Orfeo ed Euridice ★★★✩✩
Intérpretes: Cecilia Bartoli, Mélissa Petit. Il canto di Orfeo. Dir. Coro.: Jacopo Facchini. Les Musiciens du Prince-Monaco. Dir. Música: Gianluca Capuano.
Lugar y fecha: Palau de la Música Catalana (25/XI/2025)
Público del Palau en pie al fin de este Orfeo de Gluck, con la diva del barroco por antonomasia, una Cecilia Bartoli carismática pero de canto ya mermado de presencia.
La mezzo romana está de gira europea con una de las versiones menos interpretadas del Orfeo ed Euridice de Gluck. Una partitura retocada y estrenada en Parma en 1769, en una edición italiana, uniformada de tres actos a un acto único en cinco escenas consecutivas. Una versión escrita para el protagonismo del castrato soprano Giuseppe Millico, Il moscovita, en contraste a la partitura original estrenada en Viena en 1762 y escrita para el castrato alto Gaetano Guadagni.
Bartoli rescata esta versión que protagonizó en el Festival de Salzburgo en 2023, año posterior a su nombramiento como directora artística de la edición de Pentecostés del renombrado Festival. En esa producción, con la firma de Christof Loy, se mezcló danza con una dramaturgia propia.
Esta versión vista en el Palau pecó de una semiescenificación pobre de recursos, a penas dos vestidos para la correctísima soprano Mélissa Petit, uno para Amore y otro como Eurídice, con una estética bastante ñoña.
Cecilia Bartoli mostró su personalidad desde el inicio, acompañada por el excelso coro Il Canto di Orfeo, dirigido con primor por Jacopo Facchini. Una interpretación coral delicada, dramática y de sonido refinado con pianissimi de gran efecto como demostraron en el final trágico de la ópera.
La Bartoli mostró un instrumento limitado de volumen, de proyección escasa y color mate que solo lució en algún agudo y en un grave teatralizado a golpe de pecho. La tesitura se basa en un centro que ha perdido color y tersura, con un sonido por momentos duro y otros al servicio de su característica expresividad y sensibilidad musical.
El aria más icónica de la ópera, Che farò senza Euridice, fue en esta versión de Parma, una extraña mezcla de drama, agilidades di furore y un recogimiento vocal de tempi mortecino que buscó un contraste dramático de sorpresivo resultado.
La orquesta en manos de Gianluca Capuano, combinó un hermoso sonido historicista, trompas naturales de atractivos y dramáticos efectos, con una lectura un punto impersonal, donde faltó mayor elegancia en la continuidad dramática.


