El catedrático de Sociología Ramón Flecha, acusado por 14 mujeres –ayer se sumó una nueva– y dos hombres ante la Universidad de Barcelona (UB) de presuntos abusos sexuales y laborales, ha desplegado en los últimos meses una ofensiva incesante, pública y judicial, para desprestigiar a sus denunciantes.
Comunicados, publicaciones en redes, cartas enviadas a medios y denuncias en los tribunales articulan un relato conspirativo que acusa a estas personas, sin pruebas, de actuar en connivencia con supuestos abusadores de menores. Al menos tres antiguos integrantes del grupo han recibido notificación de denuncias. Dos de ellas han sido archivadas.
Guyana Guardian explicó ayer el patrón de manipulación psicológica y coerción sexual que han descrito a este diario nueve personas que formaron parte del grupo. La UB ha encargado una investigación a una comisión independiente, que debe presentar su informe próximamente. Si la comisión aprecia indicios de delitos, el caso será trasladado a la justicia
CREA, la comunidad de investigadores que Flecha fundó en 1991, sostiene que las denuncias responden a una “campaña de difamación” orquestada por supuestos abusadores y ex miembros enfrentados con el grupo. Estos enemigos se habrían aliado para destruir al catedrático por el apoyo que él da a las víctimas de sus abusos.
Según CREA, un supuesto cura ortodoxo que viola a niñas en otro país está detrás de los ataques a Flecha
Tanto Ramón Flecha como Marta Soler, directora de CREA y jefa de departamento de Sociología en la UB, han ignorado las reiteradas peticiones de este diario para dar su versión y sustanciar sus acusaciones.
CREA enmarca las denuncias contra Flecha en lo que denomina “violencia aisladora”, un concepto acuñado por el propio grupo que describe las agresiones contra quienes apoyan a víctimas de violencia de género.
La narrativa no es nueva: en 2004 y 2016, Flecha enfrentó dos denuncias colectivas, que acabaron archivadas por la Fiscalía. También en aquellas ocasiones el grupo atribuyó las acusaciones a conspiraciones urdidas por presuntos maltratadores y acosadores, en venganza porque Flecha se había enfrentado con ellos.
Una investigadora admite que en 2004 fue manipulada para acusar de maltrato a una compañera que se fue
El caso de Ana Ayuste, profesora de la Facultad de Educación de la UB, es ilustrativo. Tras trece años en CREA, cuando salió en 2004 fue acusada falsamente de maltratar psicológicamente a una compañera. “El episodio –una discusión en la que ella acabó encerrada en un baño– había ocurrido cuatro o cinco años antes, pero Flecha, que nunca olvida nada, lo rescató cuando le interesó usarlo en mi contra, retorciendo la historia”, recuerda Ayuste. “Cuando me voy, empiezo a recibir correos amenazadores: ‘si hablas contra nosotros, diremos que tal y cual’. Y lo hicieron. En unas jornadas me acusaron públicamente de maltratadora. No me quedó más remedio que denunciar: era eso o aceptar su chantaje”.
La justicia le dio la razón. En 2009, el Tribunal Supremo ratificó la condena a tres destacadas integrantes de CREA por intromisión ilegítima en el honor al considerar que las acusaciones de maltrato contra ella eran injuriosas y se hicieron sin pruebas.
La mujer presentada entonces como su supuesta víctima ha dejado recientemente CREA y ha pedido perdón a Ayuste. En una larga entrevista con este diario, explica que dentro del grupo estaba prohibido mantener relación con quienes se marchaban. “Se los demonizaba. Los acusaban de maltratadores, como hacen ahora con nosotras. Yo participé de eso”, admite. “Ramón te hacía explicar una cosa que no era. Y tú eres consciente, pero no puedes hacer otra cosa. Yo vivía en un piso con chicas de CREA; estás 24 horas con gente del grupo. Ese entorno te refuerza el discurso. Al final te crees que has sido maltratada y repites lo que te dicen”.
Dos dimisiones en Sociología
Lidia Puigvert, actual coordinadora del programa de doctorado en Sociología, y Esther Olivé, secretaria del programa, han pedido su relevo a la dirección de la UB. Estas dos profesoras forman parte de la comunidad CREA y habrían presentado su dimisión la semana pasada. La comunicación del cese la recibió la dirección del departamento al frente del cual está Marta Soler, también directora de CREA. No es ni la dirección ni el decanato el que debe decidir sobre el relevo, explican fuentes de la UB, sino que esta decisión recae en la comisión coordinadora de propio programa de doctorado
En esta ocasión, los últimos comunicados del grupo atribuyen las denuncias a una conspiración con tres frentes: un supuesto sacerdote ortodoxo que viola a niñas en un país de Europa del Este; un hombre que habría forzado a una menor a la que daba clases; y un grupo de investigadoras que habrían maltratado a sus becarias y estarían resentidas porque Flecha les paró los pies.
El número de conspiradores ha ido creciendo con el paso del tiempo: en julio, en la primera respuesta de Soler a Eldiario.es, el sacerdote ortodoxo no existía.
A finales de octubre, en una reunión en la escuela de adultos de la Verneda –históricamente vinculada al grupo– Marta Soler expuso esta trama ante simpatizantes. Contó que una familiar del religioso primero quiso denunciarlo y luego se echó atrás, y que más tarde descubrieron que la mujer figuraba entre las “supuestas víctimas anónimas” que denuncian a Flecha.
Una investigadora predoctoral de CREA ha enviado dos cartas en defensa de Flecha al director de este diario, en las que se identificaba como “una de las ocho víctimas jóvenes defendidas por CREA” además de “víctima de abuso infantil”. Afirmaba que el grupo está “defendiendo activamente a niñas presuntamente violadas por un sacerdote” y que entre quienes participan en la “difamación” contra Flecha figura una investigadora que estaría encubriendo a dicho sacerdote.
El catedrático o su entorno han presentado denuncias contra tres ex integrantes de CREA
Aunque se ofrecía por escrito a responder preguntas, cuando fue contactada se negó a concretar sus graves acusaciones.
La mujer aludida en la carta es una investigadora que ha abandonado recientemente el grupo tras una larga vinculación. Según su versión, las acusaciones forman parte de un intento de desacreditarla y vincularla a una supuesta conspiración como represalia por su distanciamiento del entorno de Flecha y por el contexto de denuncias públicas contra él.
El 22 de julio de 2025, tres semanas después de que se publicaran los primeros testimonios en su contra, Flecha acudió a la fiscalía de menores para denunciar unos supuestos abusos de menores cometidos por un sacerdote, al que no identificó, en un país europeo. No aportó datos verificables sobre el presunto autor, pero sí señaló a la investigadora como conocedora de los hechos, entregando como prueba correos antiguos de carácter personal. La mujer fue llamada a declarar ante los Mossos. La fiscalía de menores archivó el caso al no quedar “acreditada la perpetración de ningún hecho delictivo”. CREA sigue, no obstante, alimentando ese relato.
CREA explica así la supuesta conspiración para “destruir a Flecha”
Otro eje narrativo de CREA gira en torno a un grupo de investigadoras sénior que habrían maltratado a subordinadas. En la reunión de la Verneda, Soler dijo que en diciembre del 2023 una becaria explicó que estaba siendo acosada laboralmente por su tutora, tras lo cual se creó una comisión interna y otras jóvenes explicaron situaciones similares. Varias investigadoras dejaron entonces CREA. “Estas supuestas acosadoras son las que hablan con la prensa y se juntan con la sobrina del capellán”, dijo Soler. Explicó que había un proceso judicial en curso.
Según ha podido saber este diario, una antigua doctoranda de CREA presentó en julio una querella por acoso y trato humillante contra una investigadora –de una universidad de fuera de Catalunya– que dejó el grupo hace un año. La causa fue archivada mediante sobreseimiento libre al no apreciar el juez indicio alguno de delito tras las diligencias practicadas. La querellante ha recurrido.
El tercer frente del relato conspirativo se apoya en otra querella, presentada el 29 de octubre por una profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona que forma parte de CREA, que acusa a un ex integrante de haber abusado sexualmente de ella cuando era menor y él era su profesor particular, años antes de entrar ambos en el grupo. Los hechos se remontarían a 1997: ella tenía 17 y él, 30.
Se da la circunstancia de que el querellado participó en 2004 y 2016 en las dos denuncias contra Flecha archivadas por la Fiscalía. CREA sostiene que este hombre es también uno de los artífices de la actual denuncia, algo que él niega a este diario.
CREA recurre con frecuencia a sus publicaciones, que presenta como académicas, para ajustar cuentas. Diario Feminista, uno de sus medios, tiene una sección llamada Omertá, en la que se desvelan, siempre sin nombres, los supuestos trapos sucios de quienes se enfrentan al colectivo. “Todos los que denunciamos en 2004 o en 2016 hemos tenido nuestra Omertá”, explica un ex miembro. También hoy se dispara desde ahí contra las denunciantes actuales. En una de las últimas entregas se relata la historia de “Carmen”, una mujer casada que se insinuó a “Luis” en un congreso y este la rechazó: por despecho ha firmado un escrito contra él.


