Permanyer en el diccionario de la RAE

Letra pequeña

Podría parecer que ya se ha dicho todo de un gigante como Lluís Permanyer, pero estoy convencido de que cada uno de los que lo tratamos podríamos contar una anécdota particular. Cuando entré a colaborar en La Vanguardia hace cuarenta años, me sorprendió aquel señor que lucía unos bigotes tan singulares. Yo era muy joven, pero ya había oído su nombre.

El histórico redactor jefe de edición, Miquel Villagrasa, tenía la costumbre de presentar a cualquier nueva incorporación a su sección a todos los compañeros de la redacción. Imagínense a un pipiolo como yo de 23 años saludando a todas aquellas personas. Permanyer se puso de pie y me dijo: “Trátame de tú”. Podría jurar que tenía el mismo aspecto de hace quince días, cuando nos vimos por última vez.

Si la palabra ‘prerrafaelita’ ahora es normativa, es gracias a la perseverancia del periodista

Cabe la mesa de edición teníamos los diccionarios, que algunos redactores venían a consultar. Cuando él se acercaba, siempre tenía alguna anécdota para contar. Hojeando el diccionario de la RAE, Permanyer aseveró: “Moriremos con el diccionario en las manos”. Y continuó: “Eso siempre lo decía Pere Quart cuando lo consultaba en la editorial Montaner y Simón”. Huelga decir que la figura de Permanyer sosteniendo el libro de las palabras con las dos manos es, para mí, icónica. Le enorgullecía especialmente haber conseguido meter una palabra en el diccionario de la RAE. Pero dada su discreción, lo contaba con la boca pequeña y solo a los del gremio de las palabras. La palabra en cuestión era, es, prerrafaelita.

La historia principia cuando Permanyer consideró que la opción académica prerrafaelista no era buena, porque las personas que usaban ese término lo decían sin la ese intermedia: prerrafaelita. El DLE la remite a prerrafaelismo, que define así: “Movimiento artístico de origen inglés, de la segunda mitad del siglo XIX, que se inspiró en los pintores italianos anteriores a Rafael de Urbino”.

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Su defensa de prerrafaelita la justificaba en que en todas las lenguas de cultura vecinas se decía sin la ese. Permanyer barruntó cómo solucionarlo y escribió al entonces director de la RAE, Fernando Lázaro Carreter. En un intercambio de correspondencia, consiguió convencerlo sobre la conveniencia de incluir esa forma. Así, con el nuevo milenio, el diccionario le dio carta de naturaleza, aunque como segunda opción de la que ya había: prerrafaelita > prerrafaelista. “ Sostenella, pero solo enmendalla un poco”, en fin.

Como en tantas otras cosas, los tiempos acabaron dando la razón a Permanyer, porque, si consultamos el corpus académico del siglo XXI, veremos que prerrafaelita aparece el doble de veces que prerrafaelista. Gracias, Lluís, por estar pendiente de todo.

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