Amal El-Mohtar (Ottawa, 1984) es canadiense, educada en el sistema francófono de su país, pero el origen familiar libanés se infiltra en su literatura, como en su último libro y la primera novela corta, El río tiene raíces (Obscura, Mai Més en catalán), una fábula situada en la frontera del país de las hadas, aquí Arcadia, en la cual dos hermanas tienen como trabajo cantar canciones a dos sauces, los Profesores, de donde emana una magia que funciona, explícitamente, como una gramática.
De visita a Barcelona para participar en el festival 42, la escritora recuerda el origen del libro, que tiene que ver con una murder ballad, canción tradicional de asesinatos, Las dos hermanas, que Loreena McKennitt convirtió en The Bonnie Swans: “Simplemente quería coger los elementos de la balada y jugar, pero la idea de matar a mi hermana por un hombre es la cosa más irritante y estúpida que me podría imaginar. ¿Por qué el hombre nunca es el malo de la balada, si festeja con dos hermanas? Además, cuando hay hermanas en la televisión, en el cine o en muchos libros, a menudo hay rivalidades, están celosas o no se avienen, pero yo amo a mi hermana y ya está. Es la cosa más simple y fácil del mundo, aunque ayuda que mi hermana sea la mejor persona del mundo, ja, ja, ja”.
La autora reformula una ‘murder ballad’ tradicional: “¿Por qué el hombre nunca es el malo, si corteja a dos hermanas?”
El libro utiliza canciones tradicionales –que en el audiolibro, además, cantan la autora, que toca el arpa, y su hermana Dounya, que además toca la flauta–, pero la que es para los Profesores es especial: “Cuando en el libro hay una descripción de cómo canta la hermana, solo describo cómo me siento cuando canto con mi hermana, pero la de los Profesores la basé en una canción popular palestina que pide al viento del norte que lleve un mensaje al amado, y utiliza una técnica silábica para codificar mensajes. Cuando la cantábamos con mi hermana, fue como si se abriera una puerta entre nosotros y el pasado que podíamos mantener abierta si la cantábamos. Hay conexiones entre el país de las hadas y Palestina, sí, porque los dos son o lejos en el tiempo pero que puedes tocar, o lejos en el espacio pero en tu tiempo”, explica, consciente de que muchas de estas ideas están en el libro tan implícitas que muchos lectores no las verán, porque “tampoco es ninguna alegoría”.
Además, haciendo un doctorado en el Reino Unido sobre representaciones literarias de hadas en la época romántica, descubrió que “muchos británicos consideraban que las hadas provenían de Oriente Medio, e incluso Shakespeare hace venir Titania, su reina de las hadas, de India. Y pensé que tenían que tener su propia geopolítica y una lógica interna”.
Amal El-Mohtar, en el festival 42
¿Cómo se le ocurrió que la magia fuera la propia gramática? Para empezar, hay una magia evidente: “Cuando lees un libro, has permitido que un autor entre en tu cabeza y reorganice los muebles”, pero también porque le encanta jugar con las palabras, consciente, sin embargo: “Hablo inglés, francés y árabe, que era mi primera lengua, pero ahora es con la que tengo menos fluidez, porque he sido colonizada dos veces, en Líbano por Francia y en Canadá por los británicos”. En el libro hay gramática, que es magia, pero no es única, porque tendríamos que reconocer que en cualquier lengua, en cualquier idioma, la gramática de una balada es diferente de la de una novela, de un libro escolar, y todas son métodos para comunicarse, añade, para versionar “una cita preciosa de T.S. Eliot que siempre cambio, que dice que la poesía rompe o disloca, si hace falta, el lenguaje en su significado, es decir, que puedes decir cosas que son más ciertas con cosas inventadas”. La magia literaria es de verdad.
El festival 42 cierra con más de 8.500 asistentes
El 42 Festival de Gèneres Fantàstics de Barcelona, organizado por el Institut de Cultura de Barcelona (ICUB), cerró ayer su quinta edición con más de 8.500 asistentes. El certamen de literatura tuvo lugar de miércoles a domingo en la Fabra i Coats y la Biblioteca Ignasi Iglésias-Can Fabra de Barcelona, y entre los ejes temáticos de esta edición se han reunido la mitología catalana, la figura del monstruo, la ficción climática y la diversidad LGTBIQ+ y feminista en los géneros fantásticos. “Tenemos una comunidad que durante cinco días late y respira géneros fantásticos, y eso es un síntoma de que este tipo de literatura está igual de normalizada que en su día se hizo con la novela negra o con otros géneros”, señaló Ricard Ruiz, comisario del festival.


