En la película Los siete magníficos (1960), un western con música muy silbable, el personaje que interpreta Steve McQueen cuenta un chiste sobre un hombre al que, mientras está cayendo de un edificio altísimo, se le escucha gritar: “De momento, va todo bieeeeeeen”, una sentencia que, con mucho retintín —la vida acaba en batacazo—, invita a mantener el tipo incluso en la adversidad. Pues bien, esa frase, escogida por Andreu Martín para titular su libro de memorias, De moment, tot va bé (La Magrana, 2015), le sirvió al novelista como hilo conductor para urdir su discurso de agradecimiento por el 29.º premio Trajectòria de La Setmana del Llibre en Català. Recibió el galardón, una obra del artista Ivan Forcadell, de manos del presidente de la Associació d’Editors en Llengua Catalana, Ílya Pérdigo Kerrigan , quien ponderó “la constancia y el compromiso” del autor con el idioma. Sucedió el jueves.
Andreu Martín, con el micrófono y sonriendo en la entrega del premio; a la izquierda, Llort con el cajón
Martín confesó un vaticinio paterno: “Jamás serás novelista porque no tienes padrinos”. Pero el buen señor erró el tiro, aclaró, porque aparecieron “tres Reyes Magos” –Vázquez Montalbán, Juan Marsé y Jaume Perich– que le dieron el espaldarazo para publicar aquel debut en la ficción criminal, Muts i a la gàbia (1979), sobre el que cimentó una prolífica carrera literaria. Género negro, sobre todo; un noir agudo y bandarra. El autor, que ha hecho siempre bandera del juego y el sentido del humor, hizo pasar un rato estupendo a la concurrencia agolpada bajo una carpa amarilla en el paseo Lluís Companys. Sobrevolaban el toldo (y nuestras cabezas) los gritos y carreteos de las cotorras con un presagio de lluvia que al final, ay, obligó a interrumpir la segunda parte del evento: el diálogo con la periodista Pilar Argudo y la actuación del grupo The Soundtracks, en el que Lluís Llort , otro novelista black , toca el cajón. Qué lástima.
Andreu Martín recibe el premio Trajectòria y Sergio Vila-Sanjuán bautiza ‘Misterio en el Barrio Gótico’
Como había salido a cuerpo y sin paraguas, regresé a casa tiritando, diciéndome “va todo bien” y rumiando otra de las frases de la semana, la pronunciada por el escritor Melcior Comesen una entrevista: “Ser un escritor en catalán es totalmente heroico”. Uf, cuán cierto. La cuestión de la escribanía se está poniendo difícil y cuesta arriba en cualquier idioma. Pero habrá que seguir pedaleando entre las ortigas.
Si la última obra de Comes, L’home que va vendre el món (Proa), retrata una Barcelona distópica, con canales venecianos y una alcaldesa ultra, también Sergio Vila-Sanjuán convierte en personaje a la ciudad y su corazón medieval en la novela Misterio en el Barrio Gótico , galardonada con el premio Fernando Lara. La bautizamos el lunes en la Casa del Llibre de Rambla Catalunya con un llenazo como de partido de fútbol y la compañía de Joana Bonet , directora del Magazine de La Vanguardia . Muchas caras conocidas (y muy leídas) entre el público. Tanta gente había que los bomberos del Fahrenheit pudimos sentarnos por los pelos en un puf. La perrita salchicha Tula se portó requetebién durante el acto, pero su dueña le sujetaba el morro por precaución, para evitar que ladrara, en cada salva de aplausos.
Joana Bonet y Sergio Vila-Sanjuán en la Casa del Llibre
Bonet presentó a Vila-Sanjuán, director del suplemento Cultura/s , como un caballero “de consenso, politesse y bonhomía”, un trabajador “despacioso y resolutivo”. El asunto fue caldeándose, y haciendo gala de una gran complicidad –ambos se conocieron en 1987, entrevistando juntos en Lleida a Patricia Highsmith–, los contertulios condujeron al respetable por los meandros de una amena conversación sobre la burguesía y el patriciado catalán; los amigos que se han ido; los cambios que ha sufrido el periodismo desde que un conserje, de nombre Marcelo, subía los cubatas a la redacción de El Correo Catalán ; sobre Martín de Riquer y el gótico fake . Hasta departieron en confianza sobre el mal de próstata que aqueja al protagonista de la novela y los abanicos menopáusicos de las damas. Ahí seguimos, pedaleando sobre las bicis.

