Los rituales teatrales exorcizan la Girona más internacional

El festival gerundense llega a su semana grande

Angélica Liddell, Miet Warlop y Marina Otero estallan en Temporada Alta

Crítica de Juan Carlos Olivares

Versió en català, aquí

'Delirium', de Miet Warlop', en Temporada Alta

La seda como protagonista 

Reinout Hiel

En el libro del Éxodo, Dios entregó a Moisés las tablas de la ley con los diez mandamientos. Unos cuantos milenios más tarde, la humanidad sigue tropezando con las mismas piedras, tipificadas por la Iglesia en los pecados capitales. Pero por suerte hoy tenemos el festival Temporada Alta, que en cuatro días de superprogramación presenta las catarsis artísticas que quizá no nos librarán del pecado, pero sí nos ayudan a vivir, o a sobrevivir hasta poner fin a la propia vida, como proclama desde el escenario la siempre extraordinaria Angélica Liddell en Seppuku. El funeral de Mishima.

Pero el espectáculo de Liddell no llegó hasta la madrugada del sábado. Antes, la Big Bang del 2025, la semana del festival por la gran programación internacional y los talentos locales más innovadores, arrancó el jueves en el teatro El Canal de Salt con uno de los siete pecados capitales: la gula. Con Pau Matas de compañero de viaje, Oriol Pla se atiborró hasta quedar bien harto en Gola. Este espectáculo de Temporada Alta y el TNC tendría que viajar por todo el mundo, para mostrar la exhibición que hace el actor de una infinidad de habilidades casi tan numerosa como todo lo que llega a tragar. Suerte que al final Matas le prepara un antiácido.

La semana grande puso en marcha la catarsis con uno de los pecados capitales, ‘Gola’, de Oriol Pla y Pau Matas

El viernes empezó el verdadero maratón, con una sobresaliente bailarina que Temporada Alta ha visto madurar, sola o acompañada de La Veronal, para llegar a la deconstrucción de Picassa. Lorena Nogal, que estrenó su espectáculo en el Museu Picasso de Barcelona en unas salas vacías del palacete de la calle Montcada, en el CaixaForum Girona se ha convertido en imagen picassiana rodeada de una exposición de cómics. Uno de los momentos culminantes es cuando consigue deconstruir su cuerpo hasta convertirse en una verdadera escultura del genio malagueño.

Acto seguido, en La Planeta, Magda Puig y Andreu Martínez presentaron su Manual para seres vivos, ahora en castellano, después del estreno en el CCCB dentro del Grec, con la Fundació Joan Brossa. Después del sorprendente debut de Thauma, un montaje precioso, las expectativas estaban muy altas, pero se han visto ampliamente rebosadas. Y lo mejor de todo es que es simplemente una maquinaria manual que solo muestra cartelitos con palabras. Larga vida a la compañía La Mula.

Oriol Pla a 'Gola'

Oriol Pla en 'Gola'

Clàudia Serrahima

En La Mercè, Agrupación Señor Serrano, explicó su singular Historia del amor, con Anna Pérez Moya. Y por la noche, en el teatro Municipal de Girona, llegaba la artista belga Miet Warlop y su Inhale Delirium Exhale. Codiciada desde hace tiempo por el festival gerundense, la prestigiosa artista belga llenó el escenario con metros y metros de telas de seda, que crea un montón de imágenes sugerentes, algunas plásticamente potentes, entre movimientos y acciones extenuantes.

Empezando por la música palpitante de los telares, el espectáculo evoluciona hacia la explosión visual. Con las telas, un ventilador gigante y los artistas, la creadora consigue imágenes de una belleza sorprendente, como las esculturas humanas de seda, que hacia el final tiene la gentileza de mostrar al público por detrás, para que vea cómo las crea. Dicen los que conocen la obra de Warlop que quizá esta no es una de sus obras maestras, pero sí es la obra de una maestra.

Las sedas de Miet Warlop convierten el teatro Municipal de Girona en un telar inmenso 

Ya se acababa el viernes, pero había que ir a dormir temprano porque, a las 5.45, Angélica Liddell había convocado a su público fiel al Teatre de Salt, para revivir sin remorir el ritual del suicidio japonés del escritor Yukio Mishima en Seppuku. El funeral de Mishima. Esta vez, la creadora de piezas emblemáticas como Vudú (3318) Blixen quería actuar al aire libre para finalizar con la salida del sol, pero las frías temperaturas otoñales aconsejaron hacerlo en el interior de una sala y ver el sol naciente a la salida, sobre las ocho menos cuarto, entre las azoteas de Salt. A pesar de la previsión bajo cero, al final el termómetro no bajó de los cuatro grados, pero tampoco es una temperatura recomendada para tal performance.

Imagen de escena de 'Seppuku. El funral de Mishima', de Angélica Liddell en Temporada Alta 2025

Imagen de escena de 'Seppuku. El funral de Mishima', de Angélica Liddell en Temporada Alta 2025

Sergio y Ximena

Aparte de las increpaciones habituales al público –en esta ocasión se limita a referir “el asco” que siente “ por las personas” y a decirles que son “unos cobardes” porque no se atreven a morir y conseguir una muerte bella que logre convertir su vida en un poema, como proclamaba el escritor japonés–, Liddell estrenó una pieza especialmente contenida, muy bien acompañada por dos artistas japoneses, que aportan una fuerza y una belleza deslumbrantes: el bailarín Ichiro Sugae y el actor Kazán Tachimoto, la pasión esencializada en una danza minimalista y una voz atronadora.

Aunque las fechas no coinciden, dice Liddell que tiene una gran conexión con Mishima porque se suicidó cuando ella estaba en el vientre de su madre. Claro que para ello existe la ficción y, aún más, la autoficción, de modo que la artista ha llevado al público por los caminos del ritual del seppuku, hasta coronar la cima cuando ha soltado sus monólogos abrumadores. Es aquí donde Liddell asciende al Everest y dice como nadie sus propias palabras, con una progresión ni aritmética ni geométrica, sino siguiendo la sucesión de Fibonacci para alcanzar la proporción áurea.

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Pero en un espectáculo suyo no podía faltar la dosis de sang i fetge, que en este caso se ha cumplido a rajatabla. Por una parte, con una extracción de sangre de ella y de Tachimoto por parte de dos profesionales sanitarios. Esta acción en el estreno resultó parcialmente fallida, pues costó encontrarle la vena al actor, lo que alargó la escena y provocó algunos mareos, con dos personas abandonando la sala. Por otra parte, también aparece un hígado, quizá de ternera, que sirve para que Liddell practique sexo sin miramientos. Excentricidades aparte, con Seppuku la artista ha conseguido otra gran pieza dramatúrgica.

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Por la tarde era el turno de Marina Otero y su última creación, Ayoub, estrenada en Madrid la semana pasada. La artista argentina, otra habitual de Temporada Alta, se quería casar por interés con un marroquí, a quien iba a dar su “nacionalidad sudaca europeizada”. De esta experiencia, que acabó con una historia de amor, pero también para descubrir su mirada colonialista, nace este espectáculo donde va más allá de su propia historia, para explicar también la del Ayoub, interpretado por Ibrahim Ibnou Goush.

El Big Bang se completó con el espectáculo conceptual y coreográfico Cèl·lula #6: Faula, de Roser López Espinosa, quinta vez que visita Temporada Alta; y en el cine Truffaut, las películas documentales Dans la solitude des champs de coton, de Patrice Chéreau, e Imprenteros, de Lorena Vega y Gonzalo Javier Zapico. Un Big Bang que ha servido para exorcizar la vida mediante las artes escénicas.

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