¿Cómo reaccionar ante un espontáneo teatral que se cuela en el escenario?

Teatro uruguayo

‘El desmontaje’ da la respuesta, mediante una conferencia performática de Jimena Márquez en La Villarroel

Versió en català, aquí

La dramaturga uruguaya Jimena Márquez interpreta 'El desmontaje' en La Villarroel. Noviembre 2025

La dramaturga uruguaya Jimena Márquez en 'El desmontaje' 

Gabriel Arambillete

Cuentan que, en el 2004, en Montevideo, apareció un tal Dionisio, o Dionisos, o Dioniso, según los distintos testimonios, que se colaba en el escenario de diferentes teatros en plena función. De eso va, más o menos, la conferencia-espectáculo que Jimena Márquez presenta en L’Off La Villarroel durante noviembre, que lleva por título El desmontaje.

Jimena Márquez es una dramaturga uruguaya de Montevideo, autora y conferenciante de esta singular pieza sobre el hecho teatral. Evidentemente, la conferencia no es tal, sino una obra performativa, donde la prestigiosa dramaturga, con la complicidad de primeras figuras del teatro uruguayo que intervienen en vídeo, sube al escenario por vez primera para reflexionar sobre el teatro y sobre su frustración por no haber podido dedicarse a la interpretación.

La dramaturga uruguaya Jimena Márquez lleva a La Villarroel su frustrada pasión actoral

Márquez cuenta su peripecia a Guayana Guardian : “Mi primera pulsión juvenil fue ser actriz. Luego de fracasar varias veces en el intento por entrar a la formación pública en la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD), entendí que no era buena para eso y decidí no hacerlo, pero seguía teniendo una pulsión teatral fuerte. Entonces me dediqué a escribir y también me pidieron que dirigiera. Me empezó a encantar la dirección y me quedé ahí”.

Pero ahora se sube al escenario: “A los 40 años, la pandemia nos sacudió y nos hizo pensar en cosas que la vida diaria no nos dejaba pensar. Me acordé que yo había querido actuar y dije, bueno, lo tengo que hacer una vez, voy a escribir para mí. Y ahí tomé la decisión de hacer esta obra. El desmontaje está cruzado por tres líneas: la historia de un personaje particular del teatro en Uruguay, la historia del mito de Dioniso y una específica de mi biografía que tiene que ver con esto”.

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En la obra, la dramaturga revela que su voz, que a veces puede parecer más masculina que femenina, fue una de las razones de que se le cerraran las puertas de la interpretación: “El fracaso viene por determinados estereotipos que en ese momento no se admitían, por no ser estándar, digamos. Ese momentito de mi vida y todo lo que eso salpica está presente en la obra. Durante mi infancia me tocó lidiar un poco con eso, porque tenía una voz demasiado grave para una niña. Yo siempre he tenido mucho sentido del humor, pero eso me dejó una huellita”.

Márquez no se ha encasillado en un estilo o en una temática concreta: “No me gusta estancarme en ningún sitio”. Su nueva obra, No nos pasa nada, que ya ha estrenado en Montevideo con la Comedia Nacional, no recurre a la autobiografía, como en algunas anteriores, pero reconoce: “Siempre me parece que en lo biográfico hay un tinte catártico. Lo distingo un poco de la autoficción, porque premeditadamente nunca determina dónde está la verdad y dónde está la mentira. Que tú te vayas sin saber lo que fue verdad y lo que fue mentira es parte del juego de la autoficción. Y en el caso de El desmontaje es diferente. No puedo adelantar mucho porque la obra tiene un pacto de silencio, pero el lugar de la verdad y la mentira queda totalmente aclarado”.

“No tengo ningún interés en que la gente crea que pasaron cosas que no pasaron. Creo que la obra la movió una tesis muy sencilla: yo quería probar que sí podía actuar, que sí podía hacer que la gente me creyera. Ese es el movimiento básico, instintivo, animal, que dio la pulsión a la obra”, concluye.

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