Rafael Yuste: “Podremos esculpir el cerebro de un adulto con posibilidades casi ilimitadas”

Entrevista

El neurocientífico alerta en el libro 'Neuroderechos' de las nuevos requerimiento de un mundo en el que se pueden manipular los cerebros

El neurocientífico Rafael Yuste

El neurocientífico Rafael Yuste 

REDACCIÓN / Terceros

Parece una película de ciencia ficción. Por momentos, un Matrix , con imágenes generadas en del cerebro de ratones que nada tienen que ver con el mundo frente a ellos. Pero no. Las neurotecnologías que unidas al poder de la IA permiten leer el cerebro, cambiarlo, manipularlo, ya están aquí. Gente que ha perdido la voz habla a través de neurodispositivos que leen su habla interna. Personas con enfermedades neurológicas con dispositivos de estimulación cerebral profunda experimentan cambios de personalidad. Y ya hay en el mercado dispositivos portátiles para mover cursores o drones con la mente y auriculares que podrían descodificar la actividad de las zonas de la corteza que procesan el lenguaje. Habrá aplicaciones en psiquiatría, armamento, podremos comunicarnos mentalmente. Quizá cambie nuestra propia identidad: podremos tener más memoria, mejor percepción, amplificar o limar aspectos de la personalidad, como una cirugía psicológica en vez de estética.

¿Nueva especie?

“Con las gafas veíamos mejor, ahora vamos a tener gafas mentales para pensar mejor”

Por eso el neurocientífico español Rafael Yuste, director del Centro de Neurotecnología de la Universidad de Columbia e impulsor del proyecto Brain que arrancó en la administración Obama, publica Neuroderechos (Paidós). A los derechos humanos que tantos siglos costaron quiere sumarles cinco más –y lo ha logrado en Chile o California– para que las nuevas neurotecnologías protejan nuestra privacidad e identidad mentales, nos permitan tomar nuestras propias decisiones, eviten sesgos y permitan la aumentación mental a todo el mundo, y no solo a los más ricos.

Filosofía y ciencia

“Kant lo clavó, nuestros estudios demuestran que la realidad sale de dentro”

¿Va a cambiar la naturaleza humana?

Está por decidir. Y es una decisión importantísima. Ahora estamos preocupados por la privacidad mental, lo más urgente. La aumentación mental vendrá en cinco o diez años, pero será importantísima. Tenemos la posibilidad de cambiar nuestra esencia. Lo veo como otro paso adelante del progreso de la humanidad. Llevamos 100.000 años mejorándonos, desde inventar el fuego a las gafas para ver mejor. Ahora vamos a poder tener gafas mentales para pensar mejor, tener más memoria. Y podemos, en principio, aumentar o retocar todas las actividades mentales y cognitivas, porque surgen en el cerebro y vamos a entender cómo funciona y tener métodos para medirlo y cambiarlo. Y los mismos métodos van a permitir medir y cambiar la actividad mental. Ahí entramos en un nuevo renacimiento de la especie humana, donde la pregunta más importante es qué tipo de ser humano queremos ser.

Ve el cambio inexorable.

Inevitable. El afán del ser humano por mejorarse está en su ADN. Heidegger definía al ser humano como el animal que fabrica herramientas. Hasta ahora el mejoramiento era físico, ahora será mental. No vamos a parar, pero podemos marcar las pautas para que la transformación beneficie a la humanidad respetando la esencia del ser humano, que son los derechos de la Declaración Universal.

Esta carrera que le lleva por todo el mundo para impulsar los neuroderechos surge de su propio “momento Oppenheimer”.

He intentado toda mi vida averiguar cómo funciona el cerebro, por curiosidad científica y para ayudar a los pacientes. Hace diez años, en el laboratorio, construimos una neurotecnología óptica muy potente que permite mapear y manipular la actividad cerebral como si estuvieses tocando el piano con las neuronas. En un ratón conseguimos tomar control de su actividad cerebral y activándole ciertos grupos de neuronas hacerle creer que veía algo que no estaba viendo, una alucinación visual. Un éxito científico que nos permite diseñar terapias para pacientes con esquizofrenia. Pero esa noche no dormí. Vamos a ver, Rafa, lo que habéis hecho en un ratón hoy, se puede hacer mañana en un humano. Es cuestión de cuándo. Imagine la posibilidad de manipular la actividad cerebral de una persona. Ahora trabajo en laboratorio con neurotecnología para entender el cerebro y ayudar a los pacientes y con abogados, expertos en derechos humanos, en ética, líderes internacionales, para proteger la actividad cerebral y los datos cerebrales de usos indebidos de la neurotecnología.

¿Lo del ratón es como Matrix?

En realidad, sí. Kant lo clavó y dijo que el mundo que experimentamos no es el mundo externo, sino el interno. Solo vemos lo que tenemos ya dentro. Con nuestro trabajo se está demostrando cada vez más claramente que la realidad sale de dentro, Kant tenía razón.

Una revolución

“Imagine pedir un Uber mentalmente, escribir a máquina mentalmente,  comunicarnos mentalmente”

¿Qué dispositivos tenemos ya?

En el mercado no puedes tener un chip implantable, necesitas un neurocirujano. Pero hay dispositivos portátiles de electroencefalograma, gafas, auriculares, pulseras, que de manera aún grosera registran la actividad del cerebro o los nervios de la muñeca. Y la descifran con algoritmos de IA que mejoran día a día. Son para usos lúdicos, lo más sofisticado es mover mentalmente un helicóptero robótico, una silla de ruedas. El mercado está a punto de despegar porque vendrán dispositivos para traducir las palabras e imágenes que conjuras en la mente: hace dos años en un laboratorio con un casco de electroencefalograma y un descodificador de IA se pidió un capuchino mentalmente.

Imagine pedir un Uber mentalmente. Escribir a máquina mentalmente. Comunicarnos mentalmente. Pero al leer los contratos con clientes de 30 compañías de neurotecnología era el salvaje oeste. Los datos neuronales pertenecían a la compañía para siempre y podía venderlos. Con el casco en un hospital para diagnosticar epilepsia, tus datos se protegen. Con una app, la compañía los puede vender a una aseguradora. No es aceptable.

El segundo neuroderecho del que habla es a la propia identidad mental, a nuestra propia personalidad. ¿Se puede cambiar el yo?

Sí. Hay decenas de miles de pacientes por todo el mundo que tienen neurotecnología implantada de estimuladores cerebrales para el parkinson, la depresión profunda, trastornos bipolares y adicciones muy severas. A algunos de esos pacientes, como efecto secundario, les cambia la personalidad. Entonces, le viene la familia al médico y le dice, oiga, ¿qué le están haciendo al abuelo que cuando le encendemos el dispositivo se convierte en otra persona? 

Y es todavía más compleja la cosa. Porque hay pacientes que se dan cuenta y se prefieren a sí mismos con la nueva personalidad. Tu personalidad no sale del aire, sino de tu cerebro. Si te metes en él, empiezas a estimular, pues antes o después le vas a dar por error a los circuitos que generan tu identidad personal y te los pueden cambiar. La humanidad nunca se había preocupado de proteger el yo de la gente. Ahora sabes que puedes ser tú o no. Te pueden cambiar, alterar tu personalidad. Tiene que ser quizá el derecho más importante.

Desigualdad mental

“Como a las vacunas de la covid, ha de haber un acceso equitativo a la nueva aumentación mental”

Otro derecho es poder tomar las propias decisiones, como si nos pudieran manipular grandes compañías o dictadores.

No es ciencia ficción, ya lo hemos hecho en ratones y llegará la manera de poder alterar el proceso de decisión de las personas. El cerebro es el santuario de la mente y no debe entrar nadie sin una buena razón médica. El libre albedrío debe ser protegido por ley.

¿Es muy distópico imaginar regímenes que utilicen esos dispositivos para el control de grupo?

Evitaría meter miedo a la gente. La neurotecnología se está desarrollando por razones médicas. Y ya hay seis lugares en el mundo donde la neurotecnología está regulada por ley y trabajamos con la ONU. Ya se reguló la energía nuclear con la Agencia de la Energía Atómica. Y ese es nuestro modelo, con sanciones a los países o regímenes que se salgan de madre.

También le preocupa que la desigualdad social se extienda a la futura aumentación mental.

Muchísimo. Imagine un dispositivo muy caro que aumente la memoria. Habrá cierta gente en ciertos países con memoria aumentada y los otros quedan atrás. Ha de haber un acceso equitativo, como con las vacunas de la covid. Lo que más me preocupa es qué tipo de ser humano queremos ser. ¿Qué partes de nuestra personalidad nos podemos retocar y aumentar y cuáles no? Problemas muy fundamentales. Y vienen de frente.

Cuesta de imaginar.

Los humanos en el periodo de aprendizaje esculpimos el cerebro. Esto nos permitirá esculpir el cerebro de un adulto con posibilidades casi ilimitadas. Un salto adelante en la evolución. En el siglo XXI somos capaces de mandar gente a la Luna y estamos a golpes unos con otros. Imagine utilizar neurotecnología para erradicar la violencia, las guerras.

Silicon Valley se ha caracterizado por sus tendencias manipuladoras y comercializará esos dispositivos. ¿Le preocupa?

Soy optimista. California aprobó la ley de neuroderechos por unanimidad. Las compañías de Silicon Valley tienen que operar con esas leyes. Estamos cambiando la legislación en sitios críticos para cambiar el rumbo de la industria.

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