor. Hasta las escenas tristes y de amor las hacemos más profundas todavía.

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¿Qué momento vive el barroco?

Cuando comenzamos, en 2001, la gente estaba asustada, no osaba romper las reglas de la interpretación históricamente informada y todo sonaba cuidado. Para tener éxito hay que hacer lo contrario. Gardiner comenzó a romper las reglas, Savall tampoco estaba preocupado por lo que estaba bien o no. Y ahora estamos en un momento apasionante: nos permitimos hacer la música como ha de ser, hermosa, cautivadora, tontina si hace falta, pero sin caer en el cuidado o lo protector como en los últimos siglos.

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