Schubertíada de Vilabertran ★★★✩✩
Intérpretes: Quartet Gerhard, Katja Maderer, soprano, y Julius Drake al piano. Lugar y fecha: Canónica de Vilabertran (30/VIII/2025)
Un concierto lleno de contenido, el día anterior al recital con que el Quartet Casals clausura esta buena edición de la Schubertíada, que reune un grupo de intérpretes en una sesión –como bien dice Pep Gorgori en el programa– “cent per cent música de cambra”.
Una sesión además elaborada con ideas, que pusieron en los atriles, para comenzar, el primer cuarteto para cuerdas que escribió Chaikovski, una partitura plena de ambición que prefigura tanto su genio en la instrumentación, como la vertiente melódica que dio proyección a ese tan celebrado canto popular sobre el que se articula el segundo movimiento. Y con ello el excelente trabajo del Quartet Gerhard que mostró, en cada cuerda, su buen hacer, calidad de sonido e intensidad expresiva.
Katja Maderer mostró comprensión del estilo, sensibilidad y un sonido altamente convincente en cuatro canciones que precedieron a los lieder de Brahms
Siguió Chaikovski en uno de sus ámbitos con producción intensa, acorde con su tiempo y de intenso sentimiento, el lied. Y en esta ocasión en la voz de la joven soprano Katja Maderer que mostró comprensión del estilo, sensibilidad y un sonido altamente convincente en cuatro canciones que precedieron una selección de seis lieder de Brahms, que suponen un ámbito estilístico muy alejado de su muy contemporáneo compositor ruso, un elemento esencial que Maderer debe tomar en cuenta, atendiendo algo más a la palabra en sí, y a los elementos sensibles en términos musicales que señalan su carácter más introspectivo.
En ambos repertorios la mano magistral del pianista Julius Drake aportó sensibilidad y seguridad, más libre en el lenguaje del ruso, pero sin tanta complicidad en el de Brahms, por lo antes expresado.
El concierto culminó precisamente con otra obra de Brahms, muestra del trabajo excepcional de Drake en el piano, el Quinteto con cuarteto de cuerdas op 34 , también obra temprana, intensa y expresiva, de ambición orquestal, en el que –en un ámbito de predominio pianístico– destacaron las participaciones solistas de los miembros del Gerhard, con seguridad, buen sonido y personalidad, superando un comienzo que hubo de ajustarse, concluyendo con excelencia el movimiento. Asentada la compleja acústica, magnífico trabajo de cámara, de planos y un final intenso en interioridad.


