Los bomberos de la brigada Fahrenheit 451 andábamos con la mosca detrás de la oreja. Nuestro capitán, que se llama Montag, Guy Montag, tampoco las tenía todas consigo, aunque intentaba disimularlo. Con el lanzallamas al hombro, apostado en la esquina del callejón de la Verge con el pasaje de Sant Bernat, el jefe se mordisqueaba las uñas de la mano izquierda, formulándose, suponemos, idéntica pregunta que nosotros: ¿sería verdad? El rumor se había extendido con la cautela esquinada de la niebla: el gran autor surafricano John Maxwell Coetzee se disponía, el martes, a visitar la librería Lata Peinada. Olía a trola; de las gordas. Pero un grafiti plantillero con la silueta del premio Nobel, pegado en la pared frente al establecimiento que regenta Gustavo Caletti , alimentaba cierta ilusión.
J.M. Coetzee fotografiado en Barcelona frente a la librería Lata Peinada
Ahí estábamos, pues, esperando al bárbaro Coetzee, con los relojes desesperanzados, cuando el autor de Desgracia asomó por el sector norte, flanqueado por su traductora al castellano, Mariana Dimópulos , y por la académica norteamericana Valerie Miles . ¡Albricias! Tuvimos que pellizcarnos, lo mismo que algunos de los escritores que lo aguardaban ( Fresán , Néspolo , Carrión , García Lao ). Tan paciente como hierático, Coetzee firmó cuantos ejemplares le pusieron por delante sus lectores, y eso que alguno de los más fanáticos se había traído de casa las obras completas (o casi). Honró al surafricano, hoy afincado en Australia, el gesto de dejarse caer por una librería –Lata, para los amigos– modesta pero con la ambiciosa encomienda de difundir la literatura latinoamericana en estos predios.
Doble visita del Nobel surafricano al CCCB y a la librería Lata Peinada, casi de extranjis
Acto seguido, el Nobel y sus acompañantes se dirigieron a pie al cercano Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, en cuyo auditorio aguardaban 450 almas inquietas. Llenazo absoluto y muchas gentes principales en primera fila (su traductora al catalán, Dolors Udina ; Judit Carrera ; la poeta argentina María Negroni ; el pintor Frederic Amat ). Junto con las escritoras Dimópulos y Miles, el surafricano navegó por las procelosas aguas del lenguaje y la traducción, relatando, por ejemplo, los quebraderos de cabeza para volcar al vietnamita la palabra brother . ¿Cuál de los hermanos?, ¿el mayor?, ¿el benjamín?, ¿el del medio? (el idioma asiático los distingue).
Más tarde, el mismo día, la brigadilla apretó el paso, desde el Raval hasta el Eixample, pensando en El polaco ( El Hilo de Ariadna), la novela de Coetzee que transcurre en Barcelona y cuya dedicataria es Valerie Miles. Ah, las ciudades y sus capas de sentido y vida superpuestas, como en la escritura. De eso iba más o menos el diálogo que Eduardo Mendoza iba a mantener en el hotel Alma con la ensayista, periodista cultural y flâneuse Anna Maria Iglesia , quien tendría el acierto de extender sobre la mesa un mapa imaginario de Barcelona, de la Exposición Universal de 1888 a nuestros días extraterrestres, como los de Gurb, siguiendo los pasos literarios del autor desde La ciudad de los prodigios .
Los escritores Eduardo Mendoza y Anna Maria Iglesia conversan sobre 'Barcelona y otras ciudades en mi obra' en el hotel Alma de Barcelona.
Siempre es un gusto escuchar a Mendoza. Confesó que novelar sobre su ciudad natal no fue un proyecto planeado desde el principio, sino una especie de epifanía. Afincado en Nueva York a principios de los años setenta, mientras trabajaba en su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta , se apercibió de cuán desconocidos resultaban el fin-de-siècle barcelonés y su bisagra con el siglo XX. “A poco que rascaras, todo quisque tenía un pariente pistolero, de uno u otro bando”.
La charla se inscribió en el ciclo Literatura y ciudad, que auspiciado por la Fundación Arquitectura y Sociedad y dirigido por el periodista y escritor Manuel Hidalgo se ha celebrado esta semana en el hotel de Joaquín Ausejo . Ojalá arraigue la iniciativa. Las jornadas se clausuraron el jueves con un paseo por ciudades mediterráneas de la antigüedad (Tesalónica, Pela, Estagira, Taormina, Roma, Capri), de la mano de María Belmonte , viajera y lectora que publica su obra en Acantilado, y del periodista cultural Xavi Ayén . Otro jefe casi tan paciente e incombustible como nuestro Montag.

