Aquellos barceloneses de provecho

Adiós a Manuel de la Calva, la mitad del Dúo Dinámico

Como mi padre y tantos otros en la postguerra, Manuel de la Calva y Ramón Arcusa fueron aprendices en la Elizalde, una gran fábrica en plena Barcelona (Passeig de Sant Joan) donde salió el primer coche de España y la mayoría de motores para la aviación en los 40. Es decir: una escuela de valores –acaso poco avanzada pedagógicamente– entre el que sobresalía el de trabajar mucho y sin alharacas para llegar a ser alguien (de provecho, a ser posible).

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Manuel de la Calva, miembro del Dúo Dinámico, cantando en el 2011 

Kote Rodrigo / EFE

Allí congeniaron para crear la pareja artística más sólida de la historia de España después de Orantes-Gisbert. Sin ínfulas ideológicas –lo dice Serrat en Temps era temps : ¿que se podía esperar de nosotros?– y espíritu de envelat y fiesta mayor.

Manuel de la Calva y Ramón Arcusa se han tirado sesenta años en la carretera, transitando por caminos secundarios y autopistas, sin perder los anillos ni el afán de dar al público lo que el público espera. En su caso: alegría, una pizca de felicidad y simplicidad, que para sesudos ya estaban otros.

Guapos en tiempos de feos cejijuntos, el Dúo Dinámico fueron los Simon y Garfunkel de la España franquista y la preconstitucional y eso les reportó el desprecio indolente y perdonavidas de la progresía patria o de la misma Barcelona donde todo artista no nacionalista o de izquierdas es ninguneado. Da igual: El final del verano , Quince años tiene mi amor , Oh Carol , Quisiera ser , Perdóname –himno del novio infiel–, Somos jóvenes , Como ayer , Tú vacilándome y yo esperándote –joya del masoquismo, a la par del ¿Y quién es él? – o el gastado Resistiré . Y ya no digamos cómo compositores: del La, la, la al Soy un truhán . Y es que no hay Manolo malo...

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