Contra todo pronóstico, la ópera del compositor checo Leoš Janáček que se basa en el cuento de La zorrita astuta, de Rudolf Těsnohlídek, es la obra con la que este año el Liceu llama a iniciarse a aquellos públicos que todavía no se han atrevido con el género. No La bohème o Madama Butterfly, sino un título de hora y media que se ve de un tirón, con una partitura rítmica, colorida y genial que propone un viaje emocionante por un bosque mágico donde tienen lugar alucinaciones. La naturaleza en la que humanos y animales se relacionan, con el guardabosques deprimido hasta que sale el sol y una zorrita a la que la obra sigue desde que es un cachorro... El ciclo de la vida en una mezcla de humor, tragedia y poesía que se verá en siete funciones, del 20 al 30 de septiembre.
Fue estrenada en 1924 –ya ha cumplido el siglo– con preciosidad romántica y modernidad. Es una reflexión filosófica con final aleccionador, en la que también está presente la muerte como rito de paso, de transformación. Un título, en fin, para todos los públicos cuya primera función tendrá entradas especiales para que generaciones distintas asistan juntas a 35 euros. El resto de las funciones tendrá un 50% de descuento en todas sus localidades. Y el día de la Mercè venderán mil entradas a 50 euros.
Los preparativos para la rueda de prensa del Liceu
Para reafirmar ese aperturismo, el teatro de la Rambla ha querido aprovechar la simpática coincidencia con el barrio de La Guineueta –de los pocos en el mundo con ese nombre– en el distrito de Nou Barris del que el propio concejal de cultura, Xavier Marcé, se reivindica. Así, la presentación a los medios se celebró este miércoles frente a la escultura de planchas de hierro La guineu, de Julià Riu i Serra, que desde 1971 preside el parque de La Guineueta y que, como apuntaba el propio Marcé, muchos barceloneses desconocen. El teatro de la Rambla se acerca además a ese barrio ofreciendo a los vecinos 200 invitaciones para el ensayo general, además de una conferencia sobre esta ópera.
De izq. A dcha., Víctor García de Gomar, director artístico del Liceu, Josep Pons, director musical; la mezzo Paula Murrihy, el repositor Andreas Weirich (sentado); el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Xavier Marcé; la soprano Elena Tsallagova (sentada), y el director general del Gran Teatre, Valentí Oviedo, en el Parc de la Guineueta
Por otra parte, esta coproducción del Liceu con la Bayerische Staatsoper de Múnich se estrenó en 2022 con montaje de Barrie Kosky, quien no reproduce la naturaleza sino que crea un universo propio en el escenario. Y aquí cuenta con un reparto fabuloso liderado por Elena Tsallagova en el papel de Bystoruska, la zorrita astuta. Versada en el papel, la soprano rusa considera ésta una producción “muy atractiva”: “No es una ópera normal, es sofisticada pero accesible, el ambiente que se respira es radiante. Y aunque la partitura no es nada fácil de interpretar, sí es placentera al oído, deja un buen gusto, como un buen vino de aguja”.
Para todas las edades
Sin onanismo en escena
La puesta en escena de Barrie Kosky huye de representar la naturaleza o los animales tal como son. Se limita a distinguir a los humanos de los animales vistiendo a los artistas de negro o de colores. “El montaje ayuda a la partitura por su humor, su tristeza y su reflexión final”, apunta Víctor García de Gomar, director artístico del Gran Teatre. Una serie de telones de fondo, unos de malla metálica, otros de plástico imitando cristal... Sirven por toda escenografía en la siempre animada concepción escénica del director australiano. Su tendencia a introducir ideas sexuales en sus montajes hizo que la Ópera de Baviera fijara el límite de edad para ver La zorrita astuta en 14 años. El Liceu, en cambio, le ha convencido de suavizar los gestos onanistas del guardabosques al asir su rifle. En Barcelona se limitará a acariciarlo. El teatro admite, así, a gente de todas las edades.
Junto a ella se lucen el tenor sueco Peter Mattei como guardabosques y la mezzo irlandesa Paula Murrihy como el zorro carismático con el que se eleva en el dúo de amor. Participa, ojo, el Cor Infantil del Orfeó Català, con cantores de entre 10 y 17 años. “Son los 39 hijos que tenemos entre Murrihy y yo”, bromeaba Tsallagova sobre la prole coral. “El espectáculo en sí es una experiencia de vida, pero para los chavales que asistan puede ser embriagador ver gente de su edad en escena”.
Es la segunda vez que esta ópera se representa en el Liceu, si bien en 2001 se hizo en inglés a cargo de Opera North
El maestro Josep Pons sube al podio en el primer título de esta, su última temporada como director musical del Liceu. Como entendido en el repertorio del siglo XX, asume un Janáček que en Barcelona se ha visto una única vez, en 2001, a cargo de la Opera North británica, esto es, traducida al inglés. Esta vez se interpretará en checo, lo cual añade dificultad, y no solo por la cantidad de consonantes que hay que agrupar...
“El checo supone una urgencia rítmica –cuenta Pons–. Hay palabras largas y cortas, y le has de dar a cada palabra un valor rítmico. Es parte del idioma. Janáček es un gran difusor de ese aspecto, forma parte de lo que en aquel momento era en toda Europa el nacionalismo musical. En su país se dieron cuenta de que la supremacía alemana podía durar un siglo más y buscaron la esencia. Lo mismo sucedía con la Rusalka de Antonín Dvorák la pasada temporada”.


