La mirada acerada y fría de Terence Stamp se apaga a los 87 años

De 'Billy Budd' a 'Superman'

Más que como actor, el protagonista de 'Teorema' y 'El coleccionista' pasará a la historia del cine como una imponente y misteriosa presencia

Terence Stamp en una escena de 'Teorema', de Pier Paolo Pasolini

Terence Stamp en una escena de 'Teorema', de Pier Paolo Pasolini 

La belleza clásica de juventud, de hechuras griegas, potenciada por una mirada acerada y más bien fría –que conservaría toda su vida–, hicieron más elocuentes sus silencios que sus palabras. Quizá fue Pasolini quien primero –y mejor– entendió la singular ambigüedad de Terence Stamp, fallecido el domingo a los 87 años. El director italiano eligió al intérprete británico como icónico protagonista de su filme Teorema, de 1968, en el que su personaje sin nombre, con su sola presencia, cuestiona, trastoca y corrompe los valores de una tradicional familia burguesa.

A partir de ese momento, con el éxito del transgresor filme italiano como bandera, el actor británico se convirtió en uno de los símbolos de la modernidad. La fusión de misticismo, erotismo y difusa llamada a la revolución en el filme de Pasolini se erigieron en su distintivo símbolo como actor. Terence Stamp, que vivió sus mejores momentos en el Londres de los sesenta, no ha dejado nunca de estar presente en el cine, acumulando “una obra extraordinaria”, de más de sesenta títulos, como señalaba el comunicado de su familia, en el que se daba cuenta de su fallecimiento, el domingo por la mañana.

Nacido en el barrio obrero de Bow (Londres) en 1938, Stamp encontró en Michael Caine el “gurú”, como él mismo decía, que le estaba faltando. En su descarriada juventud, hizo de todo, desde caddy en los campos de golf hasta modelo de publicidad. Pero Caine, con quien compartía, además de unos orígenes humildes, un apartamento en el Swinging London de los sesenta, le motivó para que perseverara en su carrera de intérprete. Una carrera que despegó con el filme Billy Budd, su primera película como protagonista, a las órdenes de Peter Ustinov. Ese filme le valió la nominación al Oscar al mejor actor, además de la nominación al Bafta como mejor artista revelación.

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Terence Stamp en la premiere de 'Valkyrie' 

Mario Anzuoni / Reuters

El poder indiscutible de su presencia –fotografiado repetidamente junto a su novia de entonces, la modelo Jean Shrimpton, otro rostro de la modernidad inglesa– le convirtió en uno de los estandartes de una Inglaterra que se abría al mundo por el lado de la creación pop. Con él, llegaba una nueva generación de creadores, en su mayoría surgidos de la clase trabajadora: actores, artistas plásticos, escritores y músicos de ambos sexos que tomaron al asalto la cambiante Inglaterra de los sesenta.

La siguiente película de Stamp como protagonista, El coleccionista, dirigida por William Wyler en 1965 –basada en la novela homónima de John Fowles–, cimentó aún más su ambigua seducción, turbia y peligrosa con el papel de un hombre obsesionado con una mujer hasta el punto de secuestrarla. Luego vendría su trabajo en Italia. Primero a las órdenes de Fellini en el filme Espíritus de los muertos, una singular adaptación de Edgar Allan Poe, y en la ya citada película de Pasolini, que lo consagró. En los años sesenta, también su trabajo a las órdenes de Losey; del entonces debutante Ken Loach y, entre otros, junto a Julie Chrístie, otro rostro de la modernidad, en Lejos del mundanal ruido (1967). La fama parecía sonreírle…

Terence Stamp y Sarah Douglas como los malvados kriptonianos de 'Superman'

Terence Stamp y Sarah Douglas como los malvados kriptonianos de 'Superman'

Y, de pronto, su estrella se eclipsó. Nadie quería al Terence Stamp maduro. Viajó, hizo teatro y esperó casi diez años, hasta su papel como el general Zod en las dos primeras entregas de Superman (1978), para volver a la gran pantalla. En ese momento, Stamp dejó de ser un protagonista indiscutible para convertirse en un secundario de lujo, lo que ha sido hasta el final de sus días.

Terence Stamp en 'Las aventuras de Priscilla, reina del desierto'

Terence Stamp en 'Las aventuras de Priscilla, reina del desierto'

Éxitos posteriores como Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (1994), donde el actor tenía un papel destacado junto a Guy Pearce y Hugo Weaving, y luego El halcón inglés (1999), de Steven Soderbergh, donde interpretaba de nuevo a un asesino sin entrañas, nos han recordado periódicamente su presencia junto a esa mirada fría y calculadora tan difícil de olvidar.

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