Dice Gabriel Calderón que, cuando estudiaba teatro en Uruguay, le costaba discernir cómo tenía que pronunciar la interjección “ Ay” con que empieza La vida es sueño. Y esta obra de Calderón de la Barca es la que interpretan ahora en el escenario unos robots en un posible futuro no muy lejano. De aquel “¡Ay, mísero de mí, ay, infelice!” Nace Ai! La misèria ens farà feliços, la nueva pieza de Gabriel Calderón, producida por Temporada Alta, donde se verá en el Teatro de Salt del jueves al sábado, y por el Teatre Lliure, que la mostrará en su sede de Gràcia desde el día 4 de diciembre, después del enorme éxito que en el 2020 tuvo el uruguayo con Història d’un senglar.
Ante el alud de cambios que comporta la inteligencia artificial, Calderón ha querido montar una obra sobre la suplantación. Y ficcionar sobre el teatro, un reducto que, según su opinión, hoy por hoy está quedando al margen. En cambio en la obra, cuatro exactores trabajan de regidores en la obra de Calderón de la Barca mientras unos robots la representan. Los actores que hacen de exactores son Pere Arquillué, Laura Conejero, Joan Carreras y Daniela Brown. Un día, uno de los robots se niega a salir a escena y un humano tiene que interpretar el papel sin saberse el texto.
Arquillué, Conejero, Carreras y Brown protagonizan esta obra de Temporada Alta y el Teatre Lliure
“El teatro es un maestro en la suplantación –declara el dramaturgo y director uruguayo–. Después de miles de años de suplantar a las personas en los escenarios, ahora me parecía divertido suplantar a los propios actores. Y Calderón de la Barca ya había escrito sobre el futuro, la realidad y la irrealidad”.
Los intérpretes coinciden en la generosidad del autor a la hora de montar este espectáculo, del que el dramaturgo habla de una autoría en plural, porque los actores han participado en el proceso de creación.
“La IA me fascina, aunque no la utilizo –continúa Calderón–. Me fascina la capacidad de dialogar con la máquina, que no se cansa de hablar con nosotros y nos puede explicar las mismas cosas las veces que haga falta. Yo aprendo muy lento, y la IA aprende mal muy rápido”.
Sobre la preparación del espectáculo, Carreras explica: “Trabajamos muchas comedias distintas dentro de la pieza; son canciones de una persona enamorada del teatro”. Brown considera que la obra “está llena de humor, sin embargo, por debajo, hay reflexión y cosas oscuras: primero ríes, pero se va enrareciendo”.
“Es como una muñeca rusa –considera Arquillué–, porque habla del teatro dentro del teatro dentro del teatro”. Y Carreras concluye: “Tendremos todo un mundo virtualizado, y el teatro seguirá siendo un oasis, porque el teatro es la palabra, el directo, la comunión de la gente”.


