Manuel Borja-Villel: “Se me ha atacado a mí en lugar de a mi propuesta para no entrar en el debate”

Entrevista

El asesor de la Generalitat cierra etapa y vuelve a Madrid tras vivir “una guerra cultural” en Barcelona

foto NACHO VERA GALBARRO (27/10/2025) Retrato para entrevista de Manuel Borja-Villel en el Palau Moja, Barcelona.

Manuel Borja-Villel en el Palau Moja, donde ha tenido establecido su despacho los dos últimos años 

Nacho Vera

Manuel Borja-Villel (Burriana, Castellón, 1957) se va de Barcelona. El programa Museu Habitat, que puso en marcha en 2023 para repensar el ecosistema museístico catalán por encargo de la Generalitat, está llegando a su fin, a falta solo de la entrega al MNAC, en las próximas semanas, de un voluminoso informe con las conclusiones. Luego regresará a Madrid. La vuelta, en 2023, del hombre que en su día convirtió la Fundació Tàpies y el Macba en puntos de puntos de referencia internacionales, como luego haría con el Reina Sofía, suscitó tantas esperanzas como recelos por parte de los responsables de algunos museos del país, que le cerraron las puertas en la cara. Pero en esa misión explosiva de imaginar un museo del siglo XXI que necesita ser reinventado de raíz, Borja-Villel también ha encontrado muchos cómplices.

Tras horas de trabajo y sendas jornadas de reflexión y debate, el proyecto culminó con la inauguración, el pasado junio, de Fabular paisatges (en el Palau Victòria Eugènia y el Palau Moja), una exposición que, como ya le sucedió en Madrid con la reordenación de la colección del Reina (incluyó las pancartas del 11-M y algunos medios lo declararon enemigo público número uno) desató una guerra cultural sin precedentes.

Borja-Villel aborda todas estas cuestiones, mientras en su mesa descansa ya un proyecto internacional del que de momento prefiere no hablar.

Campaña ideológica

“Existen las guerras culturales, y desde el principio sabía que aquí se producirían. Eso está bien. Un galerista me decía hace poco: ‘Has revivido la crítica de arte en Catalunya’. Todos se han posicionado. Hasta ahí ninguna sorpresa. ¿Qué sorpresa sí ha habido? ¿Qué parte del debate no ha ayudado al debate? Primero, ha sido un cuestionamiento muy ad hominem , es decir, ha sido contra la persona y no contra la propuesta. Dirigirse a las personas es algo habitual en las guerras culturales, forma parte de su estrategia. Y en esta guerra se han dicho cosas como que yo venía de una institución borbónica y que no tenía autoridad para criticar a los catalanes, cosa que por cierto no he hecho. O que ya podía haber hecho estas cosas en el Reina Sofía, cosa que sí hice y por eso me dieron. Este debate ad hominem ha hecho que no se haya debatido sobre qué museos queremos, si son sostenibles, si se han de hacer ampliaciones o no. Que se haya centrado en mí es una estrategia de manual para que no haya debate. Lo positivo es que todo el mundo se ha retratado. Un artista sostenía en un diario que el museo es como la rueda, que ya está inventada, y que lo único que hay que hacer es arreglarlo o modernizarlo un poco. ¡Parece como que desde la Revolución Francesa o de la revolución de Haití de 1804 no se hubieran enterado de lo que ha pasado en el mundo! Las posiciones se han definido bastante, y eso ya está muy bien”.

Guerra cultural

“El debate ‘ad hominem’ ha impedido que hablemos sobre qué museos queremos”

Críticas encarnizadas, pero, ¿a qué concretamente?

“Hay un estudiante de doctorado que quiere hacer un trabajo sobre las críticas que ha tenido la muestra Fabular paisajes , piensa que es un caso de estudio. Me pidió un dossier y la verdad es que cuando lo repasas las críticas son un 50% positivas y un 50% negativas. Se ve también que hay un posicionamiento muy claro de los medios, ha estado muy equilibrado, aunque unos han sido más ruidosos que otros. Y luego ha pasado otra cosa, también muy de guerras culturales. ¿Qué hace la derecha? Coge tres mensajes sobre un tema, como la inmigración y pum pum, empieza a disparar. Aquí ha sucedido lo mismo con el tema de que hacía calor en la exposición, el tema del aire acondicionado, o que era una exposición muy fea. Pues analízalo, pero tampoco”.

Manuel Borja-Villel, que en los dos últimos años ha trabajado para la Generalitat, regresa a Madrid

Manuel Borja-Villel, que en los dos últimos años ha trabajado para la Generalitat, regresa a Madrid 

Nacho Vera

¡SOS, patrimonio en peligro!

“No se han cansado de denunciar que en las condiciones en que se exponía estábamos poniendo en riesgo el patrimonio. Pero, ¿cuántas obras se han retirado? Con todo el ruido que se ha armado, ninguna. Del MNAC, y es algo que yo ya no acababa de ver claro desde el principio, se decidió cambiar por facsímiles unas revistas satíricas que había en unas vitrinas, pero de las piezas importantes que vinieron del Reina Sofía, del Museu d’Art Medieval de Vic o del Museo del Prado, no se movió ninguna. Cuando hubo todo el lío, vinieron conservadores de todos los museos y decidieron dejarlas”.

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El peligro de ampliar

“Hay museos que si los amplias, el 100% de su presupuesto irá para gastos de estructura”

El debate sobre sostenibilidad que amagaba el aire acondicionado

“La idea era crear un paradigma de cómo discutir del museo desde otro lugar, poniendo en cuestión temas como la sostenibilidad, la gobernanza y la extensión, es decir, las ampliaciones. En cuanto a sostenibilidad, pusimos un aire acondicionado muy flojito en el interior de los cubículos y luego, es verdad, cuando empezó a hacer calor encendimos una parte muy pequeña de los aires acondicionados, pero más pensando en la gente que en las obras. El gasto era el tradicional en una exposición. Pero en todo caso la idea inicial era plantear un debate sobre la sostenibilidad de los museos. Sobre si las obras tenían que estar a 21 o 22 grados o bastaba con 25. La respuesta es que el Prado sacó un comunicado en el que decía que determinadas obras en condiciones estables podían estar hasta 25 grados. El British sacó otro indicando que las obras no debían estar a temperaturas tan bajas. Queríamos hablar de la huella de carbono. Es verdad que al poner el aire acondicionado por la ola de calor caíamos en lo que criticábamos. Pero el debate que proponíamos, si realmente era necesario o no, nunca se produjo. Otra de las estrategias de las guerras culturales es debatir hacia otro lado para eludir los debates necesarios”.

La situación del sector

“Algunos directores de museos parecen directores de recursos humanos”

Museos sin crecimiento infinito

“No digo que las ampliaciones del Macba y del MNAC sean justas o no sean justas, que luego me dan por todas partes, pero sí que hay un patrón recurrente en todas. El Bellas Artes de Bilbao, el Louvre, el British.. Todos se amplían. ¿No tendremos que parar y pensar si realmente son necesarias? Es un crecimiento anacrónico, nos movemos en términos de los años ochenta, cuando las cosas crecían y había dinero. Ahora, dinero privado no sabemos si va a haber y dinero público... a ver si no nos recortan... En el caso de algún museo de Barcelona que dedica a la actividad solo el 10 o el 15% de su presupuesto, si los amplias, los gastos de estructura se llevarán el 100% y no quedará para hacer nada. ¿Quién va a pagar entonces ?”

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“No tendríamos que pensar si las ampliaciones de los museos son necesarias?

¿Patrimonio? Hablemos mejor de matrimonio

“Otro de los temas que me interesaba debatir es el del patrimonio. El patrimonio era lo que aportaba el hombre cuando se casaba, que eran bienes, que era lo que mantenía un linaje. La mujer, mater , lo que aportaba era el matrimonio, y el matrimonio era la vida. Era la que sostenía a los hijos y la que aportaba la reproducción. Entonces, la idea es, ¿y si cambiamos la idea de patrimonio y desde un punto de vista feminista empezamos a hablar de matrimonio, de vida, de cuidados? Y si es de vida, de cuidados, igual en las colecciones, en el patrimonio, tenemos que introducir otras cosas, como la oralidad, las historias de la Asociación de las Mujeres Adrianas del Barrio de la Mina, por poner un ejemplo presente en la exposición. Yo tengo mis ideas y si algún día vuelvo a un museo, que lo dudo, trataré de aplicarlas. Aquí lo único que hacía era tratar de que este debate se produjera sin rasgarnos las vestiduras, sin pensar que nos estamos cargando nada. Y eso es extensible a la gobernabilidad o gobernanza, ¿quiénes gobiernan los museos? Las instituciones públicas y patrocinadores, gente que aporta dinero. ¿No tendría que pensarse de otra manera? Las cosas no se fijan de una vez para siempre. Y eso es algo que no se ha querido ver por parte de un sector, que es el ha armado más ruido. No ha querido entrar en eso. Pero este tipo de cuestiones volverán a aparecer. El ruido no va borrar el hecho de que hay un debate latente. Los museos occidentales no se aguantan, en general.

Ruido mediático

“Ninguna de las obras importantes que vinieron del Prado o el Reina fueron retiradas”

“Manolo versus Pepe”

“Mis relaciones con el MNAC no son ni buenas ni malas. Yo haré la memoria, en la que quedará todo el trabajo hecho, que ha sido mucho, y lo entregaré. Pero a partir de ahí, las decisiones son suyas. Mi trabajo y mi contrato acaba. Estaba previsto que fuera en febrero, pero yo lo he adelantado porque una vez hecho el trabajo, ya no tiene sentido seguir aquí. Cuando llegué claramente Pepe [Serra, el director del MNAC] no quería estar en el proyecto. Mi idea era replantear el concepto de museo con la vista puesta en ese museo enciclopédico en bellas artes que es el MNAC. Y ese fue el encargo. Luego, unos museos han querido colaborar, como el Episcopal de Vic o Txema Romero, primero en Cerdanyola y luego en Sitges... Los museos viven en una situación de precariedad, pero hay directores que parecen directores de recursos humanos. La precariedad es una realidad, pero no puede ser una excusa para no cambiar nada. ¿Por qué duele tanto?

Críticas a la exposición

“Se ha hablado del calor, del aire acondicionado, de si era fea... pero no se ha entrado en el fondo”

Inicios balsámicos, finales convulsos

“Ha sucedido un poco lo mismo que en el Reina, donde al principio se me trataba como si hubiera llegado Dios a dirigir el reino y además se lo robaban a los catalanes. Eso duró bastante, hasta el último año. Cuando llevas muchos años generas bastantes. amores y odios, pero estamos en un momento de guerras culturales y aquí se ha reproducido de otro modo”.

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