Hay veces en las que uno desea gritar con todas sus fuerzas y no puede. Algo parecido ha sentido este martes la escritora Remedios Zafra (Córdoba, 1973) cuando le han llamado desde el ministerio de Cultura para anunciarle que acababa de ganar el premio Nacional de Ensayo por El informe. Trabajo intelectual y tristeza burocrática (Anagrama). “Estaba en un vagón silencio y sentí el ruido interior de la felicidad en la contención de no poder compartirlo”, ha confesado a La Vanguardia pocas horas después de que el fallo se hiciera público.
Como bien anunció la propia Zafra cuando se publicó su obra, la suya es una propuesta para repensar nuestra relación con el trabajo en la sociedad contemporánea. Un mundo laboral que, como bien detalla en sus páginas, “nos aboca a utilizar palabras como hiperproductividad, precariedad, competición o burocracia”. Zafra no solo se rebela ante esta realidad, sino que la cuestiona e invita al lector a preguntarse si está dispuesto a sufrir esta “tristeza administrativa” y “deshumanización tecnológica” de por vida.
El jurado valoró la obra por “ser una crítica de las condiciones del rendimiento del trabajo intelectual”
El jurado del premio –dotado con 30.000 euros –ha valorado la obra por “ser una reflexión sobre los objetos de la modernidad tardía, un homenaje a la libertad y a la pasión creativa y, a la vez, una fuerte crítica de las condiciones del rendimiento del trabajo intelectual en el presente”. Y es que, tal y como sustenta Zafra en su ensayo, “los mecanismos de producción desatienden lo humano y conducen a una autodisciplina que mata despacio la actividad creativa”.
La autora, que se une a una amplia lista de galardonados, como Alfredo González-Ruibal, Antonio Monegal o Joan Carles Mèlich, insiste en que, “aunque se ponga el foco sobre quien escribe el libro, siento que el reconocimiento es también para quienes trabajan de distintas maneras en la educación, la investigación y la cultura y aman sus trabajos”, y añade que “el riesgo de desafecto al que este libro apunta es un temor que al compartirse busca movilizarnos y revalorizar el trabajo intelectual”.
La escritora Remedios Zafra
En medio de la vorágine de llamadas tras recibir este reconocimiento y, consciente de no poder atender todas desde un tren sin cobertura, Zafra remite a unas líneas de su libro que considera “importantes” compartir en esta celebración de la cultura: “¿Quiénes perturbarán a las personas para recordarles que son personas? ¿Quiénes recordarán que apagados servimos mejor a la inercia de un mundo que favorece a los ya privilegiados? ¿Quiénes escribirán los poemas, los libros, las obras capaces de romper la coraza de un espíritu endurecido por fuerzas deshumanizadoras que se normalizan? ¿Quiénes descubrirán soluciones para las enfermedades y males que nos aquejan? ¿Quiénes educarán con pasión?”
La autora demuestra una vez más la importancia de hacerse preguntas. Ya se las hizo también en El entusiasmo, ensayo con el que se llevó el premio Anagrama en 2017 y donde retrató a una joven generación, la de finales del siglo XX, que, a su parecer, creció sin épica pero sí con muchas expectativas, pese a que las diferentes crisis acabaran con ellas.

