Satanás está cautivo en Montserrat, pues allí lo dejó hace un año Jaume Clotet (Barcelona, 1974) en La germandat l’àngel caigut, con que ganó el premio Josep Pla. No tuvo suficiente, porque tras 20.000 ejemplares vendidos, al escritor y periodista le preguntaban si habría continuación, así que se puso manos a la obra y ahora publica La calavera de l’apòstol (Columna, en castellano en Destino, que también publica ahora la primera en esta lengua), que será la segunda parte de una trilogía cuya conclusión está escribiendo ahora y espera que vea la luz antes de Sant Jordi. “Son tres historias autoconclusivas, pero con hilo conductor conjunto, y se pueden leer de manera independiente”, asegura Clotet.
Como la anterior, la nueva aventura del monje Bernat Balaguer y la mossa d’esquadra Berta Bosch quiere ser un vehículo de entretenimiento, porque para su autor “la literatura catalana, como el cine o el teatro en catalán, tiene que contemplar la evasión. La cultura catalana tiende a la introspección, el análisis, la autocrítica, la lacra de los catalanes. Basta ya, la gente ya tiene bastantes problemas para llegar a casa y torturarse leyendo según qué o mirando según qué películas. Quiero que el lector se lo pase bien, y por eso he añadido una dosis adicional de aventura”.
La novela combina episodios históricos con una realidad muy próxima a la actual, una ucronía en que la estatua de Colón ha sido sustituida por una de Roger de Llúria y el Banc de Barcelona –localización de alguna escena– aún existe, una especie de Catalunya independiente sin decirlo explícitamente: “Es el país que me gustaría”.
El libro tiene un trasfondo fantástico centrado sobre todo en el poder de las reliquias: “Cuando trabajaba en el Palau de la Generalitat –fue director general de Comunicació del Govern– supe que allí hay reliquias de Sant Jordi, y al final está normalizado, pero es alucinante. Pensamos que son anécdotas, pero aunque muchas reliquias puedan ser falsas son historias importantes, y no sé si tienen poder, pero en su día tenían como mínimo un gran poder espiritual”.

Jaume Clotet, delante de la Foneria de Canons, al final de la Rambla de Barcelona, escenario del libro
El autor explica, sin embargo, que “buena parte de los elementos fantásticos están documentados, como la sangre de Cristo con que se escribe una Biblia que tiene un papel relevante. No escribo que estuviera en Catalunya porque sí, se sabe que un Papa la envió aquí y teóricamente no volvió. Me gusta mezclar ficción y realidad, pero que la ficción no salga de la nada, sino que esté anclada en la realidad, y así el lector viaja por todo el territorio, a lugares que conoce y puede ir como Ripoll, Sant Pere de Rodes, Sant Martí del Canigó, el Miracle o Sant Pere de Lavern, primer esglaó a l’infern (primer peldaño al infierno)”.
Sí, en esta iglesia del Penedès sitúa la principal puerta en el inframundo: “Todas las iglesias de los alrededores, hasta Vilanova o el Vendrell, tienen ángeles al encima de señalando a Sant Pere de Lavern. Catalunya tiene, para mi sorpresa, treinta puertas al infierno, y no sé si algún otro país tiene tantas, pero quizá eso explica cómo van las cosas, ¿no? En cada comarca hay sitios como el Forat de l’Infern, el Barranc del Diable o el Forat de l’Ou...”. El escritor da por hecho que “el mundo de la magia, de los conjuros o de las brujas no es real, pero hay tanta información en todo el mundo, que vete a saber si en algún momento existía y lo hemos sepultado bajo la razón y la ilustración. La palabra, si crees, quizá tiene más poder de lo que pensamos”.