Un escape de agua daña centenares de documentos de egiptología en el Louvre

Patrimonio dañado

El incidente, del 27 de noviembre, muestra la vulnerabilidad del vetusto museo

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El museo vuelve a poner en entredicho su seguridad después del robo de joyas 

Sébastien Dupuy/ AFP

Las desgracias se acumulan en el Museo del Louvre. Después del espectacular robo de joyas históricas –que aún no han aparecido– cometido en octubre y del posterior cierre de una galería por el riesgo de derrumbe del techo, un escape de agua de graves consecuencias ha vuelto a poner en primer plano el museo parisino por sus deficiencias de seguridad y de mantenimiento.

El nuevo incidente, que afectó a la biblioteca de antigüedades egipcias, tuvo lugar el 27 de noviembre, pero no se conoció hasta este domingo. El administrador general del Louvre, Francis Steinbock, hubo de confirmar una noticia que había sido adelantada por el medio especializado La Tribune de l’Art.

La inundación se suma a la desgraciada serie que incluye el robo de joyas y el cierre de una galería inestable

El agua dañó entre 300 y 400 obras, incluidas revistas de egiptología y documentación científica relacionada que suelen consultar los investigadores. Los textos eran de entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Por suerte, según Steinbock, no se destruyó ninguna obra de alto valor patrimonial. Por lo que se ha podido constatar hasta ahora, no ha habido pérdidas definitivas ni irreparables de las colecciones. Se trata de documentos muy útiles para los estudiosos, pero no únicos en el mundo. El museo espera que, cuando se sequen y vuelvan a ser encuadernados, la mayoría quedarán salvados.

El escape tuvo lugar casi a las nueve de la noche del 27 de noviembre en la red hidráulica que alimenta el sistema de calefacción y de ventilación de la biblioteca, ubicada en el ala Mollien. La apertura por error de una válvula provocó el vertido incontrolado de agua en el techo de la biblioteca. Como en otros ámbitos de la vetusta y degradada infraestructura del museo, también ese sistema hidráulico está obsoleto y hubo de interrumpirse el flujo desde hace meses, a la espera de su sustitución en septiembre del próximo año.

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La Tribune de l’Art informó de las dificultades que ha habido, antes del escape, para trasladar toda la biblioteca a otro lugar y permitir los trabajos de reparación. La fuga de agua fue un desastre anunciado. Los administradores del Louvre se negaron también a comprar un mobiliario adecuado para guardar obras de gran valor como La descripción de Egipto, de Karl Richard Lepsius. Por fortuna, estos libros no fueron dañados por la inundación, aunque por su emplazamiento actual, bajo las ventanas y protegidos solo por papel de embalaje, pueden ser vulnerables en caso de una violenta tormenta.

El Louvre está en el disparadero, nacional e internacional, desde el robo del 19 de octubre. Los autores materiales del asalto, que subieron a la galería Apolo en un montacargas de mudanzas y lograron serrar las vitrinas de las joyas, fueron detenidos en las semanas siguientes, pero falta encontrar las joyas, que podrían haber salido del país. La situación del museo más visitado de Francia ha sido objeto de varias audiencias en el Parlamento. Dada la difícil coyuntura de las finanzas públicas y de las múltiples intervenciones que el Ministerio de Cultura necesita realizar en otros bienes culturales, el propio Louvre decidió recientemente una subida drástica del precio de las entradas para los visitantes no europeos, a partir de enero del año que viene, para disponer de más fondos. Los billetes para ese colectivo subirán un 45%. El museo recibe casi nueve millones de visitantes al año, el 69% extranjeros, pero los ciudadanos de la UE pagan igual que los franceses.

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