Lluís Permanyer ha sido una de las voces más lúcidas y sensibles del periodismo y la cultura catalana. Su vida no se entendería sin su ciudad y sin la complicidad que estableció con algunos artistas como Joan Miró.
A pesar del carácter reservado y prudente de Miró, Permanyer fue el periodista de más confianza para el artista en su etapa de madurez. Permanyer se ganó su complicidad y respeto gracias a las numerosas conversaciones y encuentros que mantuvieron. Son una prueba las más de veinte entrevistas que el periodista hizo al pintor.
Deja un legado periodístico inestimable, ligado a Barcelona y a sus grandes creadores
La amistad entre los dos arrancó en 1963, cuando, después de ser presentados, Permanyer pidió al artista que respondiera el Cuestionario Proust para una sección que acababa de empezar en la revista Destino . A partir de aquí, se fue forjando una relación de admiración y de intercambio cultural. Permanyer dejaba que Miró corrigiera los artículos que escribía sobre él y al mismo tiempo le pedía algunas colaboraciones, como la portada del suplemento que La Vanguardia dedicó a los noventa años de Pablo Ruiz Picasso.
Lluís Permanyer se convirtió también en confidente de Joan Miró cuando éste le envió un manuscrito en el que le explicaba la donación de cuatro obras que quería regalar a la ciudad de Barcelona. Las obras tenían que servir para dar la bienvenida a los visitantes de la ciudad: un mural en el aeropuerto para las personas que vinieran por el aire; una escultura en el parque Cervantes para las que vinieran por carretera, y un pavimento en la Rambla para las que llegaran por mar. Y el cuarto regalo: un centro de estudios de arte contemporáneo, la actual Fundació Joan Miró, proyectado por el arquitecto Josep Lluís Sert. Al concebir este proyecto, Miró dejó patente su generosidad y su deseo de que la Fundació tuviera una continuidad artística y fuera más allá de su obra: “Quiero que el CEAC sea como un bloc y yo solo llenaré la primera página”
Lluís Permanyer fotografiado en la plazaReialde Barcelona en el 2011
El escritor y periodista siempre se declaró un gran admirador de la Fundació. “Una de las bondades del edificio de Sert es que la gente que lo visita no tiene prisa por irse. Es todo el contrario de lo que pasa en otros centros parecidos, donde la gente acaba de ver las exposiciones y se va deprisa”, relataba el periodista en la publicación que conmemoraba los 25 años de la Fundació Joan Miró.
Aquel manuscrito fue el germen de la noticia que se convertiría en la portada de La Vanguardia del 21 de marzo de 1971 y que fue posible gracias a Lluís Permanyer. En un acto de generosidad, Permanyer dio este manuscrito a la Fundació Joan Miró en el año 2005.
La trayectoria de Lluís Permanyer nos deja un legado periodístico inestimable, ligado indefectiblemente a Barcelona y a sus protagonistas culturales más insignes. Más allá de ser un periodista meticuloso, fue un puente indispensable entre el artista y el público. Su relación con Joan Miró fue una alianza profesional, y al mismo tiempo una amistad fundamentada en la confianza, como lo demuestra la libertad con que el artista revisaba sus artículos o, especialmente, la confidencia que dio lugar al magno proyecto de la Fundació Joan Miró y el legado artístico para dar la bienvenida a Barcelona.
En el acto de regalar el manuscrito de Miró a la Fundació en el 2005, Lluís Permanyer cerró con una generosidad propia de los grandes maestros un círculo que él mismo había ayudado a abrir.

