Jaume Claret Muxart (Sant Cugat del Vallès, 1998) ha dedicado siete años de su vida a preparar Estrany riu, su debut en el largometraje después de varios cortos. Se trata del viaje de emancipación de un adolescente durante unas vacaciones familiares en bicicleta por la orilla del río Danubio, que este viernes ha presentado a competición en la sección Orizzonti del Festival de Venecia, por la que también pasará la coproducción catalana Hiedra, dirigida por Ana Cristina Barragán.
Luego celebrará su estreno nacional en el certamen de San Sebastián, dentro de Zabaltegi, antes de recalar en los cines el 3 de octubre. El director está exultante de felicidad. “Es muy bonito recibir este entusiasmo por parte de los festivales. Y creo que encaja mucho en Venecia porque es una ciudad de agua y, de alguna forma, es como si el Danubio desembocase en Venecia”, dice en conversación con La Vanguardia unos días antes de aterrizar en el Lido.

Jaume Claret posa para 'La Vanguardia'
Empezó a escribir las primeras líneas del guion a los 19 en la Elías Kerejeta Zine Eskola de San Sebastián y la idea nace de las ganas de explicar las particularidades de los viajes que Claret hizo con su familia por diferentes ríos de Europa. “El hecho de ir en bicicleta, llevar una tienda de campaña encima, la comida... genera algo muy propio y, a partir de estos recuerdos, he querido construir una ficción”, declara el realizador, para quien hacer cine es “pensar las posibilidades que podrían haber pasado y no pasaron”.
Esa explosión de imaginación que se siente como algo real se hace evidente a la hora de abordar cómo Dídac, un adolescente de 16 años, está en un momento de cambio vital durante ese verano en familia igual que la transformación que sufre el Danubio, de cuyas aguas surge un enigmático y atractivo muchacho que atrae la atención del joven. “Pienso que en la adolescencia se suele idealizar y fantasear y esa fantasía la quería llevar a un terreno físico”, asegura.
Pienso que en la adolescencia se suele idealizar y fantasear y esa fantasía la quería llevar a un terreno físico
La película, rodada en catalán, no se aprecia solo desde el punto de vista de Dídac, “va también sobre la alteridad, sobre el hecho de que él se entiende a sí mismo a través de su madre (Nausicaa Bonnín), o su hermano Biel, del que se está distanciando. Hay como un espejo entre los personajes”, dice el realizador respecto a un relato que también va “sobre la educación sentimental de unos padres hacia sus hijos y de unos hijos hacia sus padres”. Así, “cuando Dídac le dice a su padre 'no me gustan los chicos, me gusta Gerard', le explica algo de una generación y le está educando, de alguna forma”, opina.
Estrany riu se aprecia asimismo como un ejercicio de descubrimiento, de explosión interior que aflora a través del espacio natural con los sonidos de la naturaleza. En este aspecto, Claret cita como referentes a Jean Renoir, Jean Epstein o Ermanno Olmi, “cineastas que trabajan en relación a cómo las emociones de un personaje reverberan y transforman el espacio natural y cómo el espacio natural también afecta a las emociones de los personajes”. Para el realizador, el Danubio tiene una presencia muy fuerte. “Fue el primer río que hice en bicicleta con mis padres cuando tenía once años. Es el más misterioso de todos. Tiene algo ambiguo, crepuscular. Su primera parte pasa en los bosques alemanes, clave en el Romanticismo alemán y adquiría todavía más sentido en una película que para mí es romántica”.

Jan Monter debuta en el cine en el papel de Dídac
La película es una coproducción entre España y Alemania y se rodó acompañando el viaje de sus protagonistas por el curso del Danubio, desde la región de Baden-Württemberg hasta Austria pasando por Bavaria. Una experiencia que el director tilda de “una de las mejores de mi vida” porque disfrutó mucho y todos formaron “una familia” durante las seis semanas de filmación. En la escritura del texto, Claret ha contado en “la segunda fase” con la ayuda de Meritxell Colell, que también ejerce de co-montadora. Y resalta la colaboración de Michel Gaztambide. “Aprendí mucho de él cómo escribir formalmente un guion y hacerlo atractivo”.
Con Pablo Paloma, el director de fotografía, lleva trabajando en varios de sus cortometrajes y siempre lo hacen en 16mm, una opción que ha trasladado a su debut en el largo. “Creo que me costaría volver al digital y sus múltiples posibilidades. En cambio con 16mm me limita, no puedo hacer tantas tomas y genera una tensión en el rodaje muy buena, donde todo el mundo está atento. Hay algo de capturar el instante”, observa.

Jaume Claret Muxart posa para 'La Vanguardia'
La de Bonnin es prácticamente la única cara conocida de un reparto muy joven que costó reunir. “Vimos 850 chicos en tres meses”. Cuando apareció Jan Monter, que encarna a Dídac, tuvo claro que era el protagonista. “Tenía un misterio en su mirada y una timidez increíble” que le hacía perfecto para el papel de un joven “valiente” que tiene ganas de dejar atrás los viajes en familia, “explorar nuevas inquietudes y que forma parte de una nueva generación que tiene una idea de la sexualidad muy diferente a lo establecido”.
Dídac es un joven valiente que quiere explorar nuevas inquietudes y que forma parte de una nueva generación que tiene una idea de la sexualidad muy diferente a lo establecido
De la misteriosa figura de Alexander, interpretado por Francesco Wenz, apunta: “comienza siendo un cuerpo sin rostro en el agua y se materializa a medida que el deseo de Dídac aumenta”. Ve a ese joven de gran belleza como un punto mitológico para el que ha tenido presente la figura de la ondina en versión masculina. Y sobre todo como un personaje que es “el cine” porque “permite experimentar, es un imaginario”. El director catalán confiesa que tiene ganas de que la gente vea su película y espera poder llevarla por cines de la Catalunya rural para el estreno.